El origen de la nación checa y otras leyendas
Cada nación cuenta con leyendas populares que explican su origen y relatan sobre su historia más remota. El escritor checo Alois Jirásek se dio el trabajo de recoger las antiguas leyendas checas y recontarlas a su manera. En este Hable Checo veremos algunas de ellas.
Claro que sí. Se debe al padre mítico de la nación checa– praotec českého národa -, Čech.
Así lo cuentan las leyendas. Hace muchísimos años vivían en la lejana Croacia, considerada como la cuna de las naciones eslavas– kolébka slovanských národů -, dos hermanos: Čech y Lech.
Expulsados por la guerra civil que sacudía su país, los hermanos con sus familias partieron de viaje– vydali se na cestu – en busca de mejores condiciones para vivir.
Caminaron durante muchísimos días, cruzando tres ríos grandes– tři velké řeky -: el Óder, el Elba y el Moldava.
Hasta que un día llegaron a una llanura fértil– úrodná rovina - en medio de la cual se levantaba un monte alto– vysoká hora -. Era Říp y, por cierto, no es tan alto como cuenta la leyenda. Alcanza poco más de 450 metros sobre el nivel del mar.
Lo importante es que a Čech le gustó bastante el lugar y decidió quedarse– rozhodl se zůstat - con toda su familia. En su honor, la tierra fue denominada Chequia– Čechy -.
Katka, por favor, cuénta la de Horymír y Šemík…
Era en los tiempos del rey Křesomysl, que podría traducirse como ‘El que mantiene la mente fresca’. Se puede decir que fue el primer impulsor de la industria minera– průkopník důlního průmyslu - en el país.
Quiere decir que apoyaba la explotación de la plata– těžbu stříbra – en detrimento de la agricultura– zemědělství -. Por eso tenía a muchos adversarios– mnoho odpůrců - y uno de los más asiduos era Horymír, de la localidad de Neumětely.
Saltaré los detalles poco importantes e iré al grano– půjdu k jádru -. Horymír tanto le amargaba la vida– ztrpčoval mu život - a Křesomysl, que éste mandó capturarlo y lo condenó a muerte– odsoudil ho na smrt -.
Ahora viene la mejor parte– nejlepší část – del cuento. Horymír tuvo un último deseo– poslední přání – antes de morir: dar un paseo en su caballo Šemík, en el patio del castillo real de Vyšehrad.
Dice la leyenda que cuando Horymír pitó por primera vez, Šemíkrelinchó fuerte– silně zaržál -, cuando pitó por segunda vez, el caballo se levantó sobre las patas traseras– vzepjal se na zadních - y cuando pitó por tercera vez, Šemík dio un salto, superó las murallas del castillo– přeskočil hradby -, y huyó– uprchl -. Un poco exagerado, ¿no?
¿Por qué?
Pues, Vyšehrad está situado sobre una roca abrupta– strmá skála - y encima rodeado del río Moldava. No creo que los dos hayan sobrevivido al salto…
Pero Šemík no era un caballo cualquiera. Dicen que incluso sabía hablar– uměl mluvit -. Además, la leyenda dice que murió pocos días después.
De todas formas yo prefiero la leyenda sobre la Guerra de las Muchachas– Dívčí válka -.Me lo imaginaba– to jsem si mohl myslet -.
Las muchachas decidieron un día terminar con la hegemonía de los hombres– nadvláda mužů – y se rebelaron contra ellos. Lideradas por la más brava de todas, Vlasta, le declararon la guerra al sexo masculino.
Pero, recuerda, como acabaron. Los hombres al principio se reían de ellas, pero cuando ya hubo demasiadas víctimas y las mujeres no paraban, las mataron a todas– všechny je zabili - y su castillo Děvínlo hicieron cenizas– spálili na popel -. Hay un lugar en Praga que recuerda esta leyenda. Es el parque – Divoká Šárka –, en español, La Salvaje Šárka. Hace referencia a una de las protagonistas de la Guerra de las Muchachas, Šárka, que gracias a su divina belleza– božská krása - logró engañar a un hombre aristocrático, un tal Ctirad. Fascinado por la belleza de Šárka, Ctiradperdió su cautela– ztratil ostražitost - y murió asesinado– byl zavražděn - por las compañeras de Šárka.