Día de Nochebuena en la República Checa
Con motivo de la Pascua de Navidad, hemos preparado para ustedes un programa especial con el que deseamos contribuir al bienestar en sus hogares durante estas fiestas de amor, paz y tranquilidad.
Por Pavla Jedlickova
Estimados amigos, esperamos que este programa, dedicado a las tradiciones y costumbres checas vinculadas con el Día de Nochebuena, resulte ameno y les deseamos una nítida y agradable escucha.
El Día de Nochebuena era, hasta el siglo XVI, el último día del año. Los festejos de la Natividad de Jesucristo y de la despedida del Año Viejo en un solo día cobraron por ello una importancia trascendental.
La conmemoración de la llegada del Mesías que nació para redimir los pecados del mundo, daba a la gente la esperanza de que el futuro le deparase momentos más felices que el pasado. La llegada del Año Nuevo hacía que la gente se detuviese a reflexionar sobre sus logros y errores, proponiéndose, a la vez, comportarse mejor en el año entrante.
Cada una de las tradiciones y costumbres vinculadas con el Día de Nochebuena tenía por ello un profundo significado simbólico que emanaba del corazón del pueblo checo, de sus creencias y vivencias, y unía en sí la fe católica y los viejos mitos paganos.
Han sido muy diversas las tradiciones y costumbres de la nación checa, variando de región en región. Algunas cayeron en el olvido, pero otras resistieron el paso del tiempo con una perseverancia extraordinaria, capaces de encantar por su mágica fuerza y su alegría tanto al hombre gótico, renacentista o barroco, como a la gente del siglo XXI.
Prestemos ahora atención a la celebración del Día de Nochebuena en los hogares checos. Dejémonos llevar por la imaginación del pueblo checo y por el halo de misterio que este día envuelve a las familias checas.
Fijémonos en las pequeñas alegrías, placeres y ansiedades que comparten los familiares reunidos al pie del Belén y el árbol de Navidad para pasar juntos, en paz y tranquilidad, la fiesta considerada por la mayoría de los checos como la más bonita del año.
El 24 de diciembre se conoce en el mundo hispanohablante como el Día de Nochebuena. Sin embargo, en la República Checa se celebran dos fiestas ese día: el Día de la Generosidad, que termina con la aparición de la primera estrella en el cielo, y la Noche de la Generosidad.
Las dos fiestas recibieron su nombre en agradecimiento a Dios por el regalo más generoso que diera a la Humanidad: Cristo Redentor. En el pasado era habitual que el 24 de diciembre la gente se comportase de manera generosa y que los ricos repartiesen su cena de ese día con los menos afortunados.
En fin, ese día se cedía espacio a la caridad. Los mendigos recibían más limosna y los senores entregaban a la servidumbre, además de obsequios pequeños, gratificaciones extras en reconocimiento a su labor de todo el año.
El 24 de diciembre es también el onomástico de Adán y Eva que, como la primera pareja de la historia, se convirtieron en patronos de los novios. Es por ello que los novios y esposos intercambiaban entre sí manzanas y panes de especies con la forma del árbol del paraíso o de la serpiente.
El Día de la Generosidad es el último día del adviento. La liturgia de la Iglesia Católica Apostólica Romana se refiere a ese día como a la Vigilia, es decir las vísperas de la Navidad. Hasta el presente los creyentes checos respetan las viejas tradiciones cristianas y, en el Día de la Generosidad, ayunan o toman comidas de vigilia.
Para convencer a los hijos de que vale la pena ayunar, los padres les dicen que si se portan bien y no comen, en la Noche de la Generosidad verán un cerdo dorado atravesando las paredes o el techo de la casa. La leyenda sobre el cerdo dorado proviene de los celtas que poblaron el territorio checo en el cuarto siglo antes de Cristo, que fueron desplazados a principios de nuestra era por las tribus germanas de marcomanos y cuados.
El cerdo era el símbolo del sol en el período precristiano. Los celtas festejaban el solsticio de invierno, que coincide con la celebración de las fiestas navideñas cristianas, como la victoria del Sol sobre el Invierno, o sea, como la victoria del amanecer de la nueva vida sobre la muerte.
Para la mayoría de los checos, el Día de la Generosidad empieza con el adorno del árbol navideño. El árbol recuerda el del Edén, cuyos frutos Adán y Eva habían comido haciendo caso omiso de la prohibición de Dios, y en cuyo tronco había sido crucificado más tarde Jesucristo, para redimir a la Humanidad del pecado original, como un nuevo Adán, nacido de una nueva Eva, la Virgen María.
Las ramas de la conífera simbolizan la vida eterna, mientras que los adornos y frutas que se colocan en las ramas, hacen alusión a la manzana prohibida del Árbol del Paraíso. Aunque parezca sorprendente, la tradición de adornar el árbol de Navidad es una de las más jóvenes. En las tierras checas apareció hace unos 200 años, procedente de Alemania.
Más antigua es la costumbre de construir los nacimientos, de diferentes tamanos y materiales. Al igual que en otros Estados católicos de la Europa del siglo dieciséis, también en el Reino de Bohemia, que por aquél entonces había pasado a formar parte de la monarquía de los Habsburgo, la difusión de esta costumbre se debió al trabajo incansable de las órdenes religiosas.
Fueron los jesuitas los que trajeron los primeros nacimientos al Reino de Bohemia. El primer pesebre no sólo de Praga, sino de toda Europa Central, fue instalado en 1560 en la iglesia de San Clemente, pero lamentablemente, no se conservó.
A diferencia de los países que tienen la tradición de celebrar el 25 de diciembre, o sea el Día de Navidad, como el día más importante del ciclo navideño, en la República Checa la más festejada es la Noche de la Generosidad. La aparición de la primera estrella es la señal de que termina el adviento, y con él también la penitencia y contemplación. Las Vísperas inician las Fiestas Navideñas.
Con la primera estrella en el cielo, las familias checas, cristianas o ateas, se sientan a la mesa para cenar. La cena del 24 de diciembre tenía un profundo significado ya en los tiempos bíblicos. Para los judíos, el día empezaba con la aparición de la primera estrella; los hebreos solían iniciar el nuevo día con la cena interpretada como sacrificio a Dios.
Los primeros cristianos conservaron la costumbre de los judíos de contar el día a partir de la aparición de la primera estrella. Además, según el calendario litúrgico de la Iglesia Católica Apostólica Romana, parte de los festejos de la Natividad de Jesucristo es también la Noche de la Generosidad.
En las familias checas cristianas, la cena empieza con una oración común en la que el padre agradece a Dios todo lo bueno que le ha sido brindado durante el año que termina y ruega por la bendición para quienes se reúnen a la mesa. En los demás hogares, el cabeza de familia desea a los comensales, por lo menos, buen provecho y mucha suerte.
Según una vieja tradición checa, nadie puede levantarse de la mesa hasta que no termine la cena para no atraer la mala suerte al hogar. En algunas familias se suelen atar las patas de la mesa con una cadena para que la familia permanezca unida. Hay amas de casa que todavía hoy siguen sirviendo una fuente de guisantes, porque su brote tiene la forma de cáliz, símbolo de unidad.
En el campo, más unido a la naturaleza que la ciudad, antes de reunirse la familia para la cena, el amo no se olvidaba del ganado ni de las tierras que le proporcionaban el pan nuestro de cada día. A las vacas, cabras, cerdos y demás animales se daba pan con ajo, a las gallinas, guisantes y granos, mientras que los perros y gatos recibían un bocado de cada plato.
Al pozo se solían echar manzanas, nueces y monedas para que el agua fuera dulce. Las sobras de la cena se arrojaban al pie de los árboles para que dieran abundantes frutos.
En los siglos pasados, las opiniones acerca del número y la composición de los platos servidos durante la Noche de la Generosidad diferían bastante en el mundo cristiano. Unos exhortaban a los creyentes a celebrar la Natividad del Señor de manera modesta, recomendando ingerir comida de vigilia. Otros destacaban lo de la generosidad de ese día solemne, sosteniendo que la cena de la Noche de la Generosidad debía ser de veras generosa y rica.
En el campo se respetaba que en la cena nunca faltara un poco de todo lo que se cosechaba en la finca. Durante la cena, los comensales no podían hablar para no ahuyentar a los espíritus de sus familiares, de los que se creía que estaban presentes. La ama de casa siempre ponía la mesa para mayor número de comensales que los previstos en la familia, ya que todo aquél que llamara a la puerta en la Noche de la Generosidad, era invitado a la mesa.
Solían servirse nueve platos diferentes para que el año siguiente hubiera comida en abundancia. Entre estos platos nunca faltaban galletas con miel, dulces navideños, pescado, sopa de pescado, la típica "vánocka", o sea torta navideña con almendras y pasas, puré de guisantes y platos preparados de cebada y hongos.
En la mayoría de los hogares checos hoy ya no se sirven nueve platos y tampoco se ponen cubiertos de más para quienes llamen a la puerta, ya que la Noche de la Generosidad es considerada como una fiesta netamente familiar. El menú típico es en la actualidad sopa de pescado de primero, y de segundo carpa acompañada de ensaladilla rusa.
El cultivo de la carpa tiene una larga tradición en las tierras de la antigua Corona Checa. La primera mención escrita de que los ríos y lagos checos eran ricos en ésta y otras especies de peces de agua dulce, proviene del cronista Kosmas que en siglo once apuntó que, debido a su bajo precio, el pescado era una comida cotidiana de las masas.
Los primeros estanques para el cultivo de la carpa fueron fundados por órdenes religiosas en el siglo trece. También el emperador romano-germánico y rey de Bohemia, Carlos IV, se afamó en el siglo XIV como promotor de la piscicultura en sus dominios. En fin, el pescado era parte indispensable del menú medieval.
Sin embargo, el cultivo de la carpa vivió el mayor auge en la segunda mitad del siglo XVI, cuando sobre todo en Bohemia del Sur fue construida una sofisticada red de estanques. Antes de la Guerra de los Treinta Años, del siglo XVII, el número de estanques alcanzaba varios miles. Los libros de cocina de entonces incluían centenares de recetas para preparar la carpa, el salmón, el lucio, la anguila y otros pescados.
La mencionada guerra arruinó la piscicultura en las tierras checas. El derecho de pesca fue transferido exclusivamente a los señores feudales y el pescado, que antes había sido la comida de vigilia diaria incluso de los más pobres, se convirtió en una exquisitez muy cara.
Con excepción de las capas bien acomodadas y de las regiones con tradición de la piscicultura, la carpa desapareció de la cena de la Noche de la Generosidad, y no fue hasta finales del siglo XIX que volvió a aparecer en el menú navideño.
Con la Noche de la Generosidad están vinculadas la hechicería y un gran número de supersticiones, legado de los festejos paganos del solsticio de invierno que el cristianismo no erradicó sino que incorporó a las fiestas navideñas.
La magia popular se concentraba antes en asegurar la buena cosecha y adivinar el futuro, sobre todo la salud, el matrimonio y el número de hijos. Hoy en día, muchas prácticas mágicas que hace siglos se tomaban muy en serio, se han convertido en una diversión que enriquece la Noche de la Generosidad con un sabor de misterio.
Si la chica soltera quiere saber si se casará o no, se coloca de espaldas a la puerta de la casa y lanza hacia atrás un zapato. Si la punta del zapato indica hacia la puerta, la chica se casará en el curso del año siguiente y abandonará el hogar de sus padres. Si la punta indica hacia la jóven, ésta permanecerá en casa y sin novio.
Para adivinar el futuro sirve otra práctica mágica: El plomo derretido se vierte en un recipiente con agua, donde adquiere las formas más diversas de las que las familias tratan de vaticinar el futuro. Una de las diversiones más populares de la Noche de la Generosidad son una especie de barquitos de cáscaras de nuez con velitas encendidas que se colocan en una fuente o en una palangana. ¿Y qué revelará el curso del barquito acerca del porvenir de quien lo pone a "navegar" en la palangana?
Si el barquito se queda en la "orilla" donde fue colocado, el año transcurrirá sin cambios; si la cáscara zozobra enseguida, todo esfuerzo por mejorar la situación será vano; si el barquito alcanza la otra "orilla" con la velita encendida, conseguirá todo lo que se proponga sin ayuda de los demás; si arriba a la otra "orilla" pero la velita se apaga, se cumplirá todo lo que desea, pero a costo muy elevado.
Después de la cena, la familia checa se sienta cerca del árbol de Navidad portando velas encendidas y cantando villancicos. El cabeza de familia toca una campanilla anunciando que ha llegado el momento que los niños esperaban con ansiedad desde por la mañana temprano: el de repartir los regalos que los padres han colocado al pie del árbol antes de la cena.
Los festejos de la Noche de la Generosidad culminan con la Misa del Gallo, con su inigualable atmósfera. Mientras que afuera hace frío, está oscuro y nevado, en el interior de la iglesia irradia la luz de centenares de velas encendidas, y el pesebre expuesto al lado del altar provoca en la gente una sensación de paz y tranquilidad.
Acompañado por el órgano canta el coro, al que empiezan a sumarse los asistentes a la misa, y en los corazones de los creyentes nace Jesucristo. Todos los reunidos sienten la presencia del Niño, y la fuerza del amor que les entrega este bebé indefenso les llena de esperanza y alegría.
Estimados oyentes, que la paz y la tranquilidad reinen también en sus hogares y que la estrella que apareció en el cielo anunciando la Natividad del Señor, ilumine también sus vidas.
¡FELICES FIESTAS DE NAVIDAD!