El ateísmo rodeado de iglesias: la realidad checa
“¿El pueblo más ateo de Europa? ¿Por qué entonces tienen iglesias en cada esquina?“. Más de un turista se hace esta pregunta al enterarse de la situación religiosa de los checos. Sus posibles causas serán el tema de este programa especial.
De acuerdo con el rotativo británico The Guardian, los jóvenes checos se encuentran en la cima del agnosticismo europeo. El 91% de los encuestados de entre 16 y 29 años de edad se considera persona sin religión.
Según el último censo realizado en 2011, solamente el 20,6% de los checos profesa una religión, mientras que el 34,2% declaró carecer de fe religiosa. El resto evitó la respuesta.
En este sentido, a nivel mundial los checos se posicionan en el tercer lugar, detrás de China y Japón, según se desprende de la encuesta publicada en 2016 en el diario británico The Independent.
Esta situación ha llegado tras un largo pasado religioso en el territorio checo, que se refleja en la presencia de numerosas iglesias y monumentos religiosos.
El teólogo Jan Stejskal pone en duda que a los checos les falte fe, según explica.
“A la hora de preguntarnos qué nación europea tiene un mayor alejamiento respecto a las religiones tradicionales, probablemente nos movemos en la cumbre. No obstante, no creo que el problema sea la ausencia de fe. Los checos creen bastante, lo que es evidente también en las grandes cantidades de dinero que se gastan en asuntos esotéricos. Todos ellos son personas creyentes. No obstante, los checos son muy escépticos hacia las autoridades, y la Iglesia es una autoridad”.
El historiador Jaroslav Šebek confirma esta tesis, explicando el apartamiento de los checos de las religiones tradicionales con su rechazo a una religión institucionalizada.
“Los checos creen en diferentes cosas, algunos en todo, pero no confían en la Iglesia como institución. Creen en las cartas, creen a los charlatanes y curanderos, se interesan por las enseñanzas orientales como el budismo, pero no creen en la forma institucional de la religiosidad como puede ser la afiliación a la Iglesia cristiana”.
”Los checos son “algoístas”
El arzobispo checo Tomáš Halík denominó esta fe en fenómenos sobrenaturales entre el cielo y la tierra con el término “algoismus” (“něcismus). Un algoísta cree que “existe algo arriba”, pero no pertenece a ninguna Iglesia ni asiste a las misas.
Uno de los detonantes del rechazo a la Iglesia por parte de los checos podría ser la experiencia histórica. La recatolización violenta tras la Batalla de la Montaña Blanca en 1620 reforzó la actitud negativa hacia la Iglesia.
El pacto entre el Imperio Austrohúngaro, bajo cuyo dominio se encontraban las Tierras Checas, y la Iglesia Latina echó en 1855 más leña al fuego. En este acuerdo, conocido como la Alianza del Trono y el Altar, el Imperio garantizó a la Iglesia el predominio en el sector educativo y el control de la moral pública. La enseñanza de la religión era obligatoria y los catequistas vigilaban la asistencia de los alumnos a las misas.
Tras la descomposición del Imperio Austrohúngaro, la gente ponía la Iglesia católica en la picota por haber sido una “sirvienta del poder del Estado”, explica Jan Stejskal.
“Este hecho impulsó la conversión de muchos creyentes al protestantismo. Creo que era también una tendencia de moda. La situación se calmó, pero sin duda se reflejó en la desconfianza que los checos tienen en las instituciones, lo que sigue vigente hasta la actualidad”.
Stejskal reconoce que encontrarse bajo una autoridad puede resultar frustrante y limitador, por lo cual los checos prefieren manifestar sus creencias a su manera, prosigue.
“Muchos checos adoptan algo de otras religiones. Creo que hay poca gente que diga que no cree en nada, en plan espiritual. Como mínimo creen en sí mismos o en su dinero”.
El alejamiento de los checos de la Iglesia es un fenómeno creciente especialmente en el siglo XX, pero la situación en Europa empezó a cambiar mucho antes, tras la Revolución Francesa. La gente empezó a entender más a los fenómenos naturales, así como al cuerpo humano y al mundo en general.
“El hombre tiene mucha más libertad en expresar su opinión y sus posturas. Si muchas de las opiniones actuales se hubieran declarado en el pasado, la gente acabaría repulsada y castigada por la Iglesia. La educación desempeña un importante papel”.
El comunismo como la última gota
El historiador Jaroslav Šebek explica el masivo alejamiento de los checos de la Iglesia tras el surgimiento de Checoslovaquia en 1918.
“Muchos checos se inclinaron hacia la tradición protestante. Tras el surgimiento de Checoslovaquia muchos de ellos, sobre todo los de la región de Bohemia, se quedaron sin religión. Es importante mencionar que una gran parte de los checos apoyaba intensivamente a los comunistas antes de que llegaran al poder en 1948. El Partido Comunista Checoslovaco era el partido comunista más fuerte de Europa. Creo que allí hay un vínculo. Hubo poca voluntad de comprometerse con las comunidades eclesiásticas. Y tampoco hubo disposición a aceptar la verdad católica y la interpretación de la historia que, gracias a František Palacký, sigue una línea liberal-protestante”.
La instauración del régimen comunista en 1948 causó una reducción aún mayor del número de cristianos.
“Los comunistas querían recortar el poder eclesiástico del Vaticano, el centro internacional. Por eso surgió la comunidad eclesiástica Pacem in terris que supuestamente colaboraba con el régimen. Esta realidad pudo haber desacreditado a la Iglesia. Otra cosa era la propaganda comunista. Trataron de desacreditar la Iglesia lo que seguro tuvo influencia. La retórica anti eclesiástica que se enseñaba en las escuelas habría tenido sus frutos en la percepción de los alumnos”.
Por su parte, se realizaban encuentros secretos, conectados con los movimientos anticomunistas. De acuerdo con Stejskal, puede que muchas personas vincularan la creencia con la lucha por la libertad, lo que no siempre tuvo resultados positivos, explica.
“Tras la Revolución de Terciopelo y la caída del comunismo llegó de repente la libertad. Algunos tal vez perdieron el motivo para seguir vinculados con las actividades eclesiásticas. Por otro lado, otros pudieron quedarse desilusionados al ver de pronto a los antiguos funcionarios comunistas sentados en una iglesia. Nadie sabe si justo no estaban examinando su conciencia. Es muy complicado y hay muchas razones por las que la gente abandonaba la Iglesia o se unía a ella”.
Agnosticismo regional
La vecina Polonia también vivió el comunismo, pero sigue en la cima de los países más religiosos del Viejo Continente.
“La raíz de esta cristiandad es histórica. La fe católica era para Polonia un elemento unificador del país. Polonia vive de la tradición, la Iglesia polaca se estima más y tiene mayor influencia que en la República Checa”.
Considerables diferencias en el número de los creyentes en la República Checa se dan según las diferentes regiones. Los motivos son también históricos, apunta Stejskal.
“Específica es la zona de los Sudetes, situada en la frontera con Alemania, Después de la Segunda Guerra Mundial y la consecuente expulsión de los alemanes, llegaron a la zona diferentes tipos de personas, entre ellas partidarios de los partidos de izquierdas que por méritos obtenían allá casas. Los nuevos habitantes de los Sudetes no eran creyentes de religiones tradicionales como los anteriores. Las iglesias empezaron a deteriorarse y esta situación permanece desde hace decenas de años. La raíz del bajo número de creyentes en la zona puede ser la expulsión y los sucesos posteriores”.
La región de Moravia, especialmente la zona sur, cuenta con un mayor número de creyentes que Bohemia, lo que Stejskal explica por su mayor vínculo a la tradición y al folklore.