Fotografías de flores muestran la fragilidad de los trabajadores sexuales
A primera vista son bodegones de flores. Pero la serie de fotos que se puede ver en el muro a orillas del Moldava al pie del parque de Letná en Praga, refleja la conexión entre el consumo desconsiderado de nuestro planeta, así como el de los cuerpos humanos.
Despenalizar el placer y advertir de las consecuencias ecológicas de la industria global de las flores. Estos son los objetivos de la exposición al aire libre In-Seguridad (Bez-Péčí) que se puede ver estos días en el muro de la Galería Artwall, junto al río Moldava en Praga, en nábřeží Kapitána Jaroše.
La autora del proyecto es Markéta Garai, graduada en la Academia de Bellas Artes de Praga, que se dedica al tema de la sexualidad, los estereotipos vinculados al cuerpo femenino, la violencia sexual y la estigmatización de los trabajadores sexuales a largo plazo.
“Durante la creación de la exposición estaba pensando cómo hablar sobre el trabajo sexual porque mi exposición está situada en un espacio público y todos la pueden ver, incluso niños y personas con distintos puntos de vista en lo que se refiere al trabajo sexual. Así que decidí encontrar alguna fragilidad y sexualidad en las flores”.
La artista decidió utilizar en sus fotos desperdicios de la industria de la floristería. Esas flores marchitas, por un lado, apuntan a los problemas ecológicos de nuestro planeta y, por otro lado, a la vulnerabilidad de las personas: tanto las flores como el cuerpo humano están expuestos a un consumo desconsiderado. Las flores, además, están decoradas con piercings y todo el bodegón está acompañado por objetos del vestuario de los clubes de noche como antifaces, tacones y demás.
La colección de fotos culmina con el retrato de Karim, artista queer checo que vive al margen de la sociedad y traumatizado por las experiencias vinculadas al trabajo sexual.
“Este es el contexto de las fotos: tenemos que preocuparnos por este ambiente y por personas como Karim que se encuentran en una mala situación sin ninguna posibilidad de integrarse de nuevo en la sociedad, en el sistema”.
En Chequia, la prostitución no está ni prohibida ni permitida por la ley. Eso significa que los trabajadores sexuales no están protegidos de ningún tipo de abuso por parte de los clientes o el público. El proyecto In-Seguridad intenta contribuir al debate sobre este tema y pretende iniciar la creación de un ambiente en el que el trabajo sexual sea visto de igual forma que cualquier otro tipo de trabajo. Solo de esta forma se conseguirá proteger a las personas que se ganan así la vida, brindarles la seguridad, opina Garai.
“Creo que la prostitución no es bienvenida en Chequia. Convertirla en una actividad legal no es la respuesta. Tenemos que despenalizar a los trabajadores, tenemos que brindarles seguridad, tenemos que dejar de estigmatizar su trabajo y tenemos que dejar de ignorar el hecho de que están aquí”.
Para abordar el tema de una manera empática, Garai realizó una investigación artística en la que se convirtió ella misma en una bailarina de clubes de noche. La experiencia le permitió tratar el asunto de una manera crítica y a la vez sensible. Según ella misma dice, en las fotos intentó mostrar personas con experiencia en el trabajo sexual sin convertirlas en meros objetos.
“En la escena artística tenemos muchas obras que tratan este tema. Pero lo abordan desde la perspectiva de alguien que nunca ha estado dentro, que nunca ha vivido estas cosas personalmente. En la mayoría de los casos, los artistas ven a las estríper y trabajadores sexuales como objetos y eso contribuye a la estigmatización”.
La exposición In-Seguridad fue apoyada por el Ministerio de Cultura, el Ayuntamiento de Praga y el distrito de Praga 7. En la Galería Artwall se podrá ver hasta el 6 de junio.
