El tren a Nisko fue el primero

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En esta edición del espacio Legados del Pasado-Testimonios del Presente recordaremos el 70 aniversario de la primera deportación de judíos europeos por los nazis. El 18 de octubre de 1939, tan sólo siete meses y tres días después del inicio de la ocupación de Bohemia y Moravia por los nazis, partió de Ostrava un tren especial. Los pasajeros: varones judíos. El destino: Nisko, en el río San, en Polonia.

El nombre de Ostrava apareció por primera vez en los registros alemanes el 6 de octubre de 1939. Ese día los nazis decidieron incorporar a la primera deportación junto con judíos polacos de Alta Silesia también a los de Ostrava. Un día más tarde incluyeron asimismo a los de Viena.

El historiador Mečislav Borák tiene varias teorías para explicar por qué eligieron a los judíos de Ostrava.

“Entonces no se sabía todavía exactamente si Ostrava permanecería en el Protectorado de Bohemia y Moravia o si sería agregada al Reich, al centro industrial silesio. También creo que la ciudad reunía condiciones excelentes para establecer un campo de concentración en Nisko. Contaba con ingenieros y arquitectos judíos, con empresas que fabricaban cosas necesarias para la construcción del campo, desde los alambres de espina hasta las tablas. La comunidad judía de Ostrava era más rica que la de otros lugares.”

Gestapo
Los nazis lo calcularon bien. Fueron los propios judíos quienes tuvieron que cubrir todos los gastos de la acción, incluyendo el funcionamiento del campo y los salarios de los guardias SS.

A la orden de la Gestapo, la comunidad judía de Ostrava tuvo que emitir edictos y publicarlos en los periódicos a lo largo de una semana entera convocando a todos los varones judíos a la Caballeriza de Ostrava, un lugar ideal para reunir a una gran masa de gente.

Allí, el 17 de octubre, un día antes de la salida del tren, médicos alemanes seleccionaron a los hombres más jóvenes y más capacitados, especifica Mečislav Borák.

“Sin embargo, como he comprobado, incluyeron entre los deportados a muchas personas menores de 18 y mayores de 60 años. Esta gente fue trasladada en autobuses a la estación de carga de Ostrava. No viajaron en vagones para el ganado como ocurriría después, sino en vagones normales de pasajeros, siempre unos 50 hombres en cada uno. En total, había en el tren unas mil personas.”

Los nazis necesitaron apenas diez días para preparar la primera deportación masiva de judíos europeos.

Adolfo Eichmann, encargado de coordinar la ‘operación’, se desplazó personalmente a Ostrava y fundó en la ciudad una sucursal de la Central para el Traslado de la Población Judía, de Viena.

Fue él quien encontró el lugar para la construcción del campo, apunta Mečislav Borák.

“Encontré en los archivos su telegrama en el que Eichmann escribe que el destino final de la deportación es Nisko, en el río San. El telegrama llegó el 15 de octubre por la noche, así que antes nadie tenía ni la menor idea de a dónde irían los trenes.”

Eichmann y su gente aprendieron rápido cómo organizar el traslado a pesar de no tener ninguna experiencia. Tuvieron que calcular la longitud del tren.

Llegaron a la conclusión de que serían 520 metros.

Y cómo ubicar los vagones para ocultar que se trataba de un transporte civil, lo cual despertaría desconfianza del público.

Así que camuflaron los trenes como militares.

La técnica de transporte que los nazis probaron en el caso de Nisko fue utilizada después cuando procedieron a las deportaciones de exterminio.

Los hombres deportados a Nisko pudieron llevar una maleta con cosas personales y alimentos para el viaje. De aquéllos que eran pobres o que acababan de regresar de la cárcel se encargó la comunidad judía.

Naturalmente, los nazis querían disimular el objetivo verdadero del campo. Cada uno de los judíos tuvo que firmar un documento en el que decía que viajaba voluntariamente para participar en un ‘curso de recapacitación’, explica el historiador Borák.

“Era entonces algo bastante habitual porque los nazis ordenaron que los judíos no podían trabajar como funcionarios, banqueros, comerciantes, sino sólo como obreros, agricultores o mano de obra de calidad inferior. Y aprender los trabajos agrícolas era lo primordial porque se suponía que en esos lugares a donde serían desalojados los judíos tendrían que mantenerse por su propia cuenta. Por eso a nadie le parecía demasiado extraño a primera vista.”

Las familias tuvieron estrictamente prohibido ir a la estación para despedirse de sus padres, hijos, abuelos…

“A pesar de ello acudieron las mujeres judías, pero se les sumaron también sus vecinas checas que gritaron que pronto sería el turno de los checos. Existe un informe al respecto donde la Gestapo se queja de que se perdió el control de la situación, que el público se enteró de ello y que provocó indignación.”

La señora Michal Efrat, hoy residente en Israel, tenía 13 años cuando su padre fue deportado con otros mil varones judíos a Nisko.

“Recuerdo que le di mi cadenita de plata con la estrella judía que tenía colgada al cuello. Me decía que fue lo que le había salvado.”

De los en total 5.000 prisioneros que fueron deportados a Nisko de Ostrava, Viena y Katowice se quedaron en el campo solamente unos 500, es decir una décima parte. Los demás fueron conducidos directamente a los pantanales en los alrededores, cuenta Mečislav Borák.

“Al llegar a Nisko, todos pensaban que construirían un campo. Pero los alemanes seleccionaron sólo a carpinteros y otros artesanos de construcción, a médicos que necesitaban para el funcionamiento del campo, y a todos los demás ni los llevaron al lugar donde debía construirse el campo. Los hicieron avanzar hacia la tierra pantanosa entre los ríos San y Bug prohibiéndoles regresar bajo la amenaza de fusilamiento.”

‘Verchnichtung durch Arbeit’ —‘Exterminio por medio del trabajo’—. Estas palabras señalan la política de los nazis en los campos de concentración. Para el caso de Nisko podría aplicarse el término ‘Vernichtung durch Aussiedlung’ —‘Exterminio por medio de la expulsión’—. Los que lograron salir de los pantanales acabaron en manos de alemanes que controlaban la zona en el contorno de Lublin.

Otros cruzaron la línea de demarcación con la Unión Soviética. Allí eran capturados por los guardias fronterizos, juzgados por espionaje y condenados a entre tres y cinco años de internación en campos de trabajos forzados soviéticos, los gulags.

Los que lograron esconderse, no escaparon a las deportaciones soviéticas que se realizaron en primavera de 1940 en las regiones fronterizas y durante las cuales todos los habitantes fueron trasladados al interior del país a Kazajistán, Siberia y otros lugares.

De los judíos checoslovacos fueron destinados a los gulags unos 900. Sobrevivieron pocos. Unos 300 se afiliaron tras la amnistía a la unidad militar checoslovaca que se formaba a principios de 1942 en Buzuluk bajo el mando del subcoronel Ludvík Svoboda. La mayoría de ellos cayó en el frente. Sólo 23 hombres llegaron a ver el fin de la guerra en Checoslovaquia.

El campo de Nisko fue cerrado en la primavera de 1940 y los presos fueron mandados a casa. Las fuentes históricas indican que el gobernador de Cracovia, Hans Frank, se quejaba de que Nisko era una acción precipitada de Eichmann y que nadie le había pedido su autorización.

En realidad, los nazis no sabían todavía qué hacer con los prisioneros judíos. Además, el campo estaba situado lejos de la estación y cuando se desbordaban las aguas del río San quedaba totalmente apartado del resto del mundo.

El padre de la señora Michal Efrat estuvo entre aquellos trescientos hombres que lograron regresar a Ostrava, según recuerda su hija.

“Mi padre volvió en 1940 y se quedó con nosotros hasta 1942. No habló mucho sobre lo que había vivido en Polonia, sólo con mi mamá, pero a mí y a mi hermano no nos contó nada. En 1942 toda la familia fue enviada al campo de concentración de Terezín. Mi padre tenía 46 años. Murió tres meses después de llegar a Terezín a causa de un ataque al corazón que le causó Nisko.”

Según Mečislav Borák, de los judíos que fueron deportados a Nisko desde Viena hoy no vive ya ninguno. Tampoco de los checos. De los judíos polacos hay poca información porque no se conservaron ni las listas con sus nombres. El historiador logró encontrar a uno. El señor Otto Vinecki vive en Australia.