Derrumbar un horno simbolizaba dejar embarazada a una mujer

Propiciar con una danza el embarazo de la recién casada, conseguir la multiplicación de los rebaños, expulsar a los demonios de la casa o despistar a las fuerzas malignas. Estos son algunos de los rituales que practicó en el pasado la población checa y en que la danza actuó como una fuerza mágica.

”Se nos cayó el horno”, así se titula una conocida canción folclórica checa. Los padres y los abuelos la enseñan a los niños sin sospechar que su letra encierra un doble sentido y que refleja una desaparecida tradición checa.

Durante las fiestas de boda los checos solían realizar el ritual mágico del derrumbe del horno en que se habían cocido los pasteles para los invitados.

El tercer día de la fiesta los hombres jóvenes formaron un círculo alrededor de la estufa o del horno, se abrazaron por los hombros y empezaron a danzar con frenesí. A intervalos regulares batían todos al mismo tiempo con un pie en el suelo.

El horno generalmente no resistía las vibraciones producidas por la danza y comenzaba a desmoronarse. Para cumplir con el ritual bastaba que cayera por lo menos un fragmento del horno.

El derrumbe del horno simbolizaba el embarazo de la recién casada. Así nació el dicho popular “derrumbó la estufa”, en checo “zbouchnul kamna”, que significaba que un hombre dejó embarazada a una mujer.

Con el tiempo se olvidó el origen del dicho y al lenguaje coloquial ha pasado el verbo “zbouchnout”, dejar embarazada a una joven. El sentido del verbo sigue evolucionando pero siempre conserva un matiz erótico.

En el pasado la danza frenética no hacía caer sólo los hornos y estufas. Llegaron a registrarse incluso varios casos trágicos cuando se derrumbó en una fiesta de baile pueblerina toda la taberna que no aguantó el ímpetu de los bailarines.

En las viejas tabernas rurales se bailaba en una pequeña sala con un techo bajo de vigas. En el centro se alzaba una gruesa columna de madera, engalanada con cintas coloridas.

Quien no tenía dinero para pagar lo que había consumido en la taberna, clavaba en la columna su hacha. Podía sacarla sólo después de haber cancelado la deuda.

De ahí el dicho popular “pít na sekyru”- textualmente beber sobre el hacha, que equivale a beber fiado.

Algunas danzas rituales tienen raíces muy remotas. Todavía en el siglo XIX se registraba en Bohemia la llamada danza del chivo, que se bailaba al ser arrojado un macho cabrío de la torre de la iglesia local antes de iniciarse la cosecha del trigo.

Los chivos ya habían protagonizado rituales en la Grecia antigua. Los pastores de aquella época danzaban con máscaras de chivos, recordando la muerte y la resurrección del dios Dionisio.

En la región de Valašsko, situada en la parte oriental de la actual República Checa, los indignados sacerdotes sermonearon en el pasado contra las supuestamente “inmorales” danzas de los pastores locales.

El objetivo mágico de dichos bailes era fomentar la multiplicación de los rebaños y por eso imitaban la cópula de los animales. Los etnógrafos opinan que algunos elementos de esas danzas se remontan a la prehistoria.

Muy antigua es también la danza de los pastores de Valašsko que se bailaba para expulsar de las casas a los demonios.

Los pastores solían bailar esa danza en cada casa del pueblo cuando lo recorrían en la Navidad, pidiendo aguinaldo.

En esa danza ritual los hombres andaban uno tras otro en círculo y en cada tercer paso doblaban una rodilla, dando simultáneamente un golpe con el bastón en el centro del círculo.

Si la danza era bailada por cuatro hombres, ellos configuraban con sus bastones una suástica, un antiquísimo símbolo sagrado.

Los pastores solían acompañar el ritual con canciones de bandoleros, típicas para la región fronteriza entre Moravia y Eslovaquia.

La puerta de oro abierta, una espada de oro la sustenta. Quien cruce esta entrada, tendrá su cabeza decapitada. Sea éste o aquél, dale con la escoba.

Esta letra se cantaba en un juego infantil en que los niños pasaban uno tras otro debajo de una especie de puerta, formada por los brazos levantados de una pareja de sus compañeros. Después de haber sonado la última sílaba de la canción, los brazos bajaban, aprisionando a uno de los chicos.

De esta manera se transformó en un pasatiempo infantil una remota danza solar eslava que tenía una finalidad siniestra:escoger una víctima humana para el sacrificio.

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