El historiador en su laberinto
Viajó por primera vez a Praga en plena Revolución de Terciopelo y, desde entonces, el historiador australiano Richard Fidler quedó tan fascinado con la capital checa que, en 2020, le dedicó una monumental biografía que lleva como título El laberinto dorado.
El autor australiano Richard Fidler decidió venir, por primera vez a Praga, para ser testigo de lo que, sin lugar a dudas, se trataba de un momento histórico. Por ese entonces él era una persona muy distinta a la que es hoy: vivía en Londres y se había hecho famoso como integrante de un trío que con su mezcla de humor y rock alternativo ganó popularidad en Gran Bretaña. Fidler dejaría ese grupo en el año 1994 para dedicarse exclusivamente a su carrera de escritor y periodista.
“Cuando vine por primera vez, en enero de 1990, muy pocas personas sabían inglés y yo solo podía decir cuatro palabras en checo. Praga era un gran misterio para mí, recuerdo entrar a la Plaza de la Ciudad Vieja, ver la Casa del Minuto donde creció Kafka y, al vislumbrar esas serigrafías en la pared, pensé qué es eso, es tan hermoso, todo era tan hermoso y misterioso como un sueño y a la vez etéreo."
“La primera vez vine a Praga, creo que por dos semanas, durante el período de la Revolución de Terciopelo, siete días después de que Václav Havel diera un discurso maravilloso, la ciudad lucía muy distinta por ese entonces aunque el gobierno comunista acababa de ser derrotado, después conocí a mi mujer Khym y volvimos en 1991, y luego se hizo difícil viajar porque tuvimos hijos y mucho trabajo, y recién regresamos en 2018, y poco después gané la residencia Praga Ciudad Literaria de Unesco”.
Gracias a esa beca que, desde 2016, se otorga a escritores de todo el mundo y que ya obtuvieron, entre otros, la española Encarna Castillo y el portugués José Luis Peixoto, Fidler pudo encontrarse cara a cara con distintos historiadores locales y disidentes checos para trabajar intensamente, durante enero y febrero de 2019, en lo que se terminaría transformando en The Golden Maze (El laberinto dorado), una monumental biografía sobre la capital checa de más de quinientas páginas que recorre, en forma dinámica y con lujo de detalles, toda la historia de Praga.
“Creo que necesité alcanzar cierta madurez para escribirla, Praga era un misterio para mí y me fui involucrando con ella del mismo modo que hago con la historia, a partir de preguntas como qué es Praga, cómo llegó a ser una ciudad así y quería saberlo por mí mismo, y básicamente decidí averiguarlo por mis propios medios utilizando mis conocimientos de historia mundial, moderna y medieval para intentar entender cómo encaja todo esto”.
Fidler revela que si bien Chequia no es un país que necesariamente llame la atención de los australianos, su libro tuvo una gran recepción y hasta excelentes devoluciones por parte de los lectores. Y aunque reconoce que le encantaría que su libro fuera traducido al checo entiende que tal vez resulte algo extraño para los locales leer una obra sobre la historia de su ciudad escrita por un autor extranjero. Sin embargo, está muy contento de que todo ese entusiasmo que tanto lo marcó al pisar por primera vez la capital checa se haya convertido, luego de tanto tiempo, en un libro importante.
“Cuando vine por primera vez, en enero de 1990, muy pocas personas sabían inglés y yo solo podía decir cuatro palabras en checo. Praga era un gran misterio para mí, recuerdo entrar a la Plaza de la Ciudad Vieja, ver la Casa del Minuto donde creció Kafka y, al vislumbrar esas serigrafías en la pared, pensé qué es eso, es tan hermoso, todo era tan hermoso y misterioso como un sueño y a la vez etéreo. Hubo momentos en que caminaba en medio de la noche y sentía algo muy extraño, como abrumado. Y en medio de toda esa belleza y rareza de Praga empezó a ponerse en marcha esa revolución que era tan alegre, era el lugar más feliz del mundo en ese momento porque fue una revolución que tuvo un resultado pacífico a diferencia de, por ejemplo, la revolución francesa que terminó en terror o la rusa que desencadenaría aun más hambruna, esto iba a ser algo completamente bueno y estaba liderada por un hombre brillante y decente como lo fue Václav Havel, todo eso me impactó de tal modo que me quedó grabado en el cerebro y nunca lo olvidaré”.
Richard Fidler calcula que esta es más o menos la quinta vez que regresa a Praga y el objetivo de esta visita breve fue no solo presentar su monumental obra sobre Praga sino también conversar junto al también autor y periodista David Vaughan sobre su trabajo como periodista que, por ejemplo, lo tiene al frente de un exitoso podcast en Australia. Sin embargo, Fidler no pudo abstraerse del clima que se está viviendo hace ya algunos meses en Praga a raíz de la invasión rusa en Ucrania, algo que, por supuesto, remite en muchos aspectos a su libro.
“Cuando estaba haciendo la investigación de mi libro, supe que la Primavera de Praga y la invasión soviética eran momentos clave de la historia, y vi que hubo varias instancias antes de 1968 en las que Brezhnev le advirtió a Dubček que, cito, Rusia había liberado a Checoslovaquia de los nazis, se había derramado sangre rusa y, según su perspectiva, esto era territorio ruso desde el momento en que habían sido liberados de los nazis, y creo que Putin siente algo similar respecto a Ucrania y, tal vez, respecto a Praga, como si estuviera en su esfera de influencia y los checos no fueran tan buenos eslavos como los rusos. Estoy notando cierto nivel de preocupación aquí que creo es entendible porque Putin tiene ambiciones más grandes para la región y si se le permite quedarse con Ucrania, va a querer hacer lo mismo con Lituania y Estonia, quizás con Moldavia, quizás con Eslovaquia y quizás incluso con la República Checa, quién sabe, eso es lo que sucede con personas como Putin”.
Como buen historiador, Richard Fidler sabe perfectamente que el pasado, el presente y el futuro suelen estar mucho más entrelazados de lo que se cree y, en ese sentido, destaca que la figura de un líder como Václav Havel siga teniendo en la actualidad tanta vigencia, incluso por parte de las generaciones más jóvenes. Fidler dice que el hecho de que alguien como él haya llegado a ser presidente dice mucho del país y aunque nunca llegó a hablar con él reconoce que siente una gran admiración por su relevancia política.
“Lo vi una vez que pasaba caminando, me acuerdo que era un día muy frío y él estaba de mangas cortas con un suéter atado al cuello, lo seguía un grupo de personas y lo estaba entrevistando una periodista muy atractiva con la que fumaban y coqueteaban. Me pareció alguien encantador, yo era un artista de cabaret y creo que a él eso le hubiera interesado, hoy estoy convencido de que es, a nivel mundial, una de las figuras más importantes del siglo XX”.
Como si se tratara de las piezas de un rompecabezas o, mejor dicho, de un laberinto, Fidler fue recorriendo cada uno de los hitos de la historia praguense sin desatender tampoco las leyendas ni la gran densidad literaria que tiene esta ciudad que, en efecto, viene inspirando desde hace años a escritores de todo el mundo. De hecho, entre sus obras favoritas sobre la capital checa Fidler destaca el relato El milagro secreto del argentino Jorge Luis Borges y la novela Utz del británico Bruce Chatwin. Y en el caso de su propio libro revela que, en sintonía con el título, se sintió por momentos encerrado en una serie de dificultades que le presentó la obra. Sin embargo, recalca que muchos de esos inconvenientes, entre los cuales incluye el volumen del libro, solían darle, al mismo tiempo, una especie de clave.
“El primer borrador era casi el cincuenta por ciento más largo de lo que es hoy, como una antigua guía de teléfono, es el tipo de libro que podrías usar en tu casa para golpear a un ladrón, y era demasiado largo pero yo estaba contento con lo que había logrado escribir, el tema de la Guerra de los Treinta Años fue difícil, todo eso es un lío, tenía que verlo en detalle y alejarme todo el tiempo, pero lo importante es que el inicio y el final de esa guerra transcurren en Praga, y se podría decir lo mismo de la Segunda Guerra Mundial que, en cierto modo, empezó con la invasión de Hitler a Checoslovaquia y la última batalla sucede durante el levantamiento de Praga de 1945, es fascinante cómo Praga termina siendo el epicentro de todo y haciéndole justicia a eso y a mis fuertes sentimientos hacia la Revolución de Terciopelo intenté transmitirle a la gente lo poderosa que fue esa experiencia”.
Fidler revela que uno de los aspectos que más lo sorprenden de Praga son las líneas de continuidad que pueden encontrarse a lo largo de su historia: por un lado, la lucha por la verdad, algo que se remonta nada menos que a la figura de Jan Hus oponiéndose a las presiones de la iglesia. Por otro lado, la recurrencia de fuerzas externas que impactan en la ciudad, obligándola a creer, tal como dice Fidler en referencia a Lewis Carroll, seis cosas imposibles antes del desayuno. En ese sentido, el historiador australiano afirma que la frase “la verdad prevalecerá” puede sonar bien en cualquier otra ciudad, pero en Praga es una cuestión de vida o muerte.
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