El Bob Dylan bohemio
Para celebrar el 83 cumpleaños de Bob Dylan charlamos con Jakub Guziur, quizás el checo que más sabe de su obra y también uno de los que más la admiran. Autor de dos ensayos sobre el ícono musical, este joven profesor de la Universidad de Ostrava nos cuenta qué significa exactamente Bob Dylan para los checos.
El viernes pasado, Bob Dylan cumplió 83 años y, tal como suele suceder cada 24 de mayo, personalidades de todo el mundo dedicaron algunas palabras para celebrar el legado y, al mismo tiempo, la actualidad de una de las figuras más relevantes de los últimos cien años. No solo de la música, sino de la cultura en general. Y para celebrarlo, en Radio Praga Internacional convocamos a Jakub Guziur, un profesor universitario y ensayista que, a pesar de su juventud, tal vez sea la persona que más sabe de Bob Dylan en todo el ámbito checo.
“Recién llegué a Dylan después de 1989 y lo escuché cuando estaba terminando la escuela primaria. Me traje a casa un disco de los años 70, un concierto en vivo que salió bajo el título de Hard Rain. Lo puse en el tocadiscos y empezó a sonar, casi a modo de punk, la canción Maggie’s Farm y de inmediato supe que eso era, exactamente, lo que quería escuchar el resto de mi vida”.
Aunque en realidad Jakub es autor de dos libros de su admirado Bob Dylan, él mismo aclara que, en realidad, podría pensarse como un único volumen, teniendo en cuenta que solo se publicaron por separado por meros motivos editoriales; es decir, para evitar asumir el costo de una edición mucho más cara. Y aunque a diferencia de otras obras sobre Dylan que se recuestan en aspectos puramente biográficos o incluso míticos, sus ensayos ofrecen un compendio de análisis eruditos que aúnan el plano musical, literario y cultural. Y aunque él mismo reconoce que sus libros no se vendieron de inmediato ni nunca se convirtieron en best sellers, vienen teniendo, hace ya diez años, un interesante recorrido en librerías y bibliotecas especializadas.
“Tengo un doctorado en literatura inglesa y estadounidense. Entonces, comencé a darme cuenta de lo profundas que son las conexiones entre el trabajo de Dylan y las tradiciones literarias y artísticas culturales inglesas y estadounidenses. Esos pensamientos se quedaron conmigo un buen tiempo y luego llegaron otros y, años más tarde, me di cuenta de que si no los juntaba y trataba de ponerlos por escrito, esos pensamientos me molestarían hasta la muerte, así que para mantener mi paz y cordura decidí escribir los textos”.
“Václav Havel dijo alguna vez que Dylan ayudó a la gente de aquí a sobrevivir al régimen totalitario”.
Profesor del departamento de Artes en la Universidad de Ostrava, explica Jakub Guziur que tampoco quiere enloquecer a sus estudiantes. Por eso trata de limitar sus menciones al legendario trovador porque es consciente de que es capaz de hablar de él varias horas seguidas sin siquiera darse cuenta. De todos modos, reconoce que sí suele referirse a Dylan para dar cuenta de la cultura popular. Sobre todo, en un seminario que brindó sobre el blues americano, ya que está convencido de que, en los años sesenta, tanto Dylan como Hendrix hicieron un aporte fundamental para que el blues se convirtiera en un género mainstream. Por otro lado reconoce que incluso los estudiantes más jóvenes suelen saber quién es porque Bob Dylan se ha convertido, en su opinión, en un verdadero emblema para la sociedad checa, tal vez a la par de otro músico muy querido en este país como es el caso de Frank Zappa.
“Václav Havel dijo alguna vez que Dylan ayudó a la gente de aquí a sobrevivir al régimen totalitario por lo impresionante, artísticamente valiosa y profunda que era su expresión dentro de la música popular. La música popular tiene una enorme ventaja porque es capaz de transmitir su mensaje de forma muy breve, muy intensa, difundiéndose con facilidad a través de la radio, a través de las grabaciones”.
Explica Guziur que eso sucedía con claridad en los años 60, época a la que se refería Havel por tratarse de un momento de especial liberación cultural y una época en la que la cultura popular de Estados Unidos ganó una extraordinaria confianza en sí misma. Agrega que, aun así, esa música no era tan fácil de conseguir durante el comunismo, aunque siempre fue muy apreciada. Quizás por eso mismo, considera que la música estadounidense siempre significó para los checos una especie de promesa, la promesa de una sociedad más libre y tolerante, en la que el artista tenía la posibilidad de expresarse incluso contra la propia sociedad y hasta contra sus propios fans, sin por eso dejar de ser valiosa. En algún punto, ese parece ser justamente el caso de Dylan, quien, a lo largo de buena parte de su carrera, parecía adelantarse a las propias expectativas de su público, con todo el riesgo que eso implicaba.
Un artista escénico
Lo cierto es que, según Jakub Guziur, en el vínculo entre la sociedad checa y Bob Dylan hay un punto bisagra que llegaría recién el 16 de julio de 1994, cuando el artista ofreció su primer concierto en el país, concretamente en el pabellón de deportes de Výstaviště, algo que luego repetiría con cierta frecuencia.
“Dylan es, sobre todo, un artista escénico”.
“Y esos primeros conciertos fueron fantásticos. En la década de 1990, Dylan estaba realmente en una gran forma. Y ese primer concierto en 1994 fue absolutamente cautivador para toda mi generación. Por supuesto, era la magia de poder ver al hombre en vivo, lo bueno que es en vivo, porque en el caso de Dylan lo importante siempre fueron sus shows. Por supuesto también los discos, pero creo que es importante que él sea percibido, sobre todo, como un artista escénico. Y en ese concierto nos demostró a los checos todo lo que él quería decir. Hasta entonces, no teníamos idea, pero ahí vimos de qué iba realmente la tradición del blues. Así que fueron esos cuatro conciertos en los años 90 los que fortalecieron aún más su estatus de figura de culto”.
De todos modos, considera que el show más memorable de esa serie fue, justamente, ese primer concierto que dio en el predio de Holešovice, que abría con la canción Jokerman y terminaba con el clásico Blowin’ in the wind, y en el que desplegó una energía única que, según Guziur, tuvo una respuesta inmediata por parte del público checo. En su opinión es probable que el propio Dylan lo hubiera vivido de la misma forma, a juzgar por el hecho de que, a partir de entonces, regresaría en forma regular al país. Hasta el momento, la última vez fue en el año 2019, cuando ofreció tres conciertos en la mítica sala Lucerna.
Dylanitas checos
Si bien, tal como dice Guziur, la cultura de Estados Unidos suele tener un fuerte impacto entre los checos, tal como demuestran la gran cantidad de versiones locales de canciones country o folk, no deja de ser cierto que Bob Dylan ha encontrado en Chequia una gran cantidad de músicos que, para bien o para mal, han intentado emularlo.
“Ya durante el régimen comunista, algunos artistas tomaban cada tanto la melodía de alguna canción estadounidense, incluidas las de Dylan, a veces traducían el texto y, a veces, lo parafraseaban de un modo bastante vago y, en otras oportunidades, creaban sus propias letras sin relación con el original, aunque sí usaban la música en cuestión. Los resultados fueron muchas veces absurdos, y de las versiones actuales de Dylan, creo que las más interesantes son las de Robert Křesťan, quien incluso lanzó un álbum completo de covers de Dylan, y eso me parece muy interesante: algunas traducciones de Robert Křesťan son extraordinariamente precisas y, muchas veces, logró incluso combinarlas a la perfección con la música original”.
Guziur considera a Křesťan un excelente traductor y un experto en música tradicional estadounidense. En su opinión, sus arreglos inspirados en bluegrass le dieron a las canciones de Dylan hasta un toque personal que, en su opinión, es algo muy difícil de conseguir sin traicionar el espíritu de base. Otro mérito importante lo tiene en su opinión Petr Kalandra, a quien incluso le encuentra una clara semejanza con el propio Dylan.
“En el sentido de que tenía una forma de cantar completamente específica, auténtica, única y muy reconocible en la primera escucha. Ah, y su canto también se basaba en un fraseo específico, y para él Dylan era la máxima autoridad. Kalandra también tradujo e hizo traducir varias canciones de Dylan, y aunque esas traducciones a veces son muy inexactas, las canciones realmente funcionan y sus versiones influyeron mucho en los oyentes de la música popular checa: su versión de Like a Rolling Stone, así como la versión de Knockin’ on Heaven’s Door aún se tocan alrededor de fogatas, en las tabernas y en las calles. Y funcionan muy bien, además Kalandra estuvo en la década de los 70 en Estados Unidos ganándose la vida como músico callejero”.
Por último, Jakub Guziur rescata también a Vladimír Merta. No solo como cantante, sino también como compositor y hombre de múltiples oficios cuya profunda conexión con Bob Dylan es no solo musical sino también a causa de las cualidades poéticas de sus letras.
Sin fecha de vencimiento
Agrega Jakub Guziur que cuando estuvo en Nueva York en el año 2002, iba caminando por Central Park y, de pronto, escuchó una versión de Like a Rolling Stone. Entonces se dio cuenta de que, a diferencia de lo que suele ocurrir con algunas bandas de rock que tienen quizás una gran resonancia pasajera pero no logran mantenerse en el tiempo, la música de Bob Dylan aún funciona y no hace más que trascender varias generaciones y contextos históricos. En su opinión, una consecuencia de eso es que resulte tan difícil escoger una canción favorita de Dylan porque los gustos dentro de un repertorio tan amplio van cambiando a medida que el público crece. No obstante, no deja de mencionar algunas excepciones.
“Pero tengo que decir que el mejor disco para mí, probablemente, es siempre el mismo y me refiero a Blood on the Tracks. Y el otro es Time out of Mind de los años 90. Creo que esos dos álbumes son absolutamente únicos desde el punto de vista de la música estadounidense en general y de cómo se desarrolló. Esos dos álbumes se combinan perfectamente, son obras conceptuales y no meras colecciones de canciones. Tienen algo de arquitectura y de pensamiento poético. Creo que esos dos discos definitivamente van a quedar”.
La actitud vital y siempre lúcida de Bob Dylan, en plena actividad a los 83 años con su célebre Never Ending Tour, no hace más que volver casi evidente el vaticinio de Jakub Guziur.