En las encrucijadas históricas nunca hubo sintonía entre checos y eslovacos

Tras el desmoronamiento del sistema comunista, a fines del siglo pasado, se desintegraron tres Estados:Yugoslavia, Unión Soviética y Checoslovaquia. Pero sólo el divorcio checo- eslovaco se produjo de manera pacífica, ordenada y pactada y sin dejar rencores entre las partes separadas. Así el 1 de enero de 1993 aparecieron en el mapamundi político dos nuevos Estados:República Checa y Eslovaquia. En esta edición les contaremos las peripecias que precedieron el divorcio checo- eslovaco, cuyo desenlace pacífico requirió enormes dosis de paciencia y prudencia de los negociadores. Sobre el principal negociador checo, Václav Klaus, trascendió que cuando ya perdía la paciencia y estaba a punto de explotar de cara a las exigencias eslovacas que no se podían cumplir, en casa moderaba su enojo su esposa eslovaca Lívia. Y Klaus siguió negociando con los interlocutores eslovacos con “guantes de terciopelo”.

Revolución de Terciopelo,  1989
Después de la Revolución de Terciopelo, que a finales de 1989 derrocó el régimen totalitario, checos y eslovacos vivieron sólo tres años en un Estado común.

Cuando se dividió Checoslovaquia, Václav Havel y otros políticos checos se avergonzaron de no haber impedido el divorcio checo-eslovaco. Consideraban la división de la Federación Checoslovaca como su fallo personal.

Sin embargo, los hechos históricos objetivos los exculpan. En todos los países que se liberaron del comunismo apareció la voluntad de recuperar su identidad nacional, lo que reavivó los nacionalismos. Tras la Revolución de Terciopelo afloraron también las tensiones subyacentes en las relaciones entre checos y eslovacos, sofocadas durante la época comunista.

Pero los checos al principio no se daban cuenta, como si se hubieran olvidado de que en las encrucijadas históricas nunca hubo sintonía entre checos y eslovacos.

Aunque étnicamente muy cercanos, checos y eslovacos vivieron juntos muy poco tiempo. Desde la proclamación de la Checoslovaquia independiente, el 28 de octubre de 1918, hasta su división el 31 de diciembre de 1992 pasaron sólo 74 años 2 meses y tres días.

Antes ambas naciones vivieron separadas porque Eslovaquia formaba parte del Reino de Hungría, siendo llamada durante siglos Hungaria Superior.

Teatro Nacional de Praga,  1918
En el Imperio Austro- húngaro, las tierras checas fueron el territorio más industrializado mientras que Eslovaquia uno de los más atrasados. Cuando el imperio se desintegró en 1918, checos y eslovacos proclamaron su Estado independiente- Checoslovaquia-, pero ambas naciones formaron, por razones económicas, culturales y religiosas, una pareja muy desigual.

La parte checa nunca cumplió la promesa de otorgar a Eslovaquia la autonomía. Los eslovacos estuvieron pronto hartos de la tutela checa.

Adolf Hitler en el Castillo de Praga | Foto: Wikimedia Commons,  public domain
Del progresivo deterioro de las relaciones entre checos y eslovacos se aprovechó Hitler para desmembrar Checoslovaquia. El 14 de marzo de 1939 los políticos eslovacos proclamaron el Estado Eslovaco independiente, patrocinado por Alemania. El siguiente días las tropas nazis ocuparon las tierras checas. En aquella encrucijada histórica no hubo sintonía entre ambas naciones.

Treinta años después llegó otra ocupación, la soviética, que puso fin al intento democratizador de la Primavera de Praga de 1968.Y una vez más la evolución en las tierras checas y en Eslovaquia tomó rumbo diferente. Los checos perdieron todo mientras que los eslovacos lograron, al menos, que en otoño de 1968 el Parlamento aprobase la ley sobre la Federación Checoslovaca, formada por las Repúblicas Checa y Eslovaca con sus respectivos Gobiernos nacionales.

Era un ordenamiento federativo imperfecto porque Checoslovaquia seguía siendo un país centralizado, gobernado desde Praga por el Ejecutivo federal y por el Comité Central del Partido Comunista de Checoslovaquia.

Primavera de Praga,  1968
El aplastamiento de la Primavera de Praga no acarreó a Eslovaquia consecuencias tan trágicas como a las tierras checas. En la República Checa las purgas políticas fueron masivas y duras, en Eslovaquia mucho más suaves.

Cuando en noviembre de 1989 empezó en Checoslovaquia el desmantelamiento del sistema comunista, la atmósfera en la sociedad checa y en la eslovaca no era idéntica. La mayoría de los eslovacos se habían acostumbrado a las condiciones del régimen comunista. Los checos consideraban, por el contrario, los 40 años bajo el comunismo como un paso atrás que provocó la decadencia económica del país.

Para los eslovacos fue un período de industrialización de su país agrario. Este desarrollo fue posible gracias al hecho de que una parte de la riqueza creada por checos se transfería a Eslovaquia.

La transferencia de recursos procedentes de las tierras checas posibilitó construir en Eslovaquia más viviendas, financiadas por el Estado. A finales de los años ochenta, el 86 por ciento de eslovacos vivían en viviendas nuevas mientras que en las tierras checas sólo el 58 por ciento de sus habitantes.

Revolución de Terciopelo,  1989
Tras la Revolución de Terciopelo de 1989, la mayoría de los checos se pronunció por la implantación de la economía de mercado y opinaba que el sistema democrático ofrecía más ventajas que el comunista.

En Eslovaquia, al contrario, sólo una minoría de los encuestados pensaba que el nuevo sistema socioeconómico era más ventajoso.

El cambio de un sistema económico a otro siempre provoca durante algún tiempo un deterioro del nivel de vida. Fue lo que ocurrió también en Checoslovaquia. El impacto fue más dramático en Eslovaquia, cuya economía era más débil que la checa. Los políticos eslovacos aprovecharon el descontento popular, derivándolo hacia los cauces nacionalistas e independentistas.

Los políticos checos y la sociedad checa no se daban cuenta de la brecha que empezaba a abrirse entre ambas naciones. No percibían las señales que venían de la élite política eslovaca desde que se iniciara el desmantelamiento del régimen totalitario.

Las primeras fricciones entre políticos checos y eslovacos surgieron a principios de 1990, cuando se inició el debate sobre el nuevo nombre del Estado que se llamaba todavía República Socialista de Checoslovaquia.

En el Parlamento se libró una ardua batalla entre legisladores checos y eslovacos en torno al guión en la palabra “checo- eslovaca”. Mientras que en la forma checa del nombre del país se proponía escribir sin guión, la versión eslovaca lo tenía.

La batalla por el guión se trasladó en Eslovaquia a la calle. En Bratislava, capital eslovaca, se reunieron miles de adversarios del Estado común de checos y eslovacos.

“¡Los checos nos negaron en el Parlamento el derecho al guión! ¡No nos habéis dado el guión, exigiremos la independencia!”, gritaron los manifestantes. Exigieron al Consejo Nacional Eslovaco, que era una especie de parlamento nacional, que aprobara leyes sobre la plena soberanía e independencia de Eslovaquia.

Los separatistas fundaron el Comité para la Eslovaquia independiente. El proyecto de la separación de Eslovaquia fue así planteado por primera vez en una reunión pública el 30 de marzo de 1990.

La batalla del guión prosiguió todo el mes de abril. El Parlamento federal llegó finalmente a un compromiso: el país se llamaría República Federativa Checa y Eslovaca.

El nombre provocó una nueva ola de indignación de nacionalistas eslovacos. En una manifestación en Bratislava exigieron la convocatoria de un referéndum sobre la independencia de Eslovaquia, que debía realizarse bajo los auspicios de la ONU.

En la próxima edición de Legados del pasado- testimonios del presente les contaremos, entre otras cosas, que el escritor Ludvík Vaculík fue la primera de las personalidades checas en comprender que probablemente no sería posible salvar el Estado común de checos y eslovacos.