El laberinto subterráneo de la Plaza de la Ciudad Vieja, un descenso hacia la historia oscura de Chequia

Debajo del Ayuntamiento de la Ciudad Vieja de Praga se esconde un mundo incluso más antiguo que el del edificio: un laberinto subterráneo sorprendente que esconde facetas oscuras del país y realidades que hoy resultan difíciles de imaginar.

Foto: Martina Schneibergová,  Radio Prague International

Al llegar a la emblemática Plaza de la Ciudad Vieja, los ojos de los turistas se dirigen irremediablemente al reloj astronómico del siglo XIV, un monumento digno de las filas que se suelen generar frente a él a toda hora. Para los visitantes menos apurados o no tan interesados en solo tomarse una selfie con la imponente construcción, existe una opción igualmente interesante de visitar, justo debajo del ayuntamiento: un laberinto subterráneo que es aún más antiguo que los edificios que se encuentran en la superficie.

Jiří Werich, guía turístico de la capital checa, se encarga de mostrar a aquellos interesados este mundo que resulta oscuro no solo por encontrarse bajo tierra, sino también por las crueles historias que encierra entre sus antiguas paredes y pasadizos. En diálogo con Radio Praga Internacional, el especialista explica que alrededor del siglo XII, la construcción se encontraba en la superficie.

Foto: Martina Schneibergová,  Radio Prague International

“Aquí estamos unos cinco metros por debajo de la Plaza de la Ciudad Vieja. La ciudad románica y gótica original se encontraba ubicada varios metros por debajo de la actual. Sin embargo, debido a las reiteradas inundaciones, se hicieron esfuerzos por construir casas por encima del nivel del río Moldava. El muro ante el que nos encontramos data del siglo XII. La pequeña ventana estaba en el lado de la calle en ese momento”.

Foto: Pražská informační služba

Al recorrer el laberinto junto al guía, los detalles ocultos en las paredes de los pasillos comienzan a desentrañarse. En una de las salas medievales, Werich destaca una pequeña puerta, que revela, además, una curiosa característica de los ciudadanos de aquel tiempo.

Foto: Martina Schneibergová,  Radio Prague International

“Hace siglos, esta era la entrada desde la calle directamente a la casa. Había una puerta exterior y otra interior aquí. La entrada a la casa era bastante pequeña, porque la gente en el siglo XII era más pequeña que en la actualidad. Esto también era por razones de seguridad. Solo cabía una persona en la puerta. Si alguien estaba parado allí con un arma, podía defender la casa”.

A pesar de que no resulta sencillo imaginar estos pasillos como antiguas calles al aire libre, algunas de las salas permiten comprender su antigua función a partir de su tamaño. Ejemplo de ello es una de las habitaciones más grandes del recorrido que, según detalla Werich, representa los vestigios de una antigua avenida o gran calle.

Foto: Martina Schneibergová,  Radio Prague International

“Era una calle concurrida que conducía entre dos edificios del Ayuntamiento Viejo en dirección al Moldava. Y las piedras sobre las que estamos parados son interesantes, todas provienen de las profundidades del río”.

Tan oscuras como las aguas del Moldava son algunas de las historias ocultas en estas profundidades. Durante la caminata, una apertura cuadrada con una escalera de metal, invita a los visitantes a elucubrar los peores escenarios. Sin embargo, la imaginación tiene sus límites, y pocos pueden describir con certeza las atrocidades que se cometieron en el recinto, que supo hacer de calabozo y sala de torturas. Allí, los condenados literalmente morían de hambre.

Foto: Martina Schneibergová,  Radio Prague International

“Algunos sentenciados descendían con una hogaza de pan y un recipiente con agua, aquel era el último lujo que se darían en sus vidas. Era lo único que recibían hasta perder la vida. Además, las condenas se cumplían en total oscuridad, lo que planea un desafío psicológico terrible: morir de hambre y en la oscuridad. En esta prisión también fueron encarcelados algunos representantes de los insurgentes checos después de la Batalla de la Montaña Blanca, y fueron ejecutados el 21 de junio de 1621. En el pavimento, junto al ayuntamiento, hay cruces marcadas en conmemoración de los ejecutados. Hay 28 cruces en total. El último de ellos se añadió más tarde, ya que conmemora al ciudadano Martin Fruhwein, quien se suicidó antes de recibir la condena. Como convicto, saltó desde la Torre Blanca del Castillo de Praga al Foso de los Ciervos. Sin embargo, fue decapitado después de su muerte”.

Foto: Martina Schneibergová,  Radio Prague International

Algunos de los condenados dejaron inscripciones talladas en la piedra, con la esperanza de que la oscuridad no arrastrara su existencia al total olvido. Además de estos testimonios, durante el recorrido se puede observar un aljibe del que, se supone, aún es posible extraer agua potable. Igualmente curiosas resultan las antiguas armas ubicadas en una sala gótica que, como señala el guía, fueron utilizadas por las autoridades de aquel tiempo.

Foto: Martina Schneibergová,  Radio Prague International

“Estas armas pertenecían a los guardias de la torre de la época. Se pueden ver lanzas y alabardas. La tarea de los vigilantes consistía en llamar la atención sobre un peligro que se aproximaba, ya que tres o cuatro hombres difícilmente podrían haber defendido la torre. No siempre tenía que tratarse de una amenaza de guerra, sino también de  inundaciones o incendios. En la dirección desde la que amenazaba el peligro, los guardias colgaban una bandera roja en la torre. Cuando ocurría de noche, colocaban allí un farol rojo. Y la gente de Praga sabía que tenían que ponerse a salvo del otro lado. En la Edad Media, muchas ciudades se incendiaron porque muchas casas estaban hechas de madera. Aquí mostramos algunos elementos del equipamiento de los bomberos de Praga del siglo XVI. Estos incluyen ganchos largos, utilizados para demoler techos en llamas”.

Foto: Martina Schneibergová,  Radio Prague International

Pero las historias del laberinto no solo se remontan a la Edad Media. Una escalera transporta a los visitantes desde el salón gótico a la llamada sala conmemorativa, donde, colgada de la pared de piedra y ladrillos, se puede apreciar una cruz negra. Aunque la obra fue creada en el siglo pasado y, por lo tanto, es mucho menos antigua que otros elementos que la rodean, su elaboración se dio en una época probablemente igual de oscura.

“La cruz está hecha con vigas que procedían del desván del ayuntamiento que se incendió en 1945. En la pared también se pueden leer los nombres de los defensores del ayuntamiento en mayo de 1945”.

El recorrido llega a su fin y los visitantes se encuentran nuevamente en la superficie, frente al imponente reloj astronómico. Con el paso del tiempo, la ciudad ha logrado dejar bien enterrado un pasado oscuro, aunque sus puertas siempre se encuentran abiertas, para quienes deseen conocer en profundidad la verdadera historia de esta fantástica ciudad.

Foto: Martina Schneibergová,  Radio Prague International
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