Indiana Jones vs. La policía comunista en juegos de computadoras

Jaroslav Švelch, foto: Ian Willoughby

A pesar de la gran dificultad de adquirir computadoras en la Checoslovaquia de la década de los años 80, los aficionados entusiastas lograron y produjeron cientos de juegos de computadora, algunos de los cuales eran políticamente subversivos. Esta escena es el foco del libro Gaming the Iron Curtain, del académico Jaroslav Švelch.

Jaroslav Švelch,  foto: Ian Willoughby
Con frecuencia, en la década de los años 80, los aficionados a las computadoras hacían juegos en sistemas informáticos de poca calidad, mientras que también se encontraban juegos de arcade caseros a pesar de la dificultad de la época para adquirir estos equipos.

Jaroslav Švelch, autor del libro Gaming the Iron Curtain basado en aquellos sucesos, contó sus primeras experiencias con los juegos de computadora.

"Tuve suerte. Yo era uno de los primeros usuarios de los juegos de computadora en Checoslovaquia, mi padre era programador en la fábrica de Solo Sušice, que producía fósforos y productos de madera. Así que él trabajaba allí como programador y yo iba a la fábrica para jugar en las computadoras que tenían allí. Algunas eran de Alemania Oriental y luego también obtuvieron algunas computadoras de IBM. Ese fue mi primer contacto".

Prosiguió contando que no era fácil tener una microcomputadora, había 10 veces menos que en los hogares del Reino Unido, pero existía una comunidad bastante amplia a pesar de todo. La mayor parte de esas personas importaban las computadoras individualmente de Occidente, y a menudo las pasaban de contrabando por la aduana.

De lo contrario sólo podían adquirirlas en el mercado negro o en Tuzex, una tienda especializada en productos importados. No obstante la demanda era mucho mayor que la oferta y había mucha gente que no podía obtenerlas. Los modelos más comunes en aquel entonces fueron el Sinclair ZX Spectrum, una computadora británica, estaba entre las más baratas y pequeñas del mercado, lo que facilitaba su contrabando, prosigue Švelch.

Sinclair ZX Spectrum,  foto: Bill Bertram,  CC BY-SA 2.5
“Hay historias de personas que compraban cajas de chocolate, se comían todos los chocolates, ponían el Spectrum en la caja y luego lo introducían de contrabando. Había una comunidad lo suficientemente grande de personas que sabían cómo funcionaba y que tenían computadoras Sinclair ZX Spectrum, por lo que apoyaban a nuevos miembros que la adquirían. En cierto modo fue un efecto tipo bola de nieve”.

Estas computadoras se volvieron obsoletas en el Reino Unido cuando aún se utilizaban en Chequia. El poder de compra aquí era menor, por lo que la gente no podía hacer la transición a máquinas más poderosas con facilidad. Después, una fábrica llamada Didaktik, en Skalice, Eslovaquia, comenzó a producir clones de la máquina Sinclair ZX Spectrum, hasta mediados de la década de los 90 y mucho más tarde se produjeron en Occidente.

Los juegos que la gente jugaba en ese momento también eran copias pirateadas de juegos occidentales. Llegaron a Checoslovaquia a través de Polonia o Yugoslavia y Hungría, que eran ligeramente más liberales, por lo que era más fácil para sus habitantes viajar a Occidente y comprar los juegos allí.

Aunque también hubo juegos de producción nacional. No había industria, pero había muchos aficionados que hacían juegos en su tiempo libre. De esa época se conservan unos trescientos o cuatrocientos juegos, un número bastante alto, dada la situación.

En su libro, Jaroslav Švelch, se refiere a las ‘manos de oro’ checas como un don de poder crear cosas por sí mismo. Y explicó que significó este término en el mundo de los juegos de computadora.

“Hubo todo tipo de proyectos, tanto en hardware como en software. En el hardware, por ejemplo, la gente hacía sus propios controladores de joystick con perillas de muebles de madera.

Foto: Archivo de Jaroslav Švelch
Podían descomponer una calculadora, quitarle los botones y convertirlos en botones para joysticks. Ellos mismos construirían todas estas cosas desde cero. Desde ratones de ordenador a todo tipo de hardware. Una razón para eso fue que los componentes del hardware, no estaban disponibles. No podías ir y comprarlos en una tienda. Al mismo tiempo, se convirtió en una especie de escena competitiva, por lo que las personas competían entre sí, tratando de mostrar lo que podían hacer".

Las personas jugaban un papel peculiar al tratar de obtener computadoras desde el oeste y el mercado negro. Por este tipo de proyectos ‘de hacerlo por sí mismos’, se eludió la falta de disponibilidad de hardware en el mercado. Pero también los juegos en ese momento eran un medio novedoso y las autoridades realmente no se daban cuenta de lo que conllevaban.

Las autoridades competentes, en esa época, no revisaban realmente los juegos como lo hacían con la música rock, ya que no estaban censurados. De forma que los juegos, para algunas personas, ofrecieron una salida creativa de expresión. También hubo algunos juegos que protestaban activamente contra el régimen comunista, continuó Švelch.

“Hubo una serie de juegos hechos a finales de los 80 que se estaban burlando de la ideología comunista y del régimen o que criticaban activamente al Gobierno. Algunos eran divertidos, como el del Mayor Shatokhin del Ejército Rojo y John Rambo. Donde el héroe soviético, tenía que matar a John Rambo. Pero en el proceso se presentaban muchas oportunidades de fracasar, por lo que el héroe soviético pasó por muchos percances y escenas de muerte humillantes”.

Švelch siguió contando que incluso hubo juegos vinculados a protestas particulares contra el régimen. Un ejemplo de ello fue la Semana de Palach a principios de 1989, que fue una manifestación pacífica brutalmente reprimida por la policía, y se hizo un juego de aventuras protagonizado por Indiana Jones, quien era un personaje popular en los juegos de computadora en aquel entonces.

Foto: Archivo de Jaroslav Švelch
"En este juego, Indiana Jones tiene que luchar para atravesar la Plaza Venceslao y escapar en el aeropuerto, pero en el proceso debe matar a miembros de la policía comunista y de la Milicia Popular, y así sucesivamente. Era un juego bastante subversivo, un poco violento, pero creo que les permitió a los jugadores revivir esta experiencia traumática desde el punto de vista de un superhéroe empoderado".

No hay ninguna evidencia de que alguien tuviera problemas legales por esta forma de expresión contra el régimen. Los registros de la Policía Secreta Comunista no muestran una vigilancia sistemática ni repercusiones en los clubes de computadoras o de los aficionados a las microcomputadoras.

En la mayoría de los casos no había forma de conectar un juego con su autor. En otros, los autores aparecieron en los años 90. Aunque en la actualidad todavía no se sabe quién hizo muchos de esos juegos. Jaroslav Švelch, habló también del papel de las cintas de cassette en el mundo de los juegos de computadora.

“En aquel entonces, las cintas de cassette eran el medio principal de almacenamiento de datos. En Occidente se estaban eliminando gradualmente a finales de los años 80. Pero aquí, debido al menor poder de compra y atraso relativo, se mantuvieron hasta los primeros años de la década de los 90. Especialmente entre los jóvenes, que no podían costearse un mejor equipo. La mayoría del software de los 80 circulaba en cintas de cassette. No era del todo sencillo adquirirlos, pero estaban más disponibles que los disquetes, por ejemplo”.

Muchos de los juegos de arcade se crearon de forma casera a partir de tableros, CPU (Central Processing Unit) y hardware que ejecutaban el juego, a menudo se pasaban de contrabando desde Alemania o desde algún otro país. Era mucho más fácil importar o contrabandear el tablero que todo el conjunto.

Foto: Silvia Kolesárová
Tomáš Smutný, quien recientemente fue incorporado al Salón de la Fama de los juegos checos, dijo a Švelch que también introdujeron al país televisores a color a través de soldados soviéticos. Eran televisores rusos y soviéticos. Hubo algo así como una operación secreta detrás de estos juegos de arcade. Švelch comentó que ha jugado con todos los juegos mencionados en su libro, y en su opinión son juegos con historia de principio a fin, y se podrían llegar a ver como una forma de aprendizaje sobre los sucesos y la vida de aquellos jóvenes checos aficionados a las computadoras en la década de los 80.

"Es difícil de juzgar. Creo que incluso con los juegos occidentales de los años 80, muchos de ellos no se conocieron, porque fueron diseñados de una manera difícil, no eran tan fáciles de jugar como los de hoy. Los juegos checoslovacos también fueron esfuerzos de aficionados, por lo que a menudo eran algo más simples. Los gráficos no fueron tan buenos”.

A pesar de haber obtenido mucha información de las entrevistas que realiza y los equipos que le ceden, en muchas ocasiones, Jaroslav Švelch se ha visto en la obligación de devolverlos, ya que no tiene el espacio suficiente para almacenar estos aparatos. Por lo que concluyó diciendo que al existir muchas colecciones privadas de hardware que en ocasiones son expuestas al público, debería haber una institución en la República Checa que lo hiciera de forma oficial.