El Monasterio de Břevnov, donde se une lo espiritual y lo físico
Fundado por San Adalberto, el monasterio de Břevnov cumple 1030 años. Ocupado por los nazis y después por los comunistas, fue visitado por el Papa Juan Pablo II y hoy es la única archiabadía del país.
“Un monasterio no es el cielo en la tierra, sino un trozo de tierra donde queremos acercarnos al cielo”.
El Monasterio de Břevnov fue fundado por el obispo de Praga San Adalberto y el príncipe Boleslao II el Piadoso, y consagrado el 14 de enero del año 993. San Adalberto pensaba que Břevnov podía ser el punto de partida de misiones cristianas hacia el norte o hacia Hungría. Ya en la Edad Media se utilizaba en el contexto de Břevnov la palabra “archisterium”, es decir, un monasterio de importancia para un territorio más amplio, lo que fue confirmado en 1993 cuando Břevnov fue ascendido a archiabadía, la única en territorio checo.
40 años de oscuridad
La concesión del título de archiabadía llegó pocos años después de la Revolución de Terciopelo que terminó con el régimen comunista en Checoslovaquia. Durante los 40 años de la dictadura comunista, la Orden de San Benito contó con un solo nuevo miembro, Petr Prokop Siostrzonek, actual archiabad de Břevnov.
“Cuando entré, estaba en el exilio y fui el único miembro nuevo en hacerlo durante esos 40 años. Después asumí la tarea de empezar desde cero otra vez aquí en el año 1990. Yo le debo mucho a Anastáz Opasek. Él sabía que en 1990 no era posible restaurar la vida empezando por donde terminamos en 1950. Los tiempos cambiaron y él sabía que había que reaccionar a los desafíos y cambios sociales de la nueva época”.
Anastáz Opasek fue el abad de Břevnov antes de 1949. En ese año fue detenido y juzgado en uno de los procesos políticos junto a otros representantes de la Iglesia. Le amenazaron con la pena de muerte y después con la cadena perpetua. Al final fue condenado a 25 años de cárcel y lo amnistiaron en 1960. Después trabajó como albañil y participó en la construcción de la urbanización praguense de Petřiny, justo por encima de Břevnov. “Siempre se reía y decía que la urbanización debería llamarse Opaskov”, recuerda el archiabad Prokop con una sonrisa. Precisamente el contacto con Anastáz Opasek fue el motivo por el que le prohibieron a él también desempeñar actividades religiosas oficialmente. Durante dos años trabajó en la fábrica de radiocomunicación Tesla de Rožnov. Recuerda que a pesar de los problemas, en estos tiempos su fe le daba mucha esperanza.
“Tal vez muchos que emprendieron el camino de una vida consagrada secreta en las órdenes lo percibían como un misterio, como una aventura en una época que estaba prohibido. Uno tenía una base espiritual en una época difícil y podía decirse a sí mismo: ‘Vamos a destruir el régimen de alguna forma’”.
Durante el régimen comunista, Břevnov sirvió de sede al Archivo Central Estatal, que recaía bajo el Ministerio del Interior. En Břevnov también tenía sus oficinas la Policía secreta (STB), concretamente el departamento que vigilaba a los extranjeros en Praga. En Břevnov también se almacenaban productos agrícolas y una sociedad de construcción ocupó el pabellón Vojtěška, el lugar del nacimiento del arroyo Brusnice en el que, según la tradición, San Adalberto se encontró con el príncipe Boleslao II en el año 993.
“La gestión del monasterio se parece a la situación de la nobleza. Todos contamos con eso de ‘esto no es mío, sino que me lo confiaron para que lo cuidara de tal forma que no diera vergüenza pasarlo a otras generaciones”.
Los benedictinos pudieron volver al monasterio de Břevnov en 1990. El archiabad Prokop nunca olvidará la primera noche.
“Yo siempre digo que lo que no cuesta nada, no vale para nada. Es muy simbólico que nuestra primera noche en el monasterio haya sido del 20 al 21 de agosto de 1990. Ahora no quiero hacer referencia a la invasión de las tropas militares del Pacto de Varsovia en 1968. Esa noche operaron a Anastáz Opasek en Alemania. En primavera había sufrido un ataque de corazón, tal vez de la alegría de poder volver. Mi interpretación es que el hecho de poder volver a vivir aquí está redimido por el sufrimiento de los hermanos”.
Nueva vida
El archiabad Prokop se encargó de la reconstrucción de Břevnov después de 1990 y siete años después le fue concedido preparar las celebraciones del milenio del martirio de San Adalberto. Destaca el archiabad que San Adalberto es importante no solo para los checos, sino también para otras naciones eslavas, y los polacos lo consideran patrón nacional. Por eso, en 1997 el propio Juan Pablo II decidió visitar la República Checa y ver los lugares en los que San Adalberto realizaba sus actividades religiosas.
“Dirigí la comisión que preparaba las celebraciones del milenio de la muerte de San Adalberto y, de repente, llegó la noticia de que una parte de las celebraciones sería la visita del Papa. Pude preparar las misas de su viaje. Aquí en Břevnov, Juan Pablo II se reunió con los monjes y con los enfermos. Y fue un honor que el Papa, después de aterrizar, se dirigiera aquí, donde lo esperaba el papamóvil en el que, posteriormente, se fue al Castillo de Praga, a la recepción oficial con el presidente”.
La cervecería más antigua
Además de ser una archiabadía, el Monasterio de Břevnov cuenta con otra característica única: es el lugar de la cervecería documentada más antigua en territorio checo. Según dice el archiabad Prokop, la vida de los benedictinos está dividida entre las oraciones y el trabajo y la esfera física tiene que complementarse con la espiritual en la vida de una persona. Por eso, los benedictinos siempre intentaron cultivar el paisaje y ofrecer trabajo a otras personas. Además, la cerveza servía a los hermanos en épocas de ayuno, cuando les aportaba nutrientes y vitaminas esenciales.
“Existe hasta una leyenda que dice que el Papa escuchó durante la Edad Media que los monjes de Europa Central bebían mucha cerveza. Entonces le trajeron al papa lo que ellos bebían para que lo probara. Pero hay que imaginarse que la cerveza se transportó durante dos o tres semanas en verano hasta Roma. Entonces el Papa dijo que estaba bien, que los monjes podían consumirlo porque no estaba muy buena. Así, los benedictinos de Europa Central recibieron el permiso para consumir cerveza”.
Hoy en día, el área del monasterio cuenta con un bar donde se puede tomar la cerveza local y, aunque la comunidad de los benedictinos esté formada por solo ocho miembros, se trata de un lugar muy vivo al que acuden muchos praguenses para pasear por el jardín, descansar y pasar el rato. El archiabad Prokop destaca que desea que el Monasterio sea un lugar frecuentado también por las personas que no acuden a las misas y dice que los hermanos se alegran mucho cuando ven que los praguenses vuelven con alegría. Al mismo tiempo siempre recuerda las palabras de San Benito de que ni siquiera la vida en un monasterio puede ser perfecta y que hay que cuidar mucho uno del otro.
“Un monasterio no es el cielo en la tierra, sino un trozo de tierra donde queremos acercarnos al cielo. Es decir, no es un ambiente ideal. Cuando San Benito escribía las reglas de los benedictinos en el siglo VI, sabía que la gente venía tanto con sus cualidades como con sus defectos. Dos tercios de las reglas están dedicadas a la solución de problemas en el monasterio”.
“Lo espiritual se complementa con lo físico en este lugar y nosotros nos alegramos mucho de que la gente pueda experimentar la magia de este espacio”.
El archiabad Prokop añade que como superior del Monasterio revisa constantemente las palabras de San Benito: “Que los fuertes tengan lo que desean y los débiles que no huyan. Es decir, hay que saber que no todos pueden con todo pero esto no significa que tengan mala voluntad”, y concluye que cree que eso es algo que debería acompañar a todas las personas en su vida cotidiana.
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