El sistema de transporte público de Praga, a examen

En vísperas de lo que podría ser la primera huelga de transporte público en Praga de los últimos 10 años, el sistema de metros, tranvías y autobuses de la capital checa está cobrando una renovada actualidad. En esta edición de A Toda Marcha indagaremos en la opinión de los praguenses sobre su transporte urbano.

Metro en Praga
La puntualidad, cobertura y frecuencia de paso del Transporte Público Metropolitano es indiscutiblemente una de las ventajas de vivir en Praga que solemos nombrar los extranjeros procedentes de Latinoamérica o el sur de Europa. No en vano, la empresa de Transporte Público Metropolitano de Praga es una gigantesca entidad con más de diez mil empleados, tres líneas de metro, 25 de tranvía y 163 de autobús. Todo sin contar el transporte nocturno, con nueve líneas de tranvía y 13 de autobús.

Con sus casi 18.000 kilómetros de cobertura, Praga se sitúa en cuanto a transporte público a la cabeza de la Unión Europea, solo por detrás de Estocolmo, y por encima de metrópolis como Londres o París.

Sin embargo, no todo es perfecto. En el funcionamiento del sistema también hay problemas, como señala Petra Ostrolucká, profesora de secundaria.

Tranvía en Praga
“La única cosa es que por las mañanas, a eso de las siete de la mañana, o a las cinco de la tarde, está bastante lleno. Depende, yo voy a Dejvická, entonces allí sí que hay mucha gente que baja y sube. Allí sí que está llenísimo. Es la única cosa que me molesta un poquito”.

En cuanto a la puntualidad, es fácil de comprobar. En cada parada está indicado el horario con la hora exacta a la que ha de llegar el vehículo. Aunque su exactitud pueda resultar asombrosa a los ojos de alguien que no sea centroeuropeo, Lenka, estudiante de biología, no está del todo convencida.

Autobus en Praga
“El problema es con los autobuses, que tardan mucho porque siempre hay muchos automóviles, pero con los tranvías está bien, y el metro genial. Lo único que cambiaría es que no me gusta que no se pueda entrar con la bicicleta a los autobuses y también hay un poco de problema con los tranvías”. Otro tema es el precio. Un billete sencillo y sin descuento cuesta un euro, un billete para un día entero, cuatro euros, para cinco días, 20 euros. Los bonos salen más económicos: el anual por unos 180 euros el trimestral por 57 euros y el mensual por 22 euros.

Unas cantidades que a Petra le parecen razonables.

“Los billetes de un día sí que son caros. El precio de un viaje de ida, de 26 coronas o así (1 euro), me parece bastante. Pero lo que compro yo, un mensual, sí que es adecuado”.

No es la misma opinión que la de Lenka, para quien el sistema de transporte público praguense no ofrece una buena relación calidad precio.

“El precio para mí es demasiado caro. Como estudiante no gano mucho, y ellos quieren subir aún los precios, dicen. En general, no es que me guste el transporte público en Praga. Me parece que está bien, más o menos sí”.

Cada día se registran en el metro, tranvía o autobús de Praga unos 3.500.000 de pasajeros, y más de 200.000 personas cuentan con un abono anual. Y eso en una ciudad de apenas 1.200.000 habitantes es algo más que significativo. La dependencia del transporte público para los desplazamientos es tal que en caso de huelga, muchas empresas y centros educativos ya han anunciado que permitirán a trabajadores y estudiantes quedarse en casa.

Autor: Carlos Ferrer
palabra clave:
audio