Expertos de Chequia estudian parásitos de aves en Costa Rica

Foto: CT24

Viajar a Costa Rica es el sueño de cada biólogo. Este país centroamericano está entre los que mayor biodiversidad tienen. Cinco expertos checos han tenido la oportunidad de pasar varios meses allí estudiando nuevas especies de parásitos en aves.

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Aunque sólo ocupa tres centésimas partes de la superficie de la Tierra, Costa Rica alberga el cuatro por ciento de la biodiversidad mundial. En su territorio, que es de unos 50.000 kilómetros cuadrados, viven cerca de 900 especies de aves. En la República Checa, que tiene casi 80.000 kilómetros cuadrados, se registran sólo unas 400.

Si algo tienen en común los pájaros checos y costarricenses es que sufren parásitos. En Costa Rica se encuentran miles de especies de estos organismos. Gracias a los expertos de la Universidad Veterinaria y Farmacéutica de Brno disminuirá el número de las que aún se desconocen.

Cinco profesores de la Facultad de Higiene Veterinaria pasaron varios meses en la selva costarricense estudiando ectoparásitos en aves. Uno de los miembros del equipo, Filip Kounek, describe su trabajo.

“Una vez capturado el pájaro, lo metemos en un saco de tela y lo llevamos al laboratorio móvil. Allí lo sometemos a una minuciosa revisión con el fin de hallar cualquier parásito que se encuentre en la superficie de su cuerpo. Después simplemente lo soltamos”, explica Kounek.

Unos más, otros menos, los parásitos les hacen daño a las aves. Algunos, por ejemplo, se comen su pluma. El pájaro que sufre este parásito resulta menos atractivo para los demás de su especie y pierde su capacidad de reproducirse. A pesar de ello, sería un error ayudarles a las aves a deshacerse del parásito, afirma Kounek.

“No es nuestro objetivo ayudarles a las aves. Significaría intervenir en los procesos naturales. Los ectoparásitos que habitan sus cuerpos también forman parte de la naturaleza”, sostiene Kounek.

El trabajo de los científicos checos en Costa Rica lo complicaban bastante las fuertes lluvias que les obligaban quitar y volver a poner repetidamente las redes para capturar las aves. El ornitólogo Miroslav Čapek comenta otra dificultad que afrontaron.

Miroslav Čapek,  foto: www.ivb.cz
“Cuando un ornitólogo centroeuropeo llega a Costa Rica se enfrenta al gran inconveniente de no reconocer las aves por su sonido. En cambio, cuando se mueve por Europa Central no le hace falta telescopio ni necesita capturar el ave para saber de qué especie es”, indica Čapek.

A pesar de todas estas dificultades, los expertos checos lograron examinar a unos 700 pájaros y recoger alrededor de 1.500 muestras de ectoparásitos. Entre ellas, 18 especies que aún no han sido descritas. Un trabajo así no se puede realizar en una semana, recalca Ivan Literák, otro miembro de la expedición.

Ivan Literák,  foto: www.vfu.cz
“Para poder realizar una investigación científica en un país subtropical hay que conocerlo bien, vivir durante algún tiempo allí y familiarizarse con el ambiente local. Por eso viajamos repetidamente a Costa Rica y al final pasamos allí varios meses recogiendo material”, destaca Literák.

La aventura se acabó, ahora viene la parte teórica de la investigación. Hay que clasificar los parásitos ya conocidos y describir las especies nuevas, lo que puede tardar años. Según Ivan Literák, vale la pena invertir tiempo en estudios de este tipo.

“Si queremos proteger algo, primero tenemos que conocerlo. Este es el objetivo primordial de la documentación de la biodiversidad. En este sentido, Costa Rica puede servir de ejemplo a otros países, ya que una cuarta parte de su territorio está rigurosamente protegida”, recalca Literák.

El año 2010, que fue proclamado el Año Internacional de la Biodiversidad, se acerca a su fin, pero los científicos de Brno continuarán con su labor. Ya hacen planes para otro viaje exótico, esta vez hacia el norte de Vietnam.