Hana Hanušová: “Para mí el español es el idioma de la libertad”

Hana Hanušová

Enseñó checo en Latinoamérica, escribió y supervisó varios libros y hoy es una referencia ineludible en lo que respecta a las relaciones culturales entre hispanos y checos. En esta entrevista, Hana Hanušová repasa su trayectoria y explica cómo hizo para editar un libro en guaraní sin conocer ni una palabra de ese idioma.

Traductora, profesora, escritora, periodista y editora, la vida de Hana Hanušová constituye un notable puente cultural entre el mundo checo y el hispano. Gran conocedora de la cultura latinoamericana, Hanušová está siempre atenta a cualquier expresión literaria o cultural entre esos ámbitos, y además de conocer muy bien el español que se habla en distintos países, siente por el idioma algo muy especial.

Reportaje al pie de la horca en guaraní  (cubierta) | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“Tomé el español como el idioma de la libertad: puede parecer raro, pero yo no pude leer libros de autores checos en checo y sí pude conseguirlos en español. El ejemplo más conocido es Kundera, que fue mi profesor universitario. Solo en español lo pude leer porque no entiendo francés, y a algunos otros autores también, quiere decir que el español para mí se convirtió en el idioma de la libertad”.

Hanušová aclara que, aunque solo lo tuvo como profesor durante dos meses, fue una experiencia que la marcó. Kundera daba clases de literatura en la Escuela de Cine y Televisión de Praga (FAMU) donde, por ejemplo, tuvo como alumno a Miloš Forman. Y, a principios de la década del 70, se juntaron la Facultad de Letras con FAMU porque no había profesores disponibles. Hanušová cuenta entre risas que él nunca notó su presencia, pero ella sí la suya.

“Era soberbio y carismático y se notaba que era muy pero muy culto, y también sorprendía a la gente en sus clases. Por ejemplo, una vez presentó un poema sin decir quién era su autor. Tratamos de adivinar y después él dijo el nombre y era un poeta comunista despreciado por todos nosotros, pero que había hecho en su momento ese lindo poema, así era Kundera”.

El poeta en cuestión era Stanislav Kostka Neumann que, según recuerda, había escrito algunos poemas de amor muy interesantes que los estudiantes, en ese momento, ignoraban. Además de su admiración por el idioma español, Hanušová tiene anécdotas con casi cada país de habla hispana ya que, por ejemplo, trabajó en la embajada de Chile desde su inauguración en la capital checa.

Reportaje al pie de la horca en guaraní  (interior) | Foto: Juan Pablo Bertazza,  Radio Prague International

“Yo conocía el español de España que aprendí en la Universidad, el cubano y el chileno porque trabajé en ambas embajadas, tenía una noción del español en México, pero no sabía nada del español en Argentina y siempre decía que era una jerga que poca gente sabe, incluso cuando hubo una convocatoria para un puesto de secretaria en la embajada argentina dije que no porque no lo entendía. Desprecié totalmente la versión argentina del español y llegué por casualidades de la vida a la Argentina, vi los primeros carteles en Buenos Aires después de bajar del avión”.

A Hanušová le quedó grabado ese momento en el que, en pleno año 2004, pisó por primera vez suelo argentino y, delante de los anuncios, se encontró leyendo, totalmente desorientada, mensajes como “Viví el verano”, “Salí de las drogas”, que no lograba entender, debido a la combinación de voseo y modo imperativo que ella, por ese entonces, confundía con el pretérito. Cuenta que recién pudo incorporar esas formas a los cuatro meses de estar viviendo en Argentina. Después, por supuesto, se fueron agregando el lunfardo y algunos modismos de la provincia de Chaco, donde estuvo enseñando idioma checo, al igual que en Paraguay.

“Yo era ya una persona madura con más de cincuenta años, y esperaba más o menos lo que veía en cuanto a pobreza, pero lo que no me esperaba era que tanto los argentinos como los paraguayos y uruguayos fueran tan apegados a la vida”.

Hanušová se encargó no solo de enseñar el idioma checo sino también de transmitir la cultura entre los descendientes y las nuevas generaciones. Primero en Presidencia Roque Sáenz Peña, en Chaco, donde los inmigrantes checoslovacos cultivaron el algodón. Luego dio clases también en Buenos Aires, una experiencia muy distinta en una ciudad muy grande y repleta de estímulos. De hecho, cuenta que un día se le ocurrió visitar la Feria del Libro de Buenos Aires y quedó enloquecida porque nunca antes había visto tantos libros, incluso recuerda que gastó dos sueldos en solo tres días. Pero además de la magnitud de la feria en sí, lo que más la impactó fue que no se sentía la solemnidad que, por ese entonces, tenían los eventos culturales en Chequia.

“Mientras que en Buenos Aires cantaba Joaquín Sabina, se bailaba chamamé y Chango Spasiuk era una estrella, y Rosa Montero hablaba de libros, entre libros chinos y libros paraguayos en guaraní, eso me atrajo mucho la atención porque tengo una anécdota de mi vida muy unida con el guaraní. Yo enloquecí completamente y la Feria del Libro de Buenos Aires para mí sigue siendo lo mejor del mundo en el libro”.

Además de ser una gran lectora, Hanušová publicó algunos libros propios, pero además se desempeñó muchos años como editora en una agencia de propaganda comunista pese a ser ella anticomunista, es decir que le encargaban determinados temas y no podía elegir qué publicar. Su trabajo consistía en guiar al autor, supervisar la edición de los libros y también elegir a los traductores de cada obra.

“Y un día llegó el director de esa agencia que nunca aparecía y me invitó a su oficina, allí me presentó a tres señores altos, de pelo oscuro y de gafas negras, y me dijo que eran de Paraguay y querían editar el libro de Julius Fučík, que era el héroe nacional comunista checo, en idioma guaraní. Me ordenó que los ayudara: yo no conocía ni una letra en guaraní, sabía que existía el idioma pero nada más, y le pregunté si era una broma, pero tuve que ser la editora de Reportaje al pie de la horca de Julius Fučík traducido al guaraní”.

Confiesa Hanušová que lo que hizo fue tomar la traducción al castellano y la versión en guaraní para comparar según los nombres y signos de admiración e interrogación si más o menos coincidían. Se editaron dos mil ejemplares y reconoce que ese osado trabajo al menos la obligó a aprender algunas palabras en guaraní que aún recuerda. Y luego, al llegar a Paraguay y escuchar guaraní con frecuencia, Hanušová sintió que cerraba el círculo de esa notable experiencia.