“En Praga se vive bien siendo extranjero”
Víctor Hevia es un joven físico madrileño que llegó a Praga hace dos años en busca de una aventura laboral. El protagonista de la nueva edición del espacio 'Praga Mía' compartirá con nuestros oyentes sus impresiones de la vida en el corazón de Europa y destacará lugares, cuya visita nadie debería perderse.
“Es un proyecto europeo que está construyendo una instalación láser, para hacer investigación, aplicación de materiales y cosas parecidas. Empecé programando unas simulaciones de física, y ahora estoy haciendo cosas para controlar sensores y dispositivos dentro de lo que va a ser la sala de experimentos”.
Víctor visitó la capital checa como turista cinco años antes de convertirse en su residente. Uno de sus temores era que el mayor reto sería enfrentarse al poco conocimiento del inglés por parte de los checos, pero al final se llevó una agradable sorpresa. Otro punto positivo inesperado fueron la tranquilidad y un mayor orden comparado con su país de origen, según explica.
“Vas en el transporte público y no hay casi ruido, la gente no habla gritando, que es lo que suele ocurrir en España. Me sorprende que la gente hace una cola em en la parada esperando el autobús. No es lo habitual en España, más o menos se respeta quién ha llegado antes, pero no se hace una cola. También me sorprendieron los horarios de los tranvías. Están en papel, lo que significa, no se actualizan en cada momento y los tranvías llega a la hora y el minuto que ponen. En España nadie se plantea eso”.
A lo que más rápido cogió el gusto, además de la cerveza, es al 'hermelín frito', un queso tipo camembert empanado, que es uno de los platos más populares entre los checos. Estas delicias tendrían aún mejor sabor si fueran servidas con una actitud más agradable, comenta Víctor.
“En algunos bares, no en todos, parece que les molesta atenderte o que si les pides algo, se sienten molestos. A veces dan esta sensación. Y eso en España es justo al contrario”.
A los hosteleros checos les propone que podrían animar sus negocios inspirándose en la cultura de las tapas, elaboradas con productos checos.
“La Praga invernal es una experiencia que no se debe perder”
Aunque actualmente las temperaturas en Chequia van en descenso, Víctor señala la época invernal como excelente para pasear por las tortuosas callejuelas de la capital checa.“Es una experiencia que no se debe perder. Es verdad que se hace de noche enseguida. Anochece a las cuatro o cinco, pero la iluminación está muy bien hecha. A veces da la sensación como una ciudad medieval antigua. Luego si hace mucho frío vas a uno de los bares típicos. Hay gente que toma el vino caliente. Yo no puedo tomar esto, así que me bebo una cerveza, aunque esté fresquita”.
Cuando el sol y el calor vuelven al corazón de Europa, Víctor confiesa que vive prácticamente en las terrazas de la colina de Letná, Náplavka o en Riegrovy Sady, que ofrecen unas estupendas vistas a la ciudad y mucho entretenimiento a todas horas.
“Hay una infinita cantidad de eventos y fiestas durante la semana, tanto en Náplavka como en Riegrovy Sady. Allí hay hasta guerras de pistolas de agua. También hacen muchos eventos en barcos con la música latina, DJ´s, música balcánica, lo que se les ocurra. Se hacen conciertos muy buenos”.
Si no hay que madrugar al día siguiente, Víctor recorre con sus amigos las discotecas y clubs del centro de Praga.
“Yo salgo mucho, quizá demasiado, por la zona de Dlouhá. En la zona de Žižkov sé que hay bares también bastante buenos, pero el ambiente es diferente. Es más de ir de bares con amigos, y aquí es ir más con música movida, es más animado”.
Otro de sus lugares preferidos es el monasterio de Strahov, del siglo XII, que cuenta con su propia cervecera. Para paseos románticos recomienda los parques que rodean la torre de Petřín.
Como una agradable escapada fuera de la capital checa Víctor recomienda visitar al castillo medieval de Karlštejn, situado aproximadamente a 30 kilómetros de Praga. Y mejor aún que sea en la época de vendimia.“Llegamos justo el día cuando se vestían todos de época medieval. Había un desfile de caballeros en armaduras y era cuando hacían el burčák, el vino dulce. El pueblo me gustó mucho y en ese día especial fue una locura máxima, parecía un pueblo medieval de verdad”.
¿El checo? ¡Vaya tela!
A uno de los mayores retos de la vida en la República Checa, su idioma, Víctor se efrenta con ánimo.
“El checo es un idioma estupendo (risas). Lo intento usar, pero hay un problema. Cuando lo uso, por ejemplo, en un bar, la gente obviamente me empieza a contestar en checo, te pones a hablar en inglés, y queda raro. Lo estoy intentando. Soy capaz de entender frases sueltas, a lo mejor no soy capaz de hacerlas todavía. Da la sensación de que la cosa va avanzando. Pero vaya tela”.
El joven madrileño no tira la toalla y comenta cuál es la clave para llegar a entenderse con los checos sin un amplio conocimiento de su lengua.
“Improvisar y echarse unas risas. Es muy divertido comunicarse con alguien en el supermercado con la cajera o el dependiente medio por gestos. Hay que tomárselo con buen humor y al final siempre te entiendes”.
“Es imprescindible vivir en un país distinto al tuyo”
Víctor destaca que la experiencia de “buscarse la vida” en el extranjero no tiene precio.“Se vive bien siendo extranjero. El hecho de no tener a nadie conocido, la familia y tal hace que te muevas a los eventos, te encuentras con la gente en tu situación, con gente que quiere conocer tu cultura. Te da este toque que te hace ser diferente. Creo que es imprescindible al menos un tiempo sobrevivir en otro país distinto al tuyo, porque luego vuelves a tu país y todo te resulta tan fácil”.
Así es la vida de Víctor Hevia en la capital checa, que en espera de nuevos retos de momento no se plantea abandonar.