Johanka Ulrichová, la enfermera que auxilia a los latinos en Praga
La vida de Johanka Ulrichová dio un vuelco notable cuando en 2018 decidió viajar a Panamá, donde descubrió su gran pasión por Latinoamérica. Desde ese entonces, para financiar sus viajes anuales a países como Colombia, Ecuador y Venezuela trabaja muy duro en una clínica como enfermera atendiendo y ayudando a una gran cantidad de pacientes hispanos.
Nacida en la ciudad de Kladno, la enfermera Johanka Ulrichová se mudó a Praga a los 18 años. Y como si su destino siguiera una secuencia misteriosa de números, en el año 2018 tuvo una verdadera revelación: cansada de su vida en Chequia, renunció al hospital en el que trabajaba, armó las valijas y se fue a Panamá, el país donde se contagió para siempre de su profundo amor por Latinoamérica.
“Y, bueno, básicamente esa estadía de un mes en Panamá cambió completamente mi forma de pensar y mi vida y me di cuenta de que lo único que quería era viajar siempre a Latinoamérica”.
Aunque pueda parecer una mera formalidad, lo que afirma Johanka es totalmente cierto: desde ese año bisagra que fue para ella el 2018, viene haciendo un viaje anual a distintos países de Latinoamérica gracias a su esfuerzo y dedicación trabajando como enfermera en una clínica. Pero eso no es todo: afirma que planea irse a vivir al menos un tiempo allá dentro de dos años. Y si no lo hace antes es porque espera acompañar un poco más el crecimiento de su hijo adolescente. Lo cierto es que viajar sola no es ningún impedimento para ella, sino todo lo contrario.
“Cuando una persona viaja sola puede conocerse a sí misma y sus límites, y luego puedo sentirme orgullosa de todo lo que logré y de cómo pude arreglarme sola, pero además me da la posibilidad de elegir entre varios chicos”.
Una enfermera que habla español
Aunque prefirió hacer esta entrevista en checo, Johanka habla muy bien español, idioma que estudió de manera autodidacta. En realidad, aclara que, antes de hacer aquel primer viaje a Latinoamérica, aprendió de memoria diez palabras y diez frases que durante esos meses le alcanzaron para conseguir alojamiento, ordenar comida y poder conversar un poco con la gente. Johanka también habla inglés, alemán e italiano y dice que todas esas lenguas no las aprendió estudiando la gramática sino desde la práctica porque eso le funciona mucho más. De todas formas, el español le resultó aún más fácil por la sencilla razón de que lo siente muy cercano y le encanta.
“Porque es musical, me resulta súper agradable, es como cantado, es suave y no es difícil. Bueno, yo al menos me limité a los tiempos básicos y para expresar el pasado uso sobre todo ‘estaba’ y para el futuro ‘voy + infinitivo’. No me complico para nada la vida y todos me entienden”.
“Me encantan los latinos porque como yo soy espontánea me gusta que ellos sean tan abiertos, relajados y siempre se alegren cuando les hablo un poco en español”.
Suele escucharse que la comunidad latina en Praga ha crecido mucho en los últimos años y su influencia se nota cada vez más, por ejemplo, en festivales gastronómicos, de cine, danza y música. Johanka confirma esa idea desde su propia perspectiva porque asegura que, al menos una vez por semana, suele atender a algún hispano, lo cual la pone muy contenta porque eso significa para ella tener la posibilidad de hablar un poco en español.
“A mí me encantan los latinos porque como yo soy espontánea, me gusta que ellos sean tan abiertos, relajados y siempre se alegren cuando, por ejemplo, les hablo un poco en español. Entonces, se ven tan felices de venir y que alguien les hable en español, es algo para mí muy agradable. Tengo muchos amigos latinos aquí”.
Aclara que el vocabulario médico lo fue aprendiendo sola, en el trabajo, y no le resulta difícil porque siempre habla más o menos de lo mismo con los pacientes. Por el contrario, considera que lo más difícil para ella es comunicarse en el contexto de un viaje. Por ejemplo, cuando durante una de sus estadías en Ecuador, se decretó el estado de excepción y tuvo que caminar por la calle entre soldados. Asidua concurrente a cuanto bar latino exista en Praga, dice Johanka que ya tiene planeado su próximo viaje en primavera: durará tres meses y tendrá como itinerario Venezuela, país que visitará por primera vez, y Colombia y Ecuador, donde tiene tantos amigos locales que es el lugar donde piensa ir a trabajar en algunos años.
“Soy paramédica, mi especialidad es esa y, por ejemplo, en Ecuador hay una posibilidad porque en un pueblo se está desarrollando una policlínica privada. Yo podría estar en el servicio de ambulancia. En América Latina no hay una tradición muy fuerte de atención domiciliaria para los pacientes porque suelen cuidarlos sus familiares, pero si requieren atención profesional y tienen que llevarlos a algún hospital, entonces esa sería una buena posibilidad”.
Johanka considera que Praga es un sitio bastante amable para los latinos porque aquí encuentran muchas posibilidades de hacer negocios, conseguir trabajo o incluso desarrollarse como personas creativas. Hace cinco años que se desempeña como enfermera y además tiene otros dos trabajos para poder financiar sus viajes: conduce ambulancias y en algunos casos se ocupa de la atención domiciliaria. El deseo de ella es conocer todos los países de Latinoamérica, aunque sabe que, por el momento, eso no es posible porque necesitaría encontrar veinte trabajos más y dejar de dormir. En cuanto a los destinos, asegura que le interesan todos menos los muy turísticos, incluso los que puedan parecer interesantes. Por eso mismo sospecha que nunca va a conocer un lugar como Machu Picchu.
Quechua por Whatsapp
Si bien ella misma ubica en una fecha muy precisa el comienzo de su fascinación por Latinoamérica, durante aquel viaje inaugural a Panamá en 2018, asegura que no deja de encontrar en el pasado algunas señales y anuncios que, con el paso del tiempo, parecen cobrar cada vez más relevancia.
“Ahora estoy pensando en aprender un poco de quechua porque quiero viajar a Amazonas”.
“Leía muchísimos libros de viajes. Y cuando era pequeña añoraba la Amazonia. Leí mucho sobre las cuencas del Orinoco y del Amazonas y también sobre las tribus indias. Se me pone la piel de gallina porque lo he experimentado todo con los relatos de viajes de aquella época porque entonces no había tantos televisores, ni YouTube, ni nada de eso, así que yo seguía leyendo. Estaba totalmente metida en ese mundo y era como si tuviera el presentimiento de que me había perdido eso, como si perteneciera allí. Entones fui a Panamá y me sentí como en casa, nada me sorprendió, nada me asustó. Viajamos sin problemas y sin contratiempos. Me sentí como si siempre hubiera pertenecido a ese lugar”.
No hay dudas de que Johanka se siente mucho más latina que europea y, al recordar esas lecturas de los relatos de viaje, se emociona a tal punto que uno de sus planes es viajar, justamente, a Amazonas. Por otro lado, el universo latinoamericano parece estar cada vez más presente en su vida. No solo en sus proyectos de viaje, sino también en otro tipo de iniciativas.
“Ahora estoy pensando en aprender un poco de quechua porque quiero viajar a Amazonas, y si aprendes al menos algunos conceptos básicos, allí te abren el corazón por completo”.
La idea surgió porque Johanka tiene un amigo en Leticia, Colombia, donde viven, según cuenta, muchas comunidades indígenas, y como ya se comprometió a viajar cuando pueda, él ha empezado a enseñarle algunas palabras en quechua por WhatsApp. Mientras tanto ella sigue recibiendo a nuevos pacientes latinos en la clínica donde trabaja con un saludo en su propio idioma que, sin lugar a dudas, les alegra el día y hasta ayuda a fortalecer sus defensas.