El abuso del culto de San Venceslao por los nazis
El culto de San Venceslao ha pasado a lo largo de la historia por diferentes facetas respecto a su percepción. Mientras que en la tradición católica ha sido venerado como el patrono de las Tierras Checas, en la época de la Primera República su figura se vio ensombrecida por el culto de los husitas. Una gran indignación llegó con los alemanes nazis, que abusaron de su legado para impulsar su propaganda ideológica.
Tras la Primera Guerra Mundial, cuando se formó la Checoslovaquia independiente, la tradición de San Venceslao fue paulatinamente pasando a un segundo plano respecto a la conciencia nacional.
El motivo fue supuestamente su vinculación a la Iglesia Católica, que muchos relacionaban con el Imperio Austrohúngaro, bajo cuyo predominio se habían visto sometidas las Tierras Checas durante siglos.
Una ruptura a favor de la percepción más positiva del culto del patrono llegó en 1929 con ocasión del milésimo aniversario de la muerte del mártir, apunta el historiador Jaroslav Šebek.
“También gracias al entonces presidente, Tomáš Garrigue Masaryk, la tradición se ha vuelto a integrar en la familia de tradiciones nacionales y a ser respetada por el pueblo. El mismo Masaryk sostenía que San Venceslao nos abrió la puerta a Europa. Después, su culto ha vuelto a estar más acentuado”.
“Las Tierra Checas siempre han tenido que depender de Alemania”
Tras la firma del Acuerdo de Múnich, en el que las potencias europeas concedieron en 1938 una tercera parte de Checoslovaquia a la Alemania nazi, su legado empezó a tomar una doble orientación.
El primero en postular la idea de abusar del culto de San Venceslao para la propaganda nazi fue el colaboracionista checoslovaco Josef Kliment. En un artículo retrató al patrono como un político que ya hace un milenio era consciente de que era necesario conferir el territorio checo a la dependencia alemana.
Con ello se refería a un acto pacífico, que el príncipe Venceslao efectuó en el siglo X a fin de proteger las Tierras Checas, que se veían amenazadas por los ataques de los sajones.
Para evitar el derramiento de sangre, el príncipe optó por pagar al rey sajón Enrique I el Pajarero un tributo pacífico anual de 500 lingotes de plata y 120 bueyes. Este acto se enfrentó a numerosas críticas, también por parte de su hermano, que acabó asesinándolo.
A pesar de que en aquel entonces los tributos por la paz representaban una práctica política habitual entre los países, los nazis abusaron de este hecho histórico para respaldar su visión de que las Tierras Checas siempre habían tenido que estar sometidas al poder de su imperio.
A partir de entonces, la figura de San Venceslao empezó a protagonizar dos interpretaciones ideológicas opuestas, afirma Šebek.
“Cuando Checoslovaquia se encontró bajo la amenaza nazi, la figura de San Venceslao volvió a ser percibida como el patrono nacional, al que los ciudadanos se aferraban en los tiempos de peligro. Después del Acuerdo de Múnich su legado pasó a ser abusado por las corrientes antidemocráticas como una antítesis de la Primera República”.
En su propaganda los nazis llegaron hasta tal punto que empezaron a galardonar a los colaboracionistas checos con la Orden del Águila de San Venceslao. El retrato del patrono checo apareció también en un billete protectoral de 500 coronas. Mientras tanto, en las iglesias checas se celebraban misas de San Venceslao como una expresión de resistencia contra el régimen nazi. Por mucho que lo intentaron, los nazis no tuvieron éxito en apropiarse de la tradición del patrono principal checo.
“Tras colocarse la corona, Heydrich murió al cabo de un año”
Y puede que por su abuso también pagaran. En 1941 el protector nazi de Bohemia y Moravia, Reinhard Heydrich, recibió del entonces presidente Emil Hácha las llaves del depósito con las joyas de coronación de los Reyes de Bohemia.
Este acto fue comprendido por el pueblo checoslovaco como un momento de subyugación total de Checoslovaquia a la Alemania nazi.
Una leyenda cuenta que el que se coloque la corona en la cabeza sin ser la persona autorizada, morirá al cabo de un año.
Se dice que el protector Heydrich no obedeció esta advertencia y en noviembre de 1941 se puso la corona en la cabeza.
Siete meses después, el 4 de julio de 1942, el llamado carnicero de Praga falleció a consecuencia del atentado perpetrado por dos paracaidistas checos. El 24 de octubre de 1943 murió también uno de sus hijos, atropellado por una furgoneta.