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3) Daliborka: La legendaria prisión del Castillo de Praga

Daliborka, foto: Jolana Nováková, ČRo

Puede que Daliborka no sea uno de los mayores atractivos del Castillo de Praga, pero ha dejado su huella imborrable en la cultura y literatura checas. En el tercer episodio de nuestra serie “Lugares de Praga con historia” les presentamos esta torre de defensa que ocultaba en sus interiores una prisión medieval y que se convirtió en el escenario de una de las leyendas checas más populares.

Daliborka,  foto: Jolana Nováková,  ČRo

La mayoría de los checos conoce la historia del noble Dalibor, encarcelado en una de las torres del Castillo de Praga, que tocaba el violín para que los habitantes del barrio le trajeran comida y otros obsequios. Hoy sabemos que la leyenda fue inventada y que la torre, que hoy lleva el nombre del violinista, fue el escenario de sucesos más crueles.

Durante el reinado de Vladislao Jagellón, a finales del siglo XV y principios del siglo XVI, el Castillo de Praga pasó por una gran renovación. La construcción más notable de esta época es la Sala de Vladislao, el espacio solemne más extenso del Castillo de Praga. Fue allí donde se celebraban banquetes de coronación e incluso torneos de caballeros.

Stanislav Kubát,  foto: Thomas McEnchroe

Otra estructura construida por orden de Vladislao, aunque menos conocida, es la torre Daliborka, situada en la parte noroeste del castillo y adyacente al  famoso Callejón del Oro. Fue construida en el año 1496, contaba con siete pisos y paredes de piedra de más de dos metros de ancho. Estaba integrada en la fortificación del castillo y la intención del rey era que sirviera a la artillería.

No obstante, la torre terminó haciéndose famosa por convertirse en una cruel prisión, según cuenta Stanislav Kubát que trabaja en el Castillo de Praga como guía.

“Suponemos que desde el principio estaba previsto que habría una prisión en los pisos inferiores de Daliborka. No obstante, tras finalizarse su construcción, la torre entera se convirtió en cárcel”.

La leyenda de Dalibor

Věnceslav Černý: Dalibor de Kozojedy en la torre,  foto: Wikimedia Commons,  CC0

La torre Daliborka le debe su nombre al primer prisionero que acogió, Dalibor de Kozojedy, encarcelado durante el reinado de Vladislao. Dalibor provenía de una casa noble que supuestamente destacó por su valentía bajo el gobierno de Juan I de Luxemburgo. Dalibor de Kozojedy fue inmortalizado por el historiador, escritor y político checo Alois Jirásek en una de sus ‘Viejas Leyendas Checas’.

La historia cuenta que unos campesinos en la región de Litoměřice se sublevaron contra su señor porque este era un cruel tirano que los trataba mal y les encargaba trabajo injusto. Los labriegos atacaron su fortaleza, forzaron el portón y cuando el hidalgo, llamado Adam Ploskovský, se resistía, lo hirieron y capturaron. Para salvar su vida, el hidalgo los liberó de su dominio y prometió no perseguirlos.

En la vecindad vivía Dalibor de Kozojedy, conocido por su compasión y por tratar bien a sus súbditos. Los campesinos le contaron que habían tomado posesión de la fortaleza del cruel hidalgo y le pidieron que se hiciera cargo de ella, que ellos se convertirían en sus feudatarios.

Dalibor de Kozojedy

No obstante, Adam Ploskovský no quiso rendirse tan fácilmente y se quejó a los nobles más altos. Por orden del rey Vladislao, el grupo de campesinos fue dispersado y Dalibor capturado y encarcelado en la recién completada torre del Castillo de Praga, resume la historia Stanislav Kubát.

“Lo encarcelaron básicamente porque defendió a algunos de los sublevados o rebeldes de su vecino, Adam Ploskovský, y los protegió. Al mismo tiempo se aprovechó de la situación para apropiarse de algunos bienes de Adam lo que, por supuesto, no era legal. Por ello fue condenado y arrojado en la torre Daliborka”.

Según escribe Jirásek, en la prisión, Dalibor pronto empezó a añorar su hogar y, para matar el tiempo, encargó que le trajeran un instrumento musical.

“Y compró así un violín por el modesto dinero que le dejaron y que le servía para alimentarse. Una vez que el carcelero le trajo el violín, Dalibor se puso a practicar. Nunca había tenido un arco en sus manos, pero ahora casi no lo soltaba. Aprendía a tocar solo, tocaba y tocaba, los momentos largos se acortaban, el tiempo trascurría con mayor rapidez y la música que creaba era cada vez mejor, más armoniosa, más dulce”.

La película 'Dalibor',  1956,  foto: ČT

La leyenda cuenta que cuando Dalibor tocaba, bajaba desde la torre un talego de lienzo colgado de un cordón. En él los burgueses misericordiosos le dejaban regalos para que no sufriera de hambre o escasez. La historia se popularizó de tal manera, que el compositor Bedřich Smetana escribió una ópera del mismo nombre. En la década de 1950 esta fue adaptada también a la gran pantalla.

No obstante, al parecer, esta leyenda se basa menos en la realidad que otras, ya que Dalibor de Kozojedy en realidad no era tan noble, cuenta Kubát.

“Hoy en día sabemos que la historia fue diferente. Existen muchas explicaciones de cómo surgió la leyenda. Lo más probable es que el violín era un instrumento de tortura, ya que era un nombre coloquial con el que se referían en la época a una especie de picota. Esta servía para sujetar las manos y el cuello del prisionero delante o al lado de su cara. Así la silueta recordaba al instrumento musical que inspiró el nombre”.

'Violín' de Daliborka,  foto: Thomas McEnchroe

Existe también una teoría de que el “violín” era realmente un garrote. La realidad entonces sería que a Dalibor lo torturaban e interrogaban con este instrumento. O al menos esa es la explicación de Josef Svátek, escritor checo y contemporáneo de Jirásek. Por lo cual en realidad no se trataría entonces de un tono de violín sino de los chillidos del pobre Dalibor.

La prisión de Daliborka,  foto: Jolana Nováková,  ČRo

No obstante, según Kubát, esta versión de la leyenda es poco probable, ya que Dalibor pertenecía a la nobleza y a los nobles no se les torturaba. Además, la culpa de Dalibor era evidente y no hacía falta que confesara su delito.

Dalibor pasó en la cárcel un máximo de dos años. Fue ejecutado en el patio de la cercana Torre Negra de Praga en 1498.

Celdas medievales de lujo

Los visitantes del Castillo de Praga pueden pasar hoy en día también por la torre Daliborka. Dentro encontrarán el famoso “violín” de Dalibor, el garrote, al igual que otros instrumentos de tortura, cuenta Kubát.

“En primer lugar quiero precisar que los instrumentos originalmente no estaban aquí. La cámara de tortura del Castillo de Praga se situaba en la Torre Blanca que forma parte del Callejón del Oro. Lo que los visitantes pueden ver son jaulas humanas, aplastapulgares y una doncella de hierro. Esta última es más bien una curiosidad porque sabemos que este instrumento de tortura es un invento del romanticismo y empezó a utilizarse solo a finales del siglo XVIII. Esta nunca sirvió para torturar, desde el principio se trataba de una maqueta”.

Aunque los instrumentos no sean los originales, las dimensiones de la torre sí lo son. Daliborka ya no cuenta con siete pisos, pero se puede apreciar una de las celdas. Se trata de un pequeño espacio de unos cuantos metros cuadrados donde una persona adulta apenas puede acostarse. Según explica Kubát, se trataba de condiciones corrientes.

Daliborka,  foto: Thomas McEnchroe

“En comparación con las celdas para los que no eran nobles podemos decir que estas eran incluso lujosas. Hasta se calentaban a veces, práctica que no era muy común. Las celdas aquí en Daliborka no tenían rejas, sino una pared de madera con una pequeña puerta por la cual los prisioneros recibían comida. Tenían ventanas, lo que tampoco era muy común. Pero sobre todo los nobles no estaban obligados a compartir su celda con nadie más”.

Según cuenta Kubát, la parte más terrible de Daliborka era la parte inferior de la torre, que contaba con una sola entrada, o más bien un agujero.

Daliborka,  foto: Thomas McEnchroe

“En la planta baja hay un hoyo en el suelo. A los prisioneros problemáticos o rebeldes los bajaban con la ayuda de una polea compuesta a la mazmorra. Allí las condiciones eran muy malas. Hacía mucho frío, estaba oscuro y solo había una pequeña ventana. Además el grosor de las paredes en esta parte de la torre era de hasta 320 centímetros. Los que terminaban allí estaban básicamente destinados a morir de hambre”.

Una historia cuenta que al explorar la torre, los arqueólogos descubrieron un cadáver en un pequeño túnel que conducía desde la mazmorra en dirección a uno de los fosos del Castillo. Según Kubát se trata probablemente de un prisionero que intentó escapar. Y casi lo logró, el cadáver fue encontrado a solo unos 30 centímetros de la fosa, que hubiera significado la libertad.

Daliborka en la historia más moderna

Dalibor de Kozojedy no fue el único prisionero famoso de la torre. Tras la derrota de los nobles checos por los Habsburgo en la batalla de la Montaña Blanca en 1620 fue allí donde encerraron a los líderes de la insurrección protestante que después fueron ejecutados en la Plaza de la Ciudad Vieja de Praga en 1621.

Daliborka con la Torre Negra,  foto: Kristýna Maková / Praha křížem krážem

La torre cumplió su función de cárcel hasta el final del siglo XVIII cuando el emperador José II de Austria introdujo un nuevo código penitenciario. Además, en 1781 fue dañada por un incendio.

Hoy en día, Daliborka constituye uno de los puntos del recorrido por el Castillo de Praga, junto con el popular Callejón del Oro que tiene a su lado. De acuerdo con el portavoz del Castillo de Praga, Jan Pastor, también en este sitio emblemático se ha sentido el impacto de la pandemia del coronavirus.

“El Callejón del Oro y Daliborka fueron visitados en 2019 por casi dos millones de personas. Mientras que en junio del año pasado fueron cerca de 200 000 visitantes, este mes de junio acogimos apenas 25 000. Por lo que vemos claramente que el bajón ocasionado por la pandemia fue de más del 85 %”.

No obstante, según Kubát, este año es idóneo para los que quieran venir a Praga y visitar la torre Daliborka, ya que podrán recorrer el Castillo de Praga con más calma y menos colas. Sobre todo los amantes de la historia y las leyendas no se la pueden perder.

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Autores: Romana Marksová , Tom McEnchroe
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