Expertos buscan reducir el desperdicio de alimentos en Chequia
Los comedores y restaurantes de comida rápida en Chequia tiran 27 000 toneladas de alimentos cada año. Un nuevo manual creado por investigadores de la Academia de Ciencias busca ayudar a los establecimientos a luchar contra el desperdicio.
Los investigadores del Centro Tecnológico de la Academia de Ciencias Checa han cuantificado que los restaurantes de comida rápida y los comedores tiran cerca de 27 000 toneladas de alimentos cada año.
En el marco de un proyecto bianual, los científicos, en colaboración con la iniciativa Zachraň jídlo (‘Salva la comida’), pesaron los alimentos desechados por comedores, cadenas de comida rápida y similares. Basándose en la experiencia adquirida en el proceso, han publicado un manual titulado ‘Cómo economizar comida’.
De acuerdo con una de las investigadoras, Lenka Hebáková, las normas de higiene en Chequia son, con frecuencia, más estrictas que las europeas. Además, algunas cadenas introducen sus propias reglas.
“Sobre todo las cadenas de restaurantes de comida rápida cuentan con normas internas bastantes estrictas. Frecuentemente cumplen con reglas que imponen, por ejemplo, que raciones de patatas fritas se tiren si nadie las compra en un plazo de siete minutos”.
Cerca del 14% de los residuos está conformado por comida procesada que no se vendió. Los establecimientos pueden ofrecerla a los clientes el mismo día antes de cerrar o pueden donarla a organizaciones caritativas. No obstante, para los comedores y locales, esto significa cumplir con normas de higiene exigentes. Hecho que, en muchos casos, provoca dudas a las empresas, según afirma Barbora Kebová de la iniciativa Zachraň jídlo.
“A la mayoría de los establecimientos gastronómicos le encantaría donar la comida, pero esto supone demasiado trabajo adicional. Y también está la incertidumbre de si uno está cumpliendo con todas las normas vigentes”.
Además, de acuerdo con los autores del manual, las reglas sanitarias se interpretan de diferente manera dependiendo del lugar, hecho que incrementa aún más el estrés de las empresas que quieran donar la comida no vendida. Por ello, uno de los pasos que proponen es unificar la normativa a nivel nacional.
Por el contrario, simplificar las normas no es el camino a seguir, según afirma el portavoz del Ministerio de Medioambiente, Ondřej Charvát.
“Suavizar los requisitos de higiene que se aplican a los alimentos designados para el consumo humano no es una solución segura. El Ministerio ve una posible solución en el aprovechamiento de tecnologías modernas, que pueden brindar más flexibilidad a la hora de ofrecer la comida a los clientes”.
Veronika Láchová, directora de la Federación Checa de Bancos de Alimentos, coincide en la apreciación y añade que, gracias a las subvenciones del Ministerio del Medio Ambiente, la organización es capaz de distribuir todos los alimentos donados. En su opinión, las empresas deberían adquirir tecnologías que les permitan conservar la comida ya procesada durante más tiempo y el Estado podría apoyarlos.
“Lo vemos en Francia o Alemania, por ejemplo, donde es común. Los grandes establecimientos son capaces de envasar la comida al vacío o usar congeladores de choque para conservarla”.
En el marco de la investigación, los expertos de la Academia de Ciencias y Zachraň jídlo, entre otras organizaciones, realizaron una investigación en 12 establecimientos de tres empresas diferentes. A lo largo de 90 días identificaron un total de tres toneladas de desperdicios.
Las pérdidas medias que se registraron fueron de un 11% por cada kilógramo de comida. Más de la mitad, un 56%, de las pérdidas se producen en la cocina, un 30% tiene que ver con los consumidores y un 14% se pierde en la fase de entrega y venta de la comida.
El manual, que propone pasos prácticos para reducir el desperdicio, está pensado tanto para instituciones públicas como empresas privadas.