En canoa río abajo, otra forma de pasar el fin de semana
En verano los caudalosos ríos checos sirven de escenario para lo que los checos llaman “jet na vodu”, literalmente, “ir al agua”. Se trata de pasar varios días de viaje río abajo en una canoa o una balsa, con amigos, disfrutando del paisaje, de la adrenalina de los rápidos y las cascadas, y de las múltiples paradas para beber cerveza y comer salchichas a la orilla.
Las excursiones estivales en canoa gozan en la República Checa de una larga tradición que conecta con la afición nacional a las acampadas y al contacto con la naturaleza. Sin embargo es en estos últimos años cuando la pasión por las barcas se ha disparado, como nos cuenta Danka.
“Antes no había tanta gente en los ríos y ahora a mí me parece que gente diferente va a este tipo de excursión. Gente joven, gente también mayor, también los extranjeros. Pero la mayoría son jóvenes, entre 16 y 35 años, diría yo”.
¿Y cómo es el típico checo que acude a su cita anual con las canoas? Veronika, una joven abogada praguense ha ido este verano por primera vez a navegar al río y una de sus mayores sorpresas fue que se trata de una afición más generalizada de lo que pensaba.
“Todos los checos que conozco lo han hecho al menos una vez en su vida. Todos los checos tienen que pasar por esto, por lo menos una vez. Al principio pensaba que es más para el tipo hippy pero ahora resulta que no, ahora me contó mi jefe abogado que en la Cámara de Abogados es una tradición, que cada verano, durante los últimos 30 años, van a remar. Entonces es también para estos pijos”.En canoa biplaza, piragua o lancha hinchable. Por el Moldava, el Sázava o el Opava. Miles de vodáci, como se hacen llamar, se lanzan corriente abajo a superar rápidos y arriesgarse a volcar en una de las muchas cascadas que les esperan. ¿Qué es lo que tiene esta actividad que gusta tanto a los checos?
“Es algo que se hace en colectivo, con otra gente, con amigos, y no es tan difícil, no es tan peligroso porque nuestros ríos no son muy rápidos, no hay mucho peligro. Entonces no es muy difícil estar en la canoa. Y se bebe mucho, se bebe alcohol, hay buen humor”.
Todo en los vodáci tiene sus costumbres y sus secretos. Con el tiempo uno aprende a ser un timonel eficaz o un remero potente, y a saber cómo sortear los obstáculos y moverse por el río. Los momentos de calma se aprovechan para charlar o empinar el codo, las situaciones de estrés se viven entre gritos y órdenes contradictorias. Sin duda los momentos más emocionantes, en opinión de Veronika.
“Como había inundaciones había mucha agua, que debajo de las cascadas corría súper rápido. Entonces cuando hemos volcado, y revolcado uno tras otro, eso era perfecto. Y era muy peligroso, de veras, en algunos momentos súper peligroso. Fui con un amigo argentino que era la primera vez que remaba, entonces no era capaz de conducir el bote. Perdimos el bote, perdimos las cosas para remar, después nuestras mochilas y todo, y como el agua corría tanto no pudimos subir otra vez. Este peligro me encanta”.Peligro, la verdad, puede haber en algunos momentos, si el río está muy crecido y si todos son inexpertos, pero en general se trata de un pasatiempo inofensivo si se cumplen ciertas precauciones.
Y por supuesto, no solo el agua atrae a los canoístas. Las paradas para comer o beber en las tabernas cercanas a la orilla, o el ambiente nocturno del cámping, donde nunca falta el fuego y la guitarra, completan los atractivos de ir “na vodu”.