František Kriegel, el hombre que se interpuso en el camino
Un nuevo libro retrara de forma polifacética los caminos y personalidad de František Kriegel, político comunista por convicción, quien se negó a firmar el llamado Protocolo de Moscú tras la ocupación soviética de Checoslovaquia.
Tras la victoria de los comunistas en las elecciones democráticas en 1946, František Kriegel se convirtió en uno de los altos cargos del Partido Comunista Checoslovaco, habiendo tomado parte anteriormente en la Guerra Civil Española.
En 1948 los comunistas checoslovacos, instruídos desde Moscú, tomaron el poder y acabaron con la democracia, sumiendo al país bajo el control de la Unión Soviética. František Kriegel participó de forma activa en aquellos acontecimientos. Era el vice-comandante de las tristemente célebres Milicias Populares formadas por civiles comunistas, que realizaban inspecciones en las secretarías de los partidos no comunistas, y arrestaban a sus detractores.
Sin embargo, Ivan Fíla subrayó que Kriegel siempre se arrepintió de aquel acto y que en el período de posguerra, tras la terrible experiencia con la Alemania nazi, el comunismo se mostraba para muchos como la alternativa correcta.
“Tenemos que imaginarnos que en aquel entonces, cuando fuimos liberados mayormente por la Unión Soviética, la ideología ´roja´ provenía de una amarga experiencia durante la guerra. A lo mejor incluso nosotros, si hubiéramos vivido en 1945, habríamos sucumbido a aquella ideología, al igual que le pasó a la mitad del país checoslovaco. La gente en aquel entonces creía en los ideales comunistas, Kriegel tenía el derecho a equivocarse. Hubo de aquellos que no se equivocaron, pero la gente sí tenía derecho a ello. Lo importante es cómo uno afrontó el hecho de equivocarse. Hubo otros que hacían cosas asquerosas y cometían delitos, pero Kriegel luchó 20 años por reparar su error”.Después de la toma del poder Kriegel ejerció el cargo de viceministro de Salud. Tras la fundación del nuevo estado de Israel en 1948, que en la naciente Guerra Fría optó por el apoyo de los países de Occidente, la Unión Soviética lanzó una campaña propagandista antisemita. Eso desencadenó purgas políticas también dentro del Partido Comunista Checoslovaco, a las que Kriegel, procedente de una familia judía, escapó de milagro.
A inicios de los años 60 viajó a Cuba como asesor para organizar los asuntos relacionados con la sanidad.
En 1968 Kriegel se encontraba entre los políticos del ala reformista que impulsaban un ‘socialismo con rostro humano’, dentro del movimiento de apertura y liberalización conocido como Primavera de Praga.
El movimiento fue aplastado desde Moscú con la invasión de los ejércitos del Pacto de Varsovia. Los máximos representantes checoslovacos fueron secuestrados y llevados a la Unión Soviética, donde bajo presión fueron obligados a firmar el Protocolo de Moscú, documento que legitimizaba la invasión. František Kriegel fue el único que se negó a firmar, con lo cual se convirtió en el símbolo de la resistencia contra la agresión. Ivan Fíla apuntó que Kriegel se opuso una y otra vez al comunismo de estilo soviético.“Lo crucial se dio en Moscú en 1968, cuando se negó a firmar la capitulación: dijo que no, yo no puedo, y eso a pesar de poner en peligro su vida, ya que él estaba en un avión que le iba a llevar a Siberia y estaba resignado a que se quedaría allí o a que lo matarían de un tiro, sabía que no iba a regresar. Después el presidente checoslovaco, Ludvík Svoboda, habló con Brézhnev, ya que se conocían bien, y le pidió que lo volviera a pensar y Brézhnev decidió ponerlo en libertad y regresó a la delegación checoslovaca”.
Durante el periodo de la “normalización”, que sigió tras la invasión soviética, Kriegel fue expulsado del Partido Comunista en 1969 y perseguido por la Policía Secreta Comunista. Posteriormente fue signatario de Carta 77, documento clave del movimiento disidente anticomunista, sin llegar a vivir la transición de Checoslovaquia a la democracia en 1989 con la Revolución de Terciopelo.