El largo camino a Praga
Luego de haber pasado dos meses en Praga con una beca, la escritora Encarna Castillo publicó una muy documentada novela que se propone echar un poco de luz sobre uno de los destinos menos conocidos del exilio español: el que transcurrió en la bella capital checa y tuvo protagonistas tan relevantes como la autora y activista catalana Teresa Pàmies
Cuando, hace algunos años, la escritora y editora catalana Encarna Castillo viajó de vacaciones a Praga se dio cuenta de que diez días no había sido suficiente para conocer en profundidad un sitio tan interesante como la capital checa. Por eso decidió presentarse al programa de becas Praga Ciudad Literaria que, con el patrocinio de UNESCO, facilita a distintos autores del mundo una estadía de dos meses en la ciudad de las cien torres para que no tengan que preocuparse por otra cosa más que escribir. Y, tal como cuenta la propia Encarna Castillo, hubo una figura muy importante en el puente cultural entre hispanos y checos que se le vino a la mente.
“Y enseguida me vino a la cabeza la novela de Teresa Pàmies (1919-2012), una activista catalana que vivió ahí un tiempo y escribió sobre la entrada de los tanques rusos y enseguida conecté eso, miré las bases y como uno de los requisitos era presentar un tema que tuviera relación con Praga o con la cultura checa pensé que podía investigar ese tiempo que pasó Teresa Pàmies ahí y, por suerte, me dieron la beca”.
Muchos hispanohablantes fascinados por la capital checa tal vez conozcan a Teresa Pàmies por un excelente libro, titulado simplemente Praga, que escribió en los 80 y mezclaba los encantos praguenses con su propia experiencia viviendo en la ciudad. Pero Encarna Castillo pensó sobre todo en su novela Testamento en Praga, con la que Pàmies obtuvo el prestigioso premio Josep Pla en 1971, justo en esos años previos a la muerte de Franco, explica Castillo, en que las obras en catalán empezaban a revalorizarse un poco más. A pesar de que, por ese entonces, era poco más que una niña, Encarna Castillo recuerda haberla visto en muchos mítines políticos y hasta coincidió con ella cuando decidió participar de un concurso de cuentos en el que Pàmies se desempeñaba como jurado.
“No gané pero sí tuve una mención especial y recuerdo que Teresa Pàmies me entregó el diploma y me dijo pues sigue escribiendo que todavía no estás a punto pero sigue, sigue, y eso también me motivó a escribir sobre ella porque desde muy jovencita fue una de las personas que me animó a escribir”.
Teresa Pàmies vivió doce años en República Checa y regresó a Barcelona en la década del 80. Fue una figura muy activa a nivel político pero también en los medios ya que además de haber trabajado mucho tiempo en Radio Praga en español también mantuvo, al regresar del exilio, un programa de boleros. Si bien el año pasado, para conmemorar el aniversario de su nacimiento, se hicieron varias conferencias, reediciones y muestras, Castillo lamenta que la figura de Teresa Pàmies ha ido cayendo en el olvido, lo cual no deja de ser irónico teniendo en cuenta su interés por el tema de la memoria.
En todo caso, La luz en su ausencia, una muy documentada novela que viene de publicar Encarna Castillo ofrece un homenaje a su obra a la vez que intenta echar luz sobre un tema no muy abordado en la literatura: el exilio español en República Checa. Y, como tenía el privilegio de poder entrar en contacto con los mismos protagonistas no quiso desperdiciar la oportunidad de conocerlos y escuchar de primera mano su experiencia.
“Tenía muchos testimonios de personas diferentes y cómo unir todo eso… yo siempre pienso que hay una voz universal que es la que une todas las historias y también quería que fuera una mujer la que lo pusiera sobre el papel escrito. Había algunos temas que me interesaba resaltar como era el papel de la mujer en esa colonia comunista que seguían con los mismos roles y modelos antiguos que se habían llevado desde España”.
A pesar de que se trata de una novela, Castillo hace hincapié en su preocupación por documentarse lo máximo posible para no falsificar la historia. Es decir que el lector de La luz en su ausencia va a encontrarse con un relato muy poético que no deja de ser, a la vez, un testimonio de época sobre las distintas generaciones de exiliados que, desde finales de la década del 40, con el propósito de escapar del régimen de Franco, tuvieron que lidiar no solo con otro totalitarismo sino con las difíciles condiciones de un país muy diferente de España al que no les resultaba fácil terminar de integrarse.
“Pues ese es precisamente un tema que me interesaba que quedara bastante claro por eso lo he puesto en las voces de algunos de los personajes porque es un tema que todavía ellos se preguntan a sí mismos, es un tema no resuelto, a medida que hablaba con todos ellos iba notando el sentimiento de desarraigo que todavía permanecía a pesar de que muchos llegaron siendo muy jóvenes, con diez años algunos”.
Lo que notó Encarna Castillo en muchos de los testimonios es que aparecían contradicciones a la hora de hablar de su nacionalidad: por momentos las personas entrevistadas se definían como españoles y, un poco más adelante, reconocían que ya eran checos. Recuerda que algunos tenían muchas ganas de hablar, otros no tanto, pero por mediación de algunas personas pudo entrevistarse con casi todos los que había deseado. En ese sentido, le jugó a favor haber estado dos meses en la capital checa ya que a algunos hasta pudo darles un buen tiempo para que lo pensaran.
“Obviamente hay más testimonios de los que yo pude recoger pero me parecía que alcanzaba con lo que seleccioné de acuerdo a lo que a mí más me interesaba: por ejemplo, Antonio Casado Machado que había trabajado en Radio Praga y ese asunto me interesaba mucho, también con Violeta Uribe, hija del Ministro de Agricultura Vicente Uribe durante la segunda república”.
Castillo explica que, durante el comunismo, la radio servía como un instrumento de propaganda política a la que, por supuesto, no toda la comunidad de exiliados era afín. Lo interesante, según su opinión, es que las emisiones unían en cierta forma a los exiliados españoles en varios países de Europa al hacerles escuchar piezas musicales, como las de Lola Flores, que les recordaban la cultura española.
“En el caso de Radio Praga en español, era una forma de tener conectada a la colonia española y además fue increíble cómo esa estructura se pudo aprovechar no solo para la colonia que habitaba en Praga sino que además llegaba a otras partes de Europa como Suiza y Alemania del Este, fue una manera de ramificar el contacto con otros españoles exiliados”.
Castillo aclara que no todos los miembros de la comunidad española decidieron quedarse definitivamente en República Checa. Muchos fueron regresando paulatinamente al país cuando el régimen empezó a debilitarse. Además de la sensación de desarraigo, Castillo entiende que una de las principales razones era la dificultad del idioma que ella dice haber experimentado en carne propia y algunas diferencias culturales. Sin embargo, ella se interesó mucho por aquellos casos en que, por el contrario, sí existió la decisión de echar raíces checas.
“Esa era la otra gran pregunta que les hacía; primero si te sientes checo o española y la otra gran pregunta era por qué permaneciste en República Checa. La mayoría tenía dos razones: primero la familia, muchos tenían hijos o hijas y se habían casado ya con checos o checas. Irse significaba perder el contacto o vivir a distancia cuando precisamente la familia había sido el gran elemento que les había dado fuerza para vivir en un lugar extraño como es para la idiosincrasia española un país de Centroeuropa, muy difícil”.
La otra razón, revela Castillo, era que ya tenían trabajo, especialmente como traductores y no querían volver a empezar. Por otra parte, la distancia también tiene sus efectos y muchos sentían que, en algún punto, empezaban a dejar de sentirse españoles como si su nacionalidad empezara a erosionarse un poco.
Aunque la publicación de La luz en su ausencia de Encarna Castillo coincidió justo con la pandemia, dejando sin efecto la posibilidad de encontrarse en persona con sus lectores, la autora agradece el boca a boca y el hecho de que su libro esté llegando a un público realmente interesado por su obra.
En otras palabras, algo que ella misma denomina una circulación lenta pero segura.