El amor prohibido de Francisco Fernando d´Este y la condesa checa Sofía Chotek
El hombre cuyo asesinato desató la Primera Guerra Mundial, mantuvo una estrecha relación con las Tierras Checas, que eran lugar de origen de su “femme fatale”, la condesa Sofía Chotek. Para llegar a casarse, la pareja tuvo que afrontar varios obstáculos del protocolo conservador de la Orden Imperial, y finalmente aceptar que debido al diferente rango social su matrimonio nunca sería reconocido en todos los aspectos. El escenario de los momentos más felices de la pareja tuvo lugar en el palacio de Konopiště, en Bohemia Central. Actualmente se celebra allí la exposición 'Unidos en la vida y la muerte', que relata la historia de este amor prohibido. Con motivo de los 100 años del atentado en Sarajevo, que acabó con la harmónica vida del matrimonio, les invitamos a visitar ese palacio y compartir esta historia.
Francisco Fernando d´Este, nacido en 1863, fue sobrino del emperador austrohúngaro, Francisco José I. Debido a esta situación familiar no se estimó que alguna vez llegase a ser el heredero del trono imperial.
Tras la ejecución del hermano del emperador, Maximiliano I de México, y el suicidio del príncipe Rodolfo, el único hijo varón de Francisco José I, el menor de los hermanos del emperador, Carlos Luis de Austria, se convirtió en el supuesto heredero. Este renunció la herencia al trono a favor de su hijo, Francisco Fernando d´Este.
Francisco José I, cuyo reinado de 68 años fue el tercero más prolongado de la historia europea, fue un hombre de pensamiento conservador. Según algunos historiadores, eso no favorecía a las necesidades de la época del fin del siglo, que exigía reformas modernas.
En el carácter enérgico y progresista del archiduque Francisco Fernando d´Este, que adoptó una postura crítica frente al gobierno de su tío, algunos vieron una promesa de cambio. Para otros, su personalidad fue más bien contradictoria, según relata la gerente de los depósitos y colecciones del palacio de Konopiště, Jana Sedláčková.“Por una parte, fue un hombre muy explosivo, que exasperaba a muchas personas a su alrededor. Por otra, fue un esposo y padre querido, así como un hombre de confianza, que mantenía firmes sus principios. Estaba rodeado de gente que lo quería, pero también de enemigos que lo odiaban”.
Francisco Fernando daba audiencia a las voces de naciones pequeñas como las Tierras Checas, que entonces formaban parte del Imperio Austrohúngaro. Aunque nunca llegó a ser popular entre los checos, mantuvo una estrecha relación con el país, ya que de allí procedía su esposa. A raíz de ello, fue donde pasó los momentos más felices de su vida.
El amor contra la Orden Imperial
Siendo en 1896 Francisco Fernando proclamado el heredero oficial al trono imperial, la Corte estimaba que contrajera matrimonio con una dama noble. No obstante, el joven ya sabía con quién quería compartir el resto de su vida. Tras conocer en 1885 en un baile a la joven y hermosa condesa checa Sofía Chotek, se enamoró de ella a primera vista. Consciente de que la relación se enfrentaría a muchas dificultades, no renunció a su anhelo según prosigue Jana Sedláčková.“Sofía Chotek provenía de una familia importante en las Tierras Checas. Sin embargo, se trataba de un linaje condal de escasos recursos materiales. Al darse cuenta el archiduque de que Sofía era la mujer a cuyo lado quería pasar el resto de su vida, tuvo que enfrentarse a las reglas del protocolo de la orden de la Corte vienesa, que no consentía este tipo de matrimonio. Mientras que él era archiduque, su querida se encontraba en una posición inferior”.
Al salir la relación a la luz, el conservador emperador Francisco José I rechazó consentir el matrimonio, que consideró una aventura amorosa. El heredero al trono austrohúngaro no pensó renunciar a la lucha por ella y acudió incansablemente a entes jurídicos para encontrar la manera de hacer de Sofía su esposa legítima, y a la vez no perder el derecho al trono. Además, contó con el apoyo de personajes como el Papa León XIII, el zar ruso Nicolás II y el último emperador alemán y el rey de Prusia, Guillermo II. Todos ellos enviaron al emperador peticiones a favor del matrimonio, argumentando que cualquier tipo de discrepancias entre él y el heredero podría desequilibrar la estabilidad de la monarquía.“Francisco Fernando tardó unos años en conseguir el permiso imperial para el matrimonio. Al final lo alcanzó, sin embargo, bajo la condición de renunciación, es decir, que el estatuto social de su esposa y sus hijos, entonces todavía ni nacidos, quedara limitado. En concreto, sus descendientes no podían convertirse en herederos al trono y restringidas quedaron también sus propiedades. Tampoco se permitió a su familia formar parte del linaje de los Habsburgos y les fue otorgado el título de Hohenberg”.
El matrimonio morganático, es decir, de dos personas de rango social diferente, se contrajo en 1900 en el palacio de Zákupy, en Bohemia del Norte, sin presencia de miembros de la familia imperial.Los problemas causados por esta desigualdad social acompañaron a la pareja a lo largo del matrimonio, según reseña la administradora del castillo de Konopiště, Marie Krejčová.
“Sofía, por ejemplo, no podía compartir con su esposo el mismo palco en el teatro, o durante ceremonias oficiales tenía que ir detrás de todas las archiduquesas y otras personas importantes. Es decir, era una de las últimas en esta jerarquía”.
El estricto protócolo imperial fue una de las razones, por las que la pareja y sus tres hijos optaron por pasar la mayor parte de su tiempo libre en el palacio de Konopiště, en Bohemia Central.
Los momentos felices en el palacio de Konopiště
Francisco Fernando compró el señorío en 1887 gracias a la opulenta herencia del archiduque Francisco V de Modena d´Este, quien se la adjudicó tras haber cumplido con su condición de aceptar su atributo d´Este y aprender italiano. Así Francisco Fernando llegó a ser uno de los nobles más ricos de Europa.Bajo su mando el palacio de Konopiště se convirtió en una sede altamente moderna para aquellos tiempos, según prosigue Sedláčková.
“Francisco invirtió en la reconstrucción mucho dinero y esfuerzo, así que hasta la actualidad casi no ha hecho falta renovar el palacio. Al ser un hombre moderno y progresista, equipó el señorío con instalaciones de una calidad excelente. Mandó instalar electricidad, calefacción central e incluso un ascensor hidráulico. Asimismo se cuenta con 12 cuartos de baño con el agua fría y caliente y no faltan inodoros. Podemos decir que entonces se trataba de uno de los señoríos más modernos de Europa”.
El archiduque también concentró en el palacio sus recuerdos, adquiridos durante su vuelta al mundo. Con estos miles de objetos exóticos planeaba formar un museo etnográfico.Aparte de numerosas antigüedades y objetos artísticos de valor, en Konopiště se halla también una de las armerías más extensas de Europa Central, que cuenta con unos 4.500 ejemplares, procedentes de la época entre los siglos XVI y XIX.
Una de las partes del palacio que más llama la atención es el pasillo con trofeos de caza. Francisco Fernando fue un cazador apasionado y al sumar todas sus presas, responden a unas 22 al día. Por tanto algunos lo consideraban más bien un cazador fanático.
Según reseña Marie Krejčová, la imagen del archiduque se agravó significativamente tras la Primera Guerra Mundial.“Entonces se publicó un libro que retrataba el carácter del heredero en colores muy oscuros y de su esposa se hablaba como de una mujer tacaña”.
Según pudo comprobar Jana Sedláčková, probablemente se trataba de un rumor.
“Yo tuve la oportunidad de comparar la hipótesis de que era tacaña con su libro de contabilidad, que tenemos en el depositario. Averigüé que una considerable parte de los ingresos que recibía mensualmente de su esposo, los donaba a la caridad y al tratamiento de sus hermanos enfermos. Además, proporcionó a su servidumbre unas condiciones laborales muy cómodas para aquellos tiempos. Y el hecho de que ahorraba dinero respondía a su procedencia de familia pobre, por lo cual probablemente no le gustaba tirar la casa por la ventana”.Sobre su esposo corrían rumores de que estaba a favor de la guerra, lo que Jana Sedláčková desmiente.
“Él conocía muy bien la situación del Ejército austrohúngaro. Sabía que era muy anticuado y que carecía del equipamiento y entrenamiento necesarios para poder medir sus fuerzas con ejércitos modernos como entonces era, por ejemplo, el de Prusia. Francisco Fernando d´Este siempre estaba en contra de la guerra”.
Unidos en la vida y la muerte
Fue precisamente en el palacio de Konopiště, donde Francisco Fernando recibió dos visitas del emperador alemán, Guillermo II. A causa de ello, los dos cayeron en sospecha de los miembros de la propaganda antihabsburgo, que les acusaron de planear maniobras militares en Bosnia y Hercegovina, un territorio que había sido anexionado al Imperio Austrohúngaro. Francisco José ya no se encontraba en condiciones de ejercer el viaje de inspección a Bosnia y Hercegovina, donde se desarrollaban maniobras en contra de la anexión, así que encargó de esa tarea a su sobrino. A Sarajevo partió con su mujer.“Francisco no quería que Sofía le acompañara. Era consciente de la complicada situación allí y que no iba a ser fácil. Sofía, como una esposa leal, quería acompañarle. Además, Francisco tuvo problemas de salud debido a la tuberculosis que había sufrido en el pasado, así que Sofía no quería que se fuera solo”.
Por una acumulación de desdichados errores, Sofia no le dejó solo ni al abandonar este mundo.“Tras haberse dirigido su delegación hacia el ayuntamiento de Sarajevo, el asaltante Nedjelko Čabrinović lanzó una bomba, que cayó encima del carro, rebotó e hirió a la tripulación de otro coche que iba detrás y también a un miembro de su séquito. Francisco Fernando quería visitar a los heridos en el hospital. Al chófer no le dijeron qué camino tomar y cuando se encontraron en frente del otro asaltante, el serbio Gavrilo Princip, se produjo el caos. El chófer intentó dar marcha atrás, y así Princip tuvo suficiente tiempo para disparar. Aunque el tirador estaba muy alterado, los dos disparos resultaron mortales“.
Sabiendo que su esposa no podría compartir la cripta imperial, el precavido Fernando ya durante su vida mandó a construir un sepulcro propio en el palacio de Artstetten, situado en Baja Austria. Sin embargo, la familia imperial no olvidó el origen de Sofía – su ataúd lo colocaron en posición más baja que el de su esposo.