El legado de Jan Hus según las ideologías
El 6 de julio es el día consagrado al reformador religioso checo Jan Hus, cuya enseñanza y destino aceleraron importantes acontecimientos a nivel europeo. Su legado se ha interpretado a lo largo de la historia de acuerdo con la ideología de la autoridad gobernante de turno.
Cumplir con la verdadera misión católica, desistir de los bienes acumulados y abandonar la venta de indulgencias fueron las exigencias de Jan Hus respecto a la Iglesia. Su gran talento oratorio lo convirtió en uno de los predicadores más populares de Praga, destacando en su enseñanza que la cabeza de la Iglesia es Jesucristo y que no hay que obedecer las órdenes del Papa que contradicen a la Biblia. Al poco llegó una respuesta desde Roma y el papa Juan XXIII lanzó en 1412 un interdicto sobre la capital checa, que acabó con las celebraciones de oficios mientras Jan Hus se hallara en la ciudad. Dos años después, el precursor de la Reforma Protestante se dirigió a defender sus enseñanzas a la ciudad alemana de Constanza donde tenía lugar un concilio ecuménico de la Iglesia católica. A su llegada fue detenido, acusado de herejía y el 6 de julio de 1415 fue quemado en la hoguera.
La Iglesia sostenía que tras la muerte de Hus, la situación en el país se estabilizaría pero sucedió todo lo contrario. Se produjeron fuertes tensiones que impulsaron el nacimiento del movimiento husita, cuyas luchas en defensa de la doctrina de Jan Hus mancharon de sangre todo el siglo XV. Los ideales de los husitas marcaron la historia del país y también de una gran parte de Europa. En los siglos siguientes, la importancia del legado del precursor de la Reforma Protestante tenía diferentes matices según las ideologías de los gobiernos. Una gran importancia recobró durante la formación de la Checoslovaquia independiente. Precisamente el día del 500 aniversario de la muerte de Jan Hus, el futuro presidente de Checoslovaquia, Tomáš Garrigue Masaryk, declaró la lucha contra el Imperio Austrohúngaro por la independencia de las tierras checas y eslovacas, explica el historiador Jaroslav Šebek.
“Desde el punto de vista ideológico, el programa de Tomáš Garrigue Masaryk tenía influencias de la ideología prohusita. La idea de Masaryk se basaba en el movimiento husita interpretado como el comienzo de la democracia y cambios sociales”, indicó Šebek.
Hus como arquetipo de la revolución socialista
El pensamiento husita formaba parte de los idearios de la mayoría de los partidos políticos en la Checoslovaquia independiente, pero con diferentes interpretaciones.
“Siempre interpretaron su legado de acuerdo con la política que querían llevar a cabo. Los demócratas sociales destacaban el carácter nacionalista y antialemán de los husitas. Por su parte, la Socialdemocracia y, hasta cierto punto también el Partido Comunista, acentuaban la dimensión social del movimiento, interpretando a Hus como un arquetipo de la revolución socialista. El reformador católico fue incluso el protagonista de un libro escrito por el dictador fascista italiano Benito Mussolini”, apunta Šebek.
Tras la llegada al poder del Partido Comunista en 1948, hubo esfuerzos en retratar a sus representantes como portadores de tradiciones progresivas del movimiento husita y presentar a los husitas como los primeros comunistas para así obtener más legitimidad, apunta Šebek.
“Creo que un gran problema fue el abuso de Jan Hus en la época comunista tras el año 1948. Entonces su imagen como reformador que llevaba una lucha por la justicia social salió al primer plano. Los comunistas lo presentaban como un antecesor de su ideología. Este momento fue el más grave de su abuso, que pudo perjudicar a la imagen de Jan Hus después de la Revolución de Terciopelo en 1989. Es que entonces muchas de las tradiciones propagadas por los comunistas se quedaron atrás. Me refiero, por ejemplo, a la tragedia del pueblo de Lídice que fue en 1942 arrasado por los nazis. No se recordaba mucho y con el paso de tiempo fue volviendo a la memoria histórica”.
Tras la caída del régimen comunista, la distorsionada imagen de Jan Hus empezó a adquirir atributos reales. El predicador checo fue reincorporado a la tradición católica en 1999, cuando el papa Juan Pablo II participó en el Simposio Internacional de Jan Hus y expresó su profunda pena por la cruel muerte del reformador checo.