El tesoro de los Sudetes: encuentran pertenencias de checoalemanes expulsados en 1945

Rudi Schlattner, foto: Jiří Preclík, Radiodifusión Checa

Historiadores checos han encontrado en un ático las pertenencias de una familia de checoalemanes que fueron escondidas en 1945 antes de su expulsión. Al escondite les guio uno de sus descencientes, ahora de 83 años de edad. El llamado Tesoro de los Sudetes no contiene dinero ni joyas, pero su valor histórico es muy elevado. Se lo cuenta Carlos Ferrer.

Rudi Schlattner,  foto: Jiří Preclík,  Radiodifusión Checa
Rudolf Schlatter tiene 83 años y, aunque vive en Stuttgart, nació en el pueblo checoslovaco de Libouchec, en alemán Königswald. Seguramente estuvo pensando mucho estos últimos días sobre su infancia y lo que dejó allí cuando su familia fue expulsada en 1945. A finales del pasado mes de julio se desplazó al lugar de sus orígenes y anunció a las autoridades que conocía el emplazamiento de un tesoro que su familia escondió antes de abandonar Checoslovaquia para siempre.

En la buhardilla de la antigua casa de los Schlatter, que actualmente es utilizada como escuela, los historiadores hallaron un gran número de paquetes envueltos cuidadosamente en papel y atados con cordel. Estaban tan bien ocultos que nadie los había encontrado durante más de 70 años, a pesar de que el tejado del edificio había sido restaurado.

El director del Museo de Ústí nad Labem, Václav Houfek, encargado del caso, explica así el descubrimiento.

 Václav Houfek,  foto: ČT24
“En un escondite del ático había ocultos 113 paquetes, cajas, cajones y baúles con diferentes objetos. Los trajimos todos al museo, donde en estos momentos tiene lugar su apertura y la clasificación y documentación del contenido de cada paquete”

Los expertos se han encontrado con toda una colección de enseres de la época: cuadros, libros, anuarios de revistas, alfombras, paraguas, sombreros, cubiertos, el gorro de un oficial de la Wehrmacht, esquís, abrigos de piel y otras vestimentas, e incluso una caja llena de botones. Sus propietarios seguramente recordaban la dura posguerra de la Primera Guerra Mundial, cuando se llegó a utilizar botones como moneda de cambio.

Foto: Gabriela Hauptvogelová,  Radiodifusión Checa
Aunque todavía no se ha abierto ni clasificado todo, Houfek duda que se encuentren los ahorros en metálico de la familia.

“Entonces la única moneda realmente válida eran los objetos de uso cotidiano, y las monedas y billetes no tenían valor”.

Rudolf Schlatter ha explicado a los historiadores que él mismo ayudó a su tío a esconder todo aquello en el ático al final de la guerra. La familia decidió ocultar no solo sus cosas sino también las posesiones de vecinos e incluso de refugiados procedentes del este que habían encontrado alojamiento en la casa.

Poniendo a salvo las reservas para los tiempos duros

Los historiadores suponen que el grueso del tesoro fue puesto a resguardo por los Schlatter justo antes de su destierro. Esperaban poder volver a su hogar en algún momento, y sabían que el edificio sería saqueado tras su partida.

Foto: Gabriela Hauptvogelová,  Radiodifusión Checa
“Contiene una selección de objetos que documenta la mentalidad de la gente al final de la guerra, cuando esperaban su expulsión y no sabían si podrían volver, ni qué pasaría con ellos. Ante esta situación trataron de esconder un conjunto de objetos a los que atribuían algún significado. La mayoría son objetos de uso cotidiano, ya que suponían que volverían pronto y que continuarían en un estilo de vida de posguerra, con las privaciones que ello supone”.

El gran valor del hallazgo viene acentuado además por suponer un hito histórico, asegura Houfek.

“Se trata de un hecho infrecuente. La mayor parte de los llamados tesoros de los Sudetes fueron hallados poco después de la guerra por los checos que tomaron los inmuebles, o después por los propios sudetoalemanes en los años 60 y 70, que pudieron volver para visitar las antiguas pertenencias de sus familias. Aquí en Bohemia Occidental también jugó un papel importante la demolición sistemática de pueblos para crear minas a cielo abierto, con lo que seguramente desaparecieron tesoros parecidos. Es la primera vez que podemos documentar algo así, y gracias al testigo, que tenía entonces 13 años, podremos complementar la información”.

Foto: Jiří Preclík,  Radiodifusión Checa
Ahora una de las cuestiones a resolver es a quién pertenece el Tesoro de los Sudetes. De acuerdo con la ley, las posesiones de los Schlatter pasarían a ser propiedad del Estado checo, apunta Václav Houfek.

“Supongo que acabará en la colección del museo. Trataremos de que sea así porque Libouchec se encuentra dentro del ámbito de interés de nuestro museo, pero tendremos que hablarlo con las autoridades competentes, porque el hallazgo muy probablemente pertenece al Estado, ya que entonces las propiedades de los sudetoalemanes fueron confiscadas. Pero no soy abogado, eso se irá viendo. El deseo de Rudi Schlattner es que esté en un museo público, y si no es en nuestro museo, debería estar en otra institución pública del país".

De esta forma el Tesoro de los Sudetes podría ser expuesto al público este año como parte de las actividades culturales organizadas por todo el país en recuerdo del 70 aniversario de la expulsión de los alemanes de los Sudetes.

Tres millones de desplazados

Este episodio histórico aún despierta de hecho pasiones y recelos en la opinión pública checa. Corría el año 1945 y Alemania acababa de capitular. Los Sudetes, una región histórica de Bohemia habitada mayormente por alemanes, volvió de nuevo a integrarse en Checoslovaquia. La ocupación nazi y el papel que los sudetoalemanes habían jugado en ella, junto a las consecuentes tensiones étnicas y otros factores políticos, llevó al presidente checoslovaco, Edvard Beneš, a decretar la expulsión de todos los alemanes étnicos que no pudieran demostrar su oposición al Tercer Reich.

Se trató de una limpieza étnica que vino acompañada en ocasiones de rudeza y brutalidad y que lanzó a una Alemania devastada por la guerra a tres millones de desplazados. Los Sudetes fueron repoblados con checos de otras regiones y esta región, en su momento rica e industrializada, cayó en un largo sopor y decadencia que a su manera dura hasta la actualidad.

Este trágico incidente no solo está lejos de ser olvidado, sino que sigue en la memoria de la opinión pública checa, una parte de la cual teme aún la posible devolución de propiedades a los descendientes de los desterrados. Este año sin embargo, coincidiendo con el 70 aniversario de los decretos de Beneš, se ha producido por primera vez una distensión al respecto. Autoridades públicas checas han lamentado los episodios de mayor crueldad que tuvieron lugar durante la expulsión, en los medios de comunicación se debate sobre la dureza de la revancha y la idoneidad de la culpa colectiva, y por su parte las asociaciones de descendientes de sudetoalemanes más importantes han renunciado a cualquier reclamación territorial.