En 1848 recorrió Europa un torbellino revolucionario

Praga (1848)

Nunca antes ni después se produjeron en Europa tantos movimientos revolucionarios en cadena como en 1848. La chispa de la revolución saltó de un país a otro con una velocidad jamás vista.

Praga  (1848)
En el escenario público irrumpen masas de ciudadanos que reivindican los derechos cívicos y las libertades fundamentales. Exigen la libertad de prensa, de reunión y de culto. Retoman el tema de la igualdad de los ciudadanos, abierto por la Revolución Francesa, pero silenciado durante largo tiempo por la alianza paneuropea de los regímenes absolutistas.

En 1848 los movimientos revolucionarios sacudieron también al imperio de los Habsburgo, un Estado inmovilista y reacio a los cambios. Además de Austria y las tierras checas, el imperio multinacional abarcaba el reino de Hungría y una parte de Polonia y tenía posesiones en los Balcanes y en Italia. La oleada revolucionaria puso al imperio austríaco al borde de la desintegración.

El primer brote revolucionario estalló en Italia.

En las posesiones italianas de los Habsburgo sonaban cada vez más alto las voces que reivindicaban la independencia y la reunificación del país. Los estudiantes de Milán organizaron contra el imperio austríaco una curiosa acción de protesta: después del Año Nuevo de 1848 exhortaron a los italianos a boicotear el consumo de los cigarros y otros productos de la Tabacalera austríaca.

Praga  (1848)
La consigna del boicot era contundente: “Quien fuma en la vía, es austríaco o espía”. El llamamiento tuvo un extraordinario éxito. En la calle, los italianos tiraban al suelo los cigarros austríacos.

Mientras que los italianos no fumaban, tanto más se entregaban al consumo del tabaco los soldados austríacos, estacionados en Italia. Su comandante en jefe, el mariscal Radetzki, atizó la guerra del tabaco, mandando distribuir cada día gratuitamente entre la tropa puros austríacos.

El tercer día de la protesta irrumpieron en las cafeterías italianas destacamentos enteros de uniformados austríacos con cigarros encendidos. Al primer amago de protesta desenvainaban los sables.

Las reyertas desembocaron en sangrientos enfrentamientos. Los italianos ya luchaban por la libertad de prensa y de reunión y por una Constitución que estipulase los derechos cívicos.

Las tropas austríacas, que operaban en Italia, faltarían pronto en otras partes del imperio cuando las autoridades procediesen a apagar los incendios revolucionarios en Viena, Praga y Hungría.

Entretanto, la revolución en París derrocó en febrero de 1848 al rey Luis Felipe de Orleans. En Francia fue establecida la república cuyo gobierno democrático convocó por primera vez en Europa las elecciones a raíz del sufragio general, directo y secreto.

El 29 de febrero de 1848, el periodista Karel Havlíček Borovský publicó en su Periódico Praguense las primeras noticias sobre los sucesos en París. Las informaciones provocaron en la capital checa un enorme revuelo. Un grupo de ciudadanos decidió convocar la primera reunión política en la historia de Bohemia. En el mitin popular se leería una declaración en la que se articularían las demandas políticas de los checos.

En 1848 en Bohemia no existían todavía partidos políticos. Los organizadores del mitin eran los tertulianos que solían reunirse en dos tabernas capitalinas:la de la Balanza de Oro y la del Ganso de Oro. Semejantes tertulias políticas se reunían también en las cafeterías.

Los representantes del poder estatal en Praga pasaron dos días resolviendo el dilema de si meter a los organizadores del mitin en la cárcel e intervenir militarmente, o autorizar su celebración pero vigilándolo de cerca.

Las autoridades optaron por un descomunal despliegue de las fuerzas policiales y del ejército.

El sábado 11 de marzo de 1848, el día de la primera reunión política checa, las tropas militares se encontraban en los cuarteles capitalinos en estado de máxima alerta. Los cañones, preparados para disparar, estaban instalados frente a las comisarías.

Las autoridades ordenaron a los dueños de los talleres no permitir a los trabajadores salir a la calle. En nombre del mantenimiento del orden, los propietarios de las casas de apartamentos tuvieron que cerrar las puertas de sus inmuebles.

En el ayuntamiento de la Ciudad Nueva de Praga funcionaba una especie del Estado Mayor del alcalde al que llegaban corriendo, de quince en quince minutos, los agentes de la policía secreta con reportes sobre el desarrollo de la reunión.

El desmesurado despliegue de las fuerzas policiales y militares carecía de sentido. A diferencia de los italianos y de los húngaros, los checos se mantenían leales a la dinastía de los Habsburgo. Veían en la monarquía austríaca un dique contra el expansionismo alemán. Aspiraban sólo a cierta autonomía en el marco del imperio multinacional que deseaban ver transformado en una federación.

En la histórica primera reunión política en Bohemia se dieron cita unas tres mil personas. Fue aprobado el texto de una petición en la que los participantes solicitaban al emperador la supresión de la servidumbre de los campesinos a cambio de una indemnización, la libertad de prensa y de reunión y la formación de guardias nacionales, compuestas de ciudadanos armados.

El 14 de marzo por la tarde llegó a la capital checa el tren de Viena. Los viajeros contaron que en resultado de disturbios callejeros había caído el odiado canciller Metternich, símbolo del gobierno absolutista, y que fue suprimida la censura.

Al siguiente día, el 15 de marzo de 1848, los gobernantes prometieron en Viena la transformación del imperio absolutista en una monarquía constitucional.

Príncipe Alfred I Windischgrätz  (1852)
En Praga se celebró con júbilo la promesa de las autoridades de otorgar una Constitución. Hubo marchas con antorchas e iluminación festiva de las ventanas. Los praguenses cantaban y bailaban en las calles. La gente recorría la ciudad exhibiendo cintas en colores nacionales el rojo y el blanco. Los hombres lucían corbatas rojiblancas y las mujeres salían con sombrillas de esos colores. Estaba a la venta todo tipo de productos “constitucionales”, desde los botones hasta los panecillos.

Los ciudadanos empezaron a entrar masivamente en las guardias nacionales y los estudiantes formaron legiones académicas armadas.

La eufórica atmósfera se enturbió con la llegada del general Windischgrätz que se desempeñaba a partir de mayo de 1848 como comandante en jefe de las tropas militares en Bohemia.

Windischgrätz, férreo partidario del régimen absolutista, concluyó que en Bohemia reinaba una intolerable anarquía y decidió restablecer el viejo orden con cañonazos. En marzo, durante la revolución en Viena, el emperador no lo había permitido al autoritario general.

En Bohemia no se registraban disturbios callejeros.No había motivo para una intervención militar. Pero Windischgrätz quería aplastar manu militari la emancipación ciudadana. A través de una trama de provocaciones creó en Praga una tensa atmósfera que desembocó en sangrientos enfrentamientos. Tres mil estudiantes y jóvenes obreros se enfrentaron en las barricadas a diez mil soldados.Fueron derrotados.

Los encarnizados combates se libraron en la capital checa del 12 al 17 de junio de 1848. La esposa del general Windischgrätz fue una de sus primeras víctimas mortales.

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