Jaroslav Pála, el hombre acusado injustamente de causar la masacre de Lidice
Los comunistas acusaron a Jaroslav Pála de causar la masacre de Lidice, acontecimiento de la Segunda Guerra Mundial en el que fue destruido totalmente el pueblo checo y asesinados sus habitantes. Las cartas de Pála recientemente encontradas prueban que el régimen dio estos pasos para poder confiscar sus propiedades.
El empresario y alcalde de la ciudad de Slaný Jaroslav Pála fue detenido por la Policía el 6 de mayo de 1945. Según las autoridades, era responsable de la masacre de Lidice, acto realizado por los nazis en venganza por la muerte de Reinhard Heydrich, el ‘Reichsprotektor’ de las tierras checas, asesinado por la resistencia checoslovaca el 27 de mayo de 1942.
Las cartas personales de Pála, recientemente encontradas, prueban, sin embargo, que el empresario no colaboró de ninguna manera con los nazis, como el régimen comunista sostenía. En la carta dedicada a su hija Anna, escrita el 5 de mayo de 1946 decía: “Mi querida Anna, mañana se cumplirá un año desde que me desarraigaron de mi vida dedicada al trabajo, a mi obra, a la familia, al público. Con valentía he soportado el desprecio, el odio, la sospecha y la tortura. Mi querida, amada, hija, sufrí siendo inocente. No traicioné a mi pueblo. Siempre he estado orgulloso de mi conciencia nacional checa”.
Las cartas fueron recopiladas por el historiador Vojtěch Kyncl del Instituto de Historia de la Academia de Ciencias que conversó con la Radio Checa.
“Las cartas son muy emotivas. Las conseguí gracias a la confianza enorme de los familiares de Pála. Hasta lo que yo sé, ni siquiera ellos han leído las cartas todavía”.
Jaroslav Pála estableció una fábrica de baterías en la ciudad de Slaný que consiguió fama mundial. Daba empleo a cientas de personas, incluida una tal Anna Maruščáková. A esta empleada le llegó una carta de su amante, llamado Milan, el día 3 de junio de 1942: “Querida Anna, siento tardar tanto en escribirte, pero espero que lo entiendas porque sabes que tengo muchas preocupaciones. Hice lo que quería hacer. Estoy sano, nos vemos esta semana y luego ya no nos volveremos a encontrar. Milan”.
En realidad se trataba de una carta escrita por un hombre casado que necesitaba deshacerse de su amante, la empleada de Pála. En el contexto de la Segunda Guerra Mundial y la furiosa búsqueda de los responsables por el atentado contra Heydrich, Pála, pensando que la carta era una provocación nazi, pasó la carta a la guardia checa. Esta, sin embargo, terminó pasando el documento a la Gestapo, que en su interpretación del mensaje tomó las palabras incluidas como excusa para liquidar el pueblo de Lidice. Los amantes fueron asesinados en Mauthausen y hasta el día de hoy no ha quedado claro si tenían alguna relación con los autores del atentado.
“Confío en que un día me incorporaré otra vez al mundo laboral, voy a ver el paisaje de mi niñez, en mi villa voy a planear y programar trabajos para el bienestar de todo el mundo. Cantaré las canciones nacionales y terminaré mi jornada contigo, mi querido himno checo, Dónde está mi hogar”.
Pála permaneció al frente de su fábrica hasta el final de la Guerra. Vojtěch Kyncl explicó qué fue lo que pasó después.
“Ya el 6 de mayo de 1945, Jaroslav Pála fue detenido. Su fábrica fue nacionalizada inmediatamente. El Comité Nacional dirigido por los comunistas empezó a gestionar la empresa e incluso le advirtió a los órganos de la investigación que el regreso de Pála, por supuesto, no era deseable”.
Según el director del Museo de Slaný, Jan Čečrdle, los comunistas sistemáticamente ocultaban los méritos de Pála, cómo contribuyó a la prosperidad de la ciudad durante la Segunda Guerra Mundial y cómo enriqueció a la industria checa.
Tras el primer interrogatorio, Pála fue acusado de causar la tragedia de Lidice. Él rechazaba cualquier culpa y hasta el juicio en mayo de 1947 mantuvo su optimismo. A su familia les escribió: “Confío en que un día me incorporaré otra vez al mundo laboral, voy a ver el paisaje de mi niñez, en mi villa voy a planear y programar trabajos para el bienestar de todo el mundo. Cantaré las canciones nacionales y terminaré mi jornada contigo, mi querido himno checo, Dónde está mi hogar”.
Los comunistas condenaron a Pála a cadena perpetua. Murió ciego y sordo en la cárcel eslovaca de Ilava en 1963, a la edad de 81 años. El historiador Kyncl publicará las cartas descubiertas en su próxima publicación.