El museo al aire libre de Veselý kopec ya huele a dulces de Navidad
Casas del siglo XIX, luz de velas, decoración navideña tradicional. Esa es la atmósfera que ofrece estos días a sus visitantes el museo a cielo abierto de Veselý Kopec, que ha añadido para estas fiestas un programa navideño a su habitual presentación de la vida cotidiana en la campiña checa en la época anterior a la electricidad.
El museo de Veselý Kopec sigue el modelo de los llamados skanzen, es decir, representaciones en grandes áreas de edificios o poblaciones enteras tal como eran en cierta época, para que los visitantes las puedan recorrer. En el recinto encontramos un pueblo originalmente fue fundado en el siglo XVI, y que tras quedar abandonado, fue convertido en museo en el año 1972 gracias sobre todo al trabajo de entusiastas voluntarios, interesados en proteger y promover el patrimonio arquitectónico rural de la región de Vysočina.
En los interiores encontramos además objetos y herramientas de época que recrean el trabajo, ocio, religiosidad y en general el modo de vida que caracterizaba a las aldeas campesinas de finales del siglo XIX y principios del XX.
Las Navidades que llegaron del pasado
En este viaje al pasado, y aprovechando las fechas en las que estamos, no falta tampoco la celebración de la Navidad. En el marco del programa ‘Nuestro Niño Jesús’ los visitantes podrán colarse en las casas de madera de la aldea y descubrir a la luz de las velas el ambiente de las reuniones familiares en Adviento, los regalos que San Nicolás traía a los niños o lo que se comía en Nochebuena, entre otras muchas curiosidades. Se trata de un escenario ideal para disfrutar del encanto de estas fechas, comenta la guía Miloslava Pluhařová.
“Las Navidades son hermosas en este lugar. Las casas están decoradas con motivos navideños, se hornean pastas y dulces, bollos de Nochebuena. Las chimeneas y estufas están encendidas…”.Efectivamente, el color y el aroma mágico de estas fiestas llegará gracias a la decoración navideña tradicional, compuesta por piezas de cristal o abalorios, manufacturada por artesanos locales, así como por la elaboración en vivo de pan de jengibre en hornos de época o la preparación de dulces de Navidad.
El 6 de diciembre, coincidiendo con las celebraciones de San Nicolás, la aldea será escenario de una matanza checa tradicional, que vendrá acompañada de la consiguiente degustación de carnes y embutidos. Por otro lado, hasta el 14 de diciembre habrá en Veselý Kopec recitales en directo de villancicos.
Un recopilatorio de arquitectura popular
Del asentamiento original de Veselý Kopec tan solo queda una edificación, una cabaña del tipo llamado “bezzemná”, es decir, sin tierra, consistente en una humilde construcción de madera con ventanas pequeñas y suelo de arcilla. El resto de los más de 30 edificios del pueblo fue construido más tarde o traído de los alrededores tras la fundación del museo, teniendo en cuenta su valor histórico y representativo.
Pero, ¿cómo se traslada una casa? Pluhařová nos lo explica.
“El edificio se desarma en el sitio y los carpinteros toman nota de cómo estaban dispuestas las vigas y pilares. Todo se lleva al nuevo emplazamiento, se excavan los cimientos y se va reconstruyendo según la descripción. Así es como se traslada una casa de madera”.Entre las construcciones que hoy día conforman el museo de Veselý Kopec encontramos un granero, un redil para ovejas, colmenas, un secadero de fruta, otro de lana o incluso una campana situada en un poste, habitual antiguamente en las poblaciones sin iglesia.
“Esta campana es una reconstrucción de la campana de Jeníkov. Este tipo de campanas comenzaron a aparecer en las aldeas con la llamada “patente de fuego” emitida por la emperatriz María Teresa en 1751, y que imponía una normativa antiincendios. Su objetivo era poder dar la alarma si se declaraba un incendio”.
También resulta de interés el pozo cubierto traída del asentamiento de U Pilných, una construcción de carácter único restaurada y situada ahora en el lugar donde estaba originalmente el pozo cubierto de Veselý Kopec, prosigue Pluhařová.
“Uno de los habitáculos cubre el pozo y por el otro fluye un manantial. Aquí se ponían alimentos a refrescar, como mantequilla, leche o requesón, y el cuarto se podía cerrar con una llave y una cerradura, ambos de madera”.En la aldea descansa también un carromato de titiriteros que antaño perteneció al legendario titiritero checo Matěj Kopecký, y que todavía era utilizado en los años 60 durante sus giras, sirviendo entonces de habitación para los niños.
Más amplia y cómoda es sin duda la granja de Mokrá Lhota, el edificio más moderno de todo el museo, en cuyos interiores encontramos una exposición de vida cotidiana de los años 50 del siglo XX. Los utensilios y objetos expuestos intentan ser lo más fieles posibles, comenta nuestra guía.
“Un día vino a verla una vecina de la familia Hruška, los propietarios originales. Tenía curiosidad por saber si la copia estaba hecha con exactitud. Miro hasta en la hornacina de la cocina y dijo que la tenían igual cuando iba a visitarlos”.
El molino de Oldřetice
Aunque de todo lo que podemos encontrar en el skanzen, posiblemente la construcción más interesante sea el molino de Oldřetice, cuya historia nos cuenta Pluhařová.
“En este sitio se alzaba desde mediados del siglo XVI el molino de Veselý Kopec. Desde el siglo XVIII se añadieron al edificio original un peladero de grano y una pequeña taberna. El molinero obtuvo la concesión de expender bebidas alcohólicas, así que pudo servir cerveza. Antiguamente por el pueblo pasaba un camino público, se le decía la carretera de Moravia. Luego hicieron un nuevo trazado que unía directamente Trhová Kamenice y Žďar nad Sázavou, con lo que dejaron de pasar viajeros y el molino empezó a decaer. Se fueron turnando propietarios y en 1909 ardió hasta los cimientos. Cuando se estaba fundando el museo, los responsables empezaron a mirar qué molino se podría traer aquí. Tenía que ser del mismo tipo y las mismas dimensiones que el original. Así que trajeron este molino de Oldřetice, que fue construido en el siglo XVII”.Los molineros se encontraban antes entre los habitantes más ricos de los pueblos checos, y de hecho en el museo de Veselý Kopec uno puede comparar el nivel de vida del molino con el de las cabañas de alrededor. Por lo demás, parte de las herramientas del molinero siguen siendo funcionales, como por ejemplo la sierra, señala la guía.
“Esta sierra se trajo de Dolní Sloupnice, donde se estuvo utilizando hasta 1950. es de un tipo que aquí se llama “de un lado” (jednuška) u horizontal, porque tiene un filo de corte horizontal y puede serrar troncos de gran calibre. Puede funcionar con un motor eléctrico”.Más práctica es quizás la rueda de madera situada justo encima de la entrada, y que tenía como función original espantar a los fantasmas, o el juego de ollas para elaborar confitura de ciruelas. En una se cocían, en otra se pelaban y deshuesaban y en la tercera se deshidrataba a fuego lento.
“No había preparados como los de hoy en día, así que la confitura se tenía que rebajar lo suficiente para que durara varios años sin echarse a perder. Cuando se quería utilizar por ejemplo para bollos rellenos, había que cortar un pedazo y hervirlo en agua. Las ollas las trajimos de Klešice junto con una armónica. Allí era utilizada por un policía municipal para avisar de que la confitura estaba lista, para que la gente no se durmiera y la comida no se quemara”.
Y si el visitante quiere irse con una ligera sensación de asombro, no debería dejar de ver la almazara de mediados del siglo XVIII traída de Damašek u Pusté Rybné, y que se utilizaba para la fabricación de aceite de semillas de lino, aunque no se desdeñaban otras plantas como el cáñamo o las hayas. El aceite producido, de poca duración y poco práctico en comparación con el de oliva o el de girasol, se extraía con una prensa accionada por un molino de agua.