El excéntrico guía que muestra la Praga que nadie quiere ver
Karim trabaja hace más de siete años en Pragulic, una empresa que propone conocer la ciudad de Praga a partir de la mirada de los homeless. Una historia de adicciones, violencia y prostitución que no le impide disfrutar del presente.
En los últimos años, junto con el incremento del turismo, en la capital checa se ha desarrollado también una forma alternativa de conocer la ciudad: la empresa Pragulic (unión de las palabras “Praga” y “ulice”, “calle”) propone salir un poco de la zona del confort turístico.
Lo que ofrece es más una experiencia que un tour: recorrer la ciudad junto a los homeless que la habitan o personas que pasaron muchos años viviendo en sus calles. Uno de ellos es Karim, tal vez el guía más famoso de Pragulic y uno de los más particulares: su maquillaje y los grandes anillos que lleva en cada uno de sus dedos conforman un look que recuerda un poco al músico Alice Cooper.“A veces vienen personas que no tienen nada que hacer o quieren perder el tiempo y no les interesa lo que estás diciendo. Pero la mayoría de la gente viene con el objetivo de conocer, aprender o entender algo. Aunque puede pasar que esa misma gente te vea solo como parte de un cierto grupo y eso me puede llegar a enojar. Pero como en la calle me acostumbré a no darle demasiada importancia a muchas cosas, no exploto. Elijo quedarme con la gente que viene a informarse o a buscar prevención”.
Karim trabaja en la empresa hace más de siete años y empezó a vivir en la calle a partir de los dieciséis. Desde muy joven ejerció la prostitución hasta que decidió dejarla en el año 1997 cuando uno de sus clientes lo contagió, intencionalmente, de VIH. Sin embargo, lejos de hundirlo en el rencor, ese hecho lamentable lo impulsó, como él mismo dice, a liberarse de la prostitución.
Asegura que su trabajo le cambió la vida porque, además de la posibilidad de obtener dinero de forma legal, lo ayudó a reinventarse y a luchar contra sus adicciones. Lo que más disfruta es educar al público porque, en su opinión, lo mejor de Pragulic es que destruye las fronteras entre la llamada “sociedad normal” y los homeless.
Pero también estos recorridos permiten hacerse un mapa del delito en Praga: los lugares donde más se vende droga, las trampas de los carteristas y hasta la corrupción de algunos policías. Lo que motiva a Karim a realizar su labor es que la gente pueda ponerse en los zapatos de los demás para que después sean capaces de mirarlos de otra forma.A veces debe poner a prueba su paciencia. Por ejemplo, cuando el típico señor que va por obligación al tour solo porque sus amigos lo contrataron empieza a molestar. Y especialmente recuerda Karim una vez en la que vinieron de la televisión para hacer un reportaje y él se enojó mucho porque enseguida se dio cuenta de que lo que menos querían era informar. A partir de entonces se prometió a sí mismo tomarse las cosas con calma para no terminar internado en el hospital psiquiátrico de Bohnice.
Justamente a propósito de eso, el filósofo Friedrich Nietzsche decía que tenemos el arte para no morir de verdad. Está claro que esa misma idea atraviesa el discurso de Karim quien, sin parar de fumar durante toda la entrevista, considera que su trabajo en Pragulic tiene tanto de guía de turismo como de artista ya que su propio histrionismo y la energía de la ciudad se van retroalimentando.
Ahora bien, ¿a qué tiene que aferrarse para sobrevivir la persona que se queda en la calle?
“Lo más importante es no caer en la depresión, combatir la esquizofrenia y otras enfermedades mentales. Yo tuve la suerte de contar con un grupo de amigos que se dedicaban al arte: el teatro, el canto y la pintura nos ayudaron mucho. Sobrevivir en la calle es un logro sobre todo mental y una lección grande sobre uno mismo porque se trata todo el tiempo de elegir. Lo más importante es no pensar en cosas malas y tratar de olvidarse de los problemas”.
Karim también asegura que la vida en la calle se fue haciendo cada vez más difícil: antes los homeless se ayudaban más mientras que ahora abundan las peleas y rivalidades. Por otra parte aclara que vivir en la calle no impide admirar la belleza de una ciudad como Praga. Karim cuenta que, desde siempre, le atraen sus monumentos históricos y especialmente la Ciudad Vieja, Malá Strana, el Puente de Carlos y la isla de Kampa. La mezcla de lo gótico con el hormigón, el contraste de lo barroco con lo rococó. También le gusta caminar solo cuando no está trabajando y encontrarse con los homeless que casi siempre lo reconocen. A veces alguno se enoja por el hecho de que él muestra algunos detalles de cómo viven pero muchos otros lo saludan, le preguntan cosas y le piden consejos.Los tours de Karim solo se hacen en checo por lo que, salvo algunas excepciones, el público de sus recorridos suele ser local, a diferencia de otros guías de Pragulic que sí hablan otros idiomas en sus tours. Y, justamente, lo que más disfruta de su trabajo es esa mirada nueva dentro de lo conocido, esa revelación que empieza a despertar entre quienes tienen una visión automatizada de la ciudad.
“Me encanta cuando, por ejemplo, vienen al tour los praguenses que conocen Praga de manera superficial porque están acostumbrados a ir al trabajo, subirse al auto o al tranvía, salir al teatro o al cine y no ven mucho más que eso. Y, de repente, empiezan a notar que en tal lugar duerme alguien, registran al que busca algo en el contenedor. Por el contrario hay paradas del recorrido que no me gustan para nada, como por ejemplo la estación central de Praga (Hlavní Nádraží). Porque suele haber gente agresiva y es un lugar peligroso y salvaje. Pero lo que más disfruto es cuando los praguenses caminan por lugares que supuestamente conocen como la Plaza Wenceslao (Václavské náměstí) y, de repente, ven algo que no veían antes o, mejor dicho, no querían ver”.
Uno de los rasgos que suelen tener en común los homeless es la dificultad para pensar y planear a largo plazo ya que la necesidad obliga a concentrarse en el momento. En el caso de Karim esa dificultad es aún mayor teniendo en cuenta su salud porque, tal como él mismo dice, no sabe bien cuánto futuro va a haber.
Sin embargo, tiene la intención de seguir haciendo este trabajo durante mucho tiempo más porque disfruta del feedback de la gente. También le gustaría dejar de dormir en refugios y albergues, lo cual es complicado por el precio actual de los alquileres. Karim se queja, sobre todo, de la falta de privacidad de esos lugares aunque rescata que, de esos sitios, también saca información para usar en los tours, esos tours que más que mostrar la ciudad intentan cambiar la mirada de la gente.