El antiguo polígono militar de Ralsko
Ralsko, en el noreste de Bohemia, es uno de los ocho polígonos militares que existieron en el territorio checo bajo el antiguo régimen comunista. Creado en 1949, fue aprovechado primero por el Ejército Popular Checoslovaco y, después de la ocupación soviética, en agosto de 1968, se ubicó allí el Ejército Rojo. Cuando los soldados soviéticos abandonaron Ralsko en 1991, dejaron detrás un terreno minado y contaminado con gasolina y petróleo.
Incluso en un país tan pequeño y tan densamente poblado como es la República Checa existieron hasta los años noventa tierras incógnitas, es decir, lugares en blanco que no figuraban en los mapas y a los que la entrada era prohibida. Se trata de ocho polígonos militares, tres de los cuales fueron cerrados después de la caída del comunismo en Europa Central, en 1989.
Los tres antiguos polígonos, entre los que destaca Ralsko, tienen algo en común: después de once años, quedan sin vida. Los descendientes de quienes vivían en los pueblos que más tarde fueron arrasados para que pudiera construirse el polígono, han roto los vínculos con el lugar, mientras que los habitantes que llegaron recientemente, todavía no se han arraigado.
En el caso de Ralsko, hay que visitar el lugar para entender lo difícil que es arraigarse allí. La aldea fundada en 1992 en el lugar del antiguo polígono militar, no es la típica aldea pintoresca checa, con casitas blancas, una iglesia y una plazoleta en la que los vecinos se reúnen para conversar.
No, Ralsko es una aldea formada por cinco pequeñas urbanizaciones y cinco casas prefabricadas que fueron construidas en los años setenta para los oficiales soviéticos y sus familias; la distancia entre estos bloques de pisos prefabricados alcanza los cincuenta kilómetros.
La aldea, de apenas mil quinientos habitantes, se extiende en una superficie de 170 kilómetros cuadrados, lo que significa que en un kilómetro cuadrado viven ocho personas. En lo que se refiere a su extensión, Ralsko es así, después de Praga, la segunda localidad más grande en el país.
Pero regresemos al tema del polígono de Ralsko. Con 256 kilómetros cuadrados, fue el mayor polígono militar del antiguo régimen comunista. Tan sólo un núcleo reducido de expertos militares sabía con precisión lo que se encontraba en él. Hasta en los mapas militares en poder del Ejército Popular Checoslovaco no se indicaban los objetos con exactitud.
¿La razón? Pues durante la Guerra Fría fue necesario desorientar al enemigo imperialista. Por ejemplo, en uno de esos mapas, en escala uno a cinco mil, el aeródromo de Ralsko fue marcado a varios kilómetros del lugar donde se encuentra en realidad.
Las tropas soviéticas concentraron en Ralsko prácticamente todos los sistemas militares de ataque de los que puede disponer un ejército que se prepara para la guerra. El gigantesco aeródromo y los campos donde se ensayaba el lanzamiento de bombas y donde las tripulaciones de tanques perfeccionaban su puntería, existieron en el polígono antes de la llegada de las tropas del Pacto de Varsovia.
Después de ubicarse en Ralsko, los soviéticos construyeron además cobertizos para plataformas utilizadas para el transporte de ojivas nucleares, una compleja red de pasillos y búnkers subterráneos, así como un gran número de almacenes de munición y aeropuertos pequeños. Para 35 mil soldados estacionados en Ralsko, fue necesario construir también cuarteles y aparcamientos y, para oficiales y expertos, casas y pisos.
¡Si tan sólo las zonas de almacenamiento se extendieron en una superficie de 85 mil metros cuadrados! Para cubrir las necesidades del entrenamiento, fue construida en la cercana ciudad de Ústí nad Labem una central que suministraba energía eléctrica a los silos para cohetes y templaba las pistas de aterrizaje.
La estadía de los militares influyó negativamente sobre el medio ambiente de Ralsko, cuyo saneamiento ha costado mil millones de coronas checas. El aeródromo, y sus cercanías, fueron contaminadas con unos cuatro millones de derivados de crudo; para sanearlo, fue necesario trasladar medio millón de metros cúbicos de tierra. Unas tres mil toneladas de petróleo se empaparon en la tierra y crearon en el subsuelo, en una superficie de 80 mil metros cuadrados, un lago petrolífero que contaminaba las aguas subterráneas.
El peligro consiste en que cerca del antiguo polígono militar de Ralsko hay una formación cretácea, considerada por los especialistas en la materia como el segundo depósito de agua potable más importante de Europa. Al abandonar Ralsko, los soldados "olvidaron" en los bosques que cubren tres cuartas partes del antiguo polígono, toneladas de municiones y minas sin estallar.
Después del cierre del polígono, su saneamiento corrió a cargo del Ejército checo que cooperaba estrechamente con el ayuntamiento de la aldea de Ralsko. El alcalde, Jindrich Solc, explica la razón por qué no se ha logrado sanear la tierra hasta el año pasado, tal como fue planeado:
"Se puso de relieve que no todos los terrenos de los que pensábamos que estaban limpios, lo eran. Descubrimos que había que sanear otras tres mil quinientas hectáreas y estimamos que las labores se prolongarán por otros dos años. Desde el inicio del saneamiento, en 1993, y hasta el año pasado, los pirotécnicos desactivaron casi cien mil minas, granadas y otras municiones".
Después de la salida de los soviéticos y el cierre del polígono, surgió el problema qué hacer con un área tan vasta. En una parte fue fundada la mencionada aldea que creó, en una superficie de 25 hectáreas, una zona industrial. Desgraciadamente, hasta el presente ningún inversionista ha mostrado interés por instalarse allí.
El resto del antiguo polígono está administrado por una organización presupuestaria, dependiente del Ministerio de Defensa, que tiene por objetivo prepararlo para la privatización. Los edificios se encuentran en mal estado porque en los primeros años después de la salida del Ejército Rojo reinó el caos en Ralsko y lo que no destruyeron la nieve, el viento y la lluvia, fue devastado y robado.
El alcalde Solc señala que en casas construidas para oficiales soviéticos encontraron su nuevo hogar los denominados "checos de Volyne", o sea descendientes de los checos que emigraron en los siglos XIX y XX a Ucrania, asentándose en las cercanías de la ciudad de Volyne. Hasta hoy en día, esta comunidad checa mantiene su lengua materna, así como las tradiciones y costumbres de su patria.
"En el marco del proyecto de repatriación, realizado por el Gobierno checo entre los años 1991 y 1993 con el fin de ayudar a las víctimas de la avería de la central electronuclear de Chernobyl, regresaron a su patria unos 1800 checos de Volyne. La mayor parte, unas 170 personas, se instalaron en Ralsko. No había ningún problema con su reintegración".
Lo único que hoy preocupa al alcalde Solc es el desinterés de los inversionistas por Ralsko.
"El desempleo alcanza aquí el 16 por ciento. Con ayuda del Estado renovamos unas 900 casas prefabricadas y ofrecemos a la venta también terrenos para la construcción de casas familiares. Si el eventual inversionista no encuentra aquí una suficiente mano de obra, la puede traer desde fuera porque dichas casas están vacías".
La organización presupuestaria que, en cooperación con la alcaldía de Ralsko, prepara la privatización del antiguo polígono, ha recibido recientemente varios proyectos de inversión. Según indica el alcalde Solc, se supone que la mejor variante sería aprovechar Ralsko para el turismo y el recreo.