El juego de mesa checo que se está comiendo el mundo

Código secreto, foto: Eva Turečková

Con más de dos millones de copias vendidas y traducciones a treinta idiomas, el juego Código secreto asegura horas de diversión mediante una fórmula simple que consiste en asociar la mayor cantidad posible de conceptos expresando una única palabra. En esta entrevista, su autor Vlaada Chvátil nos revela los entretelones de uno de los juegos de mesa más exitosos y entretenidos de las últimas décadas.

A veces, las mejores ideas pueden llegar casi sin esfuerzo, como le ocurrió al programador checo Vlaada Chvátil durante un evento al que asistió con su mujer. Básicamente lo que sintió fue el impulso de crear un juego para varias personas que estuviera basado en la mecánica de la asociación, algo que viene disfrutando mucho desde sus años de estudiante.

Código secreto,  foto: Juan Pablo Bertazza

Sin embargo, lo que no se imaginó este especialista en videojuegos que, en un momento de su carrera decidió dedicarse a los entretenimientos de mesa y en la actualidad se toma el trabajo de convertirlos en aplicaciones, es el éxito casi inmediato que tendría su Código secreto (en checo Krycí jména). Además de vender más de dos millones de copias, traducirse a treinta idiomas y contar con una versión en imágenes, el máximo logro de esta propuesta fue, tal como él mismo resume, atraer a personas que no suelen interesarse en los juegos de mesa.

“Y en ese evento tuve la idea de conectar varias palabras en un mismo grupo, así que tomé un papel y escribí algunas palabras, las recorté y las mezclé en una cuadrícula. Empezamos a jugar y funcionó. Habrán sido en total tres horas la creación del primer prototipo lo cual es definitivamente mi record personal”.

Para poder acceder al mundo de Código secreto se requieren, como mínimo, cuatro jugadores divididos en dos equipos. Y cada uno debe elegir entre sus miembros a un jefe de espías, el encargado de ofrecer las mejores pistas para que sus compañeros adivinen la mayor cantidad posible de palabras con un solo concepto. ¿Cómo? Mediante el método de la asociación. Por ejemplo, el concepto “fiebre x 3” serviría para identificar en el tablero las siguientes palabras: “oro”, “enfermedad” y “frente”, aunque tanto los líderes como los agentes deberán estar atentos a no confundir sus propias palabras con las de sus contrincantes. Chvátil aclara con cierto orgullo que, entre las palabras seleccionadas, algunas entraron en el juego por cuestiones personales.

“Elegí algunas palabras que me gustan mucho a mí, aunque en algunos casos no estaba seguro si eran muy conocidas, como ‘ornitorrinco’ que la elegí porque refiere a un animal raro, acuático, mamífero y con pico o, por ejemplo, la palabra ‘robot’ que, además de tener origen checo, se puede asociar con hombre, con máquina y está muy conectada a la ciencia ficción”.

Partida Código secreto,  foto: Juan Pablo Bertazza

En la actualidad a Vlaada Chvátil le sigue sorprendiendo lo fácil que fue el proceso de creación de Código secreto y se siente muy afortunado de que una idea, en principio muy sencilla, pudiera hacer divertir a tanta gente. Incluso aclara que lo que más tiempo le llevó pensar fue una pequeña falla que aún persiste en el juego.

“De hecho hubo un problema que intenté resolver pero creo que continúa estando: una especie de tiempo muerto que se da en el juego, especialmente al principio, porque los líderes necesitan esforzarse mucho para pensar las combinaciones y pistas, y durante ese tiempo los otros jugadores no tienen nada que hacer”.

Vlaada Chvátil en su estudio,  foto: Juan Pablo Bertazza

Chvátil recuerda que, entre las alternativas, barajó que cada participante pensara pistas de manera individual. Pero se dio cuenta de que lo mejor del juego era justamente la competencia entre equipos y no entre personas. Por otro lado, entendió que tampoco se trataba de un problema tan grave porque el resto de los jugadores, durante esos momentos, simplemente podían charlar, tomar o comer algo y divertirse.
Lo que sí significó un cambio con respecto a la idea original fue la inclusión de una serie de palabas negras o asesinas cuya única mención significa la derrota inmediata aun cuando el equipo damnificado esté ganando con claridad la partida.

“La palabra negra no existía y es uno de los pocos cambios que hubo respecto al primer prototipo del juego. Agrega tensión en el caso de que esté habiendo un claro ganador. Lo que hace la palabra negra es que con un solo error alguien puede perder de repente el juego, y mantiene alertas a los líderes para evitar siempre esa palabra a cualquier costo, así que agrega algo al juego y está bien”.

Un desafío importante que apareció ya con el éxito del juego fue tener que traducir la mecánica asociativa de Código secreto a treinta idiomas distintos que, por supuesto, tienen sus propias características. Y si bien estuvo involucrado en las traducciones de los idiomas que domina o, al menos, entiende un poco, Chvátil contó con el aporte de un excelente traductor al inglés que hizo un gran trabajo. No solo pensando las palabras que mejor pudieran adecuarse al juego por asociaciones o multiplicidad de significados sino también porque se dedicó a crear una serie de pautas para las demás traducciones. Es que, tal como explica Chvátil, el alemán se destaca por sus palabras compuestas, el inglés por sus vocablos con múltiples sentidos y el checo, entre otras cosas, es una lengua flexiva cuyas palabras van mutando de acuerdo al lugar que ocupan en la oración. Justamente, si bien las palabras están en nominativo en la versión original en checo, las pistas se pueden comunicar de múltiples formas.

Código secreto,  foto: jip,  CC BY-SA 3.0

“‘Red’ en inglés siempre va a querer decir ‘rojo’, pero en checo puedo decir eso mismo en nominativo, acusativo, singular, plural, masculino, femenino o neutro, y toda esa información la estoy dando con una sola palabra, en ese sentido el juego en checo es más poderoso que en inglés”.

Aunque Vlaada Chvátil publicó su primer juego de mesa en 1997, asegura que ya desde muy chico empezó a crear distintos entretenimientos. Tal vez por necesidad ya que durante su infancia aún se vivían tiempos de comunismo y no llegaban tantos juegos como en la actualidad.

“No había demasiados juegos así que diría que todos me gustaban aunque algunos no eran muy buenos, por lo que decidí empezar a crear mis propios juegos solo por diversión. Jugaba, por ejemplo, a una versión de Monopoly que mi padre había creado, alguna versión del Ludo inventada por mi abuelo, y recuerdo otro que no sé cómo se llamaba: tenía naves espaciales y robots. El juego en sí no era muy bueno pero me puse a crear mi propia versión con esa mismas piezas y fue muy divertido”.

Vlaada Chvátil cuenta emocionado que, luego de dedicarse tantos años a los juegos de mesa, Código secreto marcó quizás un antes y un después. En primer lugar porque, durante la cuarentena, estuvo jugándolo mucho con su hermano y su madre online, a pesar de que ninguno de los dos suelen interesarse en juegos de mesa. Es decir, hoy tiene la sensación de que, gracias a este juego, ellos por primera vez pudieron entender en qué consiste su trabajo.
Asegura que como jugador es relativamente bueno pero no de los mejores y que se siente más cómodo en el rol de líder ya que le gusta pensar buenas pistas, aunque reconoce que no siempre terminan siendo tan eficaces como él quisiera.

“Cuando se hizo el primer campeonato de Código secreto en Chequia me invitaron para hacerme entrevistas y después me propusieron jugar junto a mi esposa. También quisieron participar en otro equipo mis dos hijas que, en ese entonces, deberían tener nueve y once años. Mi esposa y yo no llegamos demasiado lejos pero mis hijas ganaron el campeonato”.

Después de todo se trata de un resultado esperable teniendo en cuenta que Código secreto es un juego de naturaleza lingüística que se centra no tanto en la individualidad de las palabras sino más bien en su parentesco.