David Černý, el famoso escultor que hizo de Praga su propia galería de arte
Los bebés de la torre de Žižkov, el caballo en la galería Lucerna, la cabeza giratoria de Kafka y los caballeros orinando sobre un mapa son algunas de las obras que empezaron a hacer circular el nombre de David Černý más allá de las fronteras. En esta entrevista exclusiva, el escultor checo más importante de la actualidad repasa su carrera, habla de su admiración por Kafka, David Lynch y Václav Havel, nos adelanta cómo es su flamante obra en Karlín y hasta nos cuenta a qué famoso futbolista le podría llegar a dedicar, próximamente, una de sus piezas.
Así como en Praga se ofrecen recorridos temáticos sobre distintos períodos de la historia, fantasmas y cervezas, sería posible trazar un itinerario con las múltiples obras que el escultor David Černý viene realizando, instalando y exponiendo, hace varias décadas, en diversos puntos de la ciudad. Desde su época más provocadora cuando, luego de la Revolución de Terciopelo, pintó de rosa un tanque soviético que había permanecido en la entrada del Jardín de los Kinský como emblema de la liberación de los nazis, hasta esta actualidad en la que, en protesta contra la guerra actual, pintó con los colores de Ucrania otro tanque soviético expuesto en ese mismo sitio.
A pesar de ser tan distintas entre sí, casi todas sus obras tienen la particularidad de identificar inmediatamente a su autor, como si al instante mostraran el sello de David Černý, un estilo propio que mezcla reflexión y una intención lúdica tan extrema que suele despertar admiración y rechazo en partes iguales, tal como él mismo describe en esta entrevista exclusiva con Radio Praga Internacional.
“Dentro de la sociedad checa tal vez la mitad me acepta y la otra mitad me odia, pero depende mucho del lugar: aquí en la ciudad de Praga suelen reconocerme en la calle, pero si voy a Brno creo que nadie me conoce”.
Praga como una enorme galería
Escindido entre el amor y el odio en su propio país, el nombre de Černý también está circulando fuera de las fronteras de Chequia, y lo interesante es que en el extranjero se lo conoce exclusivamente por haber hecho de Praga una especie de galería propia: con obras que se exponen al aire libre, como los famosos bebés de la isla de Kampa, y otras bajo techo como es el caso del célebre caballo invertido del pasaje Lucerna. Lo cierto es que el boca a boca es tan poderoso que a él mismo le sorprende su popularidad en lugares tan lejanos y que hasta ahora apenas llegó a visitar, como por ejemplo Latinoamérica.
“De hecho, solo estuve en Sudamérica dos veces: una en San Pablo, en la 22 Bienal, casi treinta años atrás, y luego en Río de Janeiro en los Juegos Olímpicos de 2016, donde hice una instalación sobre las piernas de Zátopek. Después estuve mucho en Nueva York, y también en México, pero eso es ya Norteamérica”.
A pesar de que el marco de los juegos olímpicos condicionó bastante esa visita porque notaba, por ejemplo, mucha presencia militar en las calles, afirma que Río de Janeiro le pareció una ciudad fantástica.
Una estética no estática
“Tengo un hermano menor que es pintor y él era el que estaba destinado a ser artista, se suponía que yo sería ingeniero”.
Si bien hoy está considerado uno de los escultores más importantes del país, revela Černý que, durante mucho tiempo, le desagradaba mucho la idea de convertirse en artista. Incluso cuenta que tiene formación universitaria en física y electrónica aunque, durante sus estudios, mientras trabajaba con amplificadores y otras herramientas similares, no tardó en darse cuenta de que prefería hacer cosas más creativas, a tono con su background artístico, ya que su madre era restauradora y su padre pintor. Sin embargo, contra todos los pronósticos, sus padres no imaginaban que él seguiría sus pasos y hasta habían depositado en su hijo otro tipo de expectativa.
“Eso es gracioso porque tengo un hermano menor que es pintor y él era el que estaba destinado a ser artista, se suponía que yo sería ingeniero porque nuestra familia está muy dividida: por un lado, están los artistas y los bohemios y, por otro lado, los técnicos e ingenieros”.
De hecho, precisa que sus padres querían que se dedicara a la ingeniería de construcción y por eso querían que fuera a la universidad técnica, pero él se encargó de cambiar el rumbo. Lo interesante, sin embargo, es que aquel deseo de sus padres en algún punto parece haberse cumplido ya que muchas de las obras de Černý cuentan, justamente, con una compleja ingeniería en tanto, lejos de ser objetos estáticos, suelen abordar o incluso plasmar la idea del movimiento, como sucede con los dos hombres orinando el territorio de República Checa, en la obra Trifot basada en una novela de ciencia ficción de John Wyndham y, sobre todo, en una de las más famosas: la cabeza giratoria de Franz Kafka, uno de los principales referentes de Černý junto a Sigmund Freud, otro célebre judío a quien también homenajea con la estatua colgante de la calle Husova en pleno centro histórico.
“Kafka era un autor alemán que en realidad era judío, vivía en Praga, hablaba checo y escribía en alemán, una combinación muy bizarra que en cierto modo muestra lo bizarra que es toda Praga. Antes de la Segunda Guerra Mundial había un tercio de alemanes, otro de bohemios y un tercio de judíos y Kafka es la mezcla perfecta.”
La cabeza giratoria de Kafka mide once metros y pesa casi cuarenta toneladas. Lo que no se sabe tanto es que tiene una especie de hermano gemelo en Charlotte, Carolina del Norte, que se llama Metalmorfosis y, según adelanta el propio Černý, en apenas unos meses se va a inagurar nada menos que en Los Ángeles otra obra muy similar que ya está lista, aunque en este caso no remite al escritor sino a un genio del séptimo arte muy cercano a su universo y, a la vez, contemporáneo.
“David Lynch estuvo en Praga grabando la música de sus películas con la Orquesta Filarmónica de Praga y en una entrevista dijo que si tuviera la chance de elegir un hermano, elegiría a Franz Kafka, eso me gustó mucho. Entonces me propusieron hacer una obra similar y al preguntarme qué personalidad me interesaba de Los Ángeles, pensé en David Lynch y el desarrollador me dijo: ‘Perfecto, ¿por qué no?’, y sé que el propio Lynch la vio y le gustó mucho”.
El precio de la inspiración
“Me cuesta vivir en Praga, aquí siento una enorme inspiración pero es una ciudad que me absorbe la energía”.
El pasado cinco de octubre se cumplió un nuevo aniversario del nacimiento del primer presidente democrático Václav Havel y David Černý subió en su instragram una foto en la que se lo ve al mandatario entregándole el premio al mejor artista joven. Agrega que, además de ser una persona sumamente inteligente, él considera que el paso del tiempo le reservó a Havel un lugar entre los mejores políticos de todos los tiempos, no solo a nivel nacional, sino también en el mundo. En lo que respecta a Praga, a pesar de haber nacido en esta ciudad que, en efecto, adoptó como su propia galería, Černý revela que a él no le resulta fácil y hasta dice que la capital checa puede llegar a agravar las neurosis, tal como confirmó a la distancia, cuando vivía en Nueva York.
“Lo que me pasó ese tiempo que viví entre Nueva York y Praga fue que en Nueva York sentía una energía impresionante, pero creo que nunca me sentí inspirado, entonces luego venía aquí y sentía una gran inspiración pero ninguna energía. Era como que la ciudad me absorbía la energía y luego en Nueva York sentía otra vez esa explosión, así que esa es probablemente la diferencia”.
A cambio de esa inspiración, Černý entiende que le dio a la ciudad algunos turistas que deciden visitarla motivados por su obra y, sobre todo, la existencia de Meet Factory, un espacio que él mismo fundó y dirige y, en su opinión, se ha convertido en la usina artística más conocida de Praga. A los praguenses, por su parte, les atribuye una extraña combinación de carácter depresivo y arrogancia, pero aún así reconoce que Praga reúne características difíciles de encontrar en cualquier otra ciudad del mundo.
“La mezcla de estilos y de épocas es lo que más me gusta, eso no es muy frecuente ni siquiera en Europa. París es hermosa pero apenas puedes saber donde estás a partir de lo que ves, porque todas las calles son parecidas, excepto el barrio latino que es bastante estrecho”.
Una novedad monumental
A esas construcciones emblemáticas de Praga que suelen orientar a quienes la caminan, pronto se sumará un particular edificio en Karlín, justo enfrente de Invalidovna que se llama ‘Fragment’ y, por estos días, está dando mucho que hablar y fotografiar a los praguenses. Nuevamente, se trata de una obra monumental que, sin lugar a dudas, marcará un punto cúlmine en esa síntesis de arte e ingeniería que supone la obra de Černý. Es que en este caso se trata directamente de un complejo de viviendas que cuenta con la presencia estelar de Lilith, una mujer gigante de 24 metros de alto y 35 toneladas que sostiene el edificio y tiene una cabeza móvil que gira a la medianoche. Además de esa mujer, Černý creó fragmentos de otros cuerpos que también sostienen el edificio y, al mismo tiempo, rinden homenaje al complejo de Invalidovna, donde Miloš Forman filmó algunas escenas de ‘Amadeus’.
“El edificio aún no está listo y lo finalizarán en tres o cuatro meses, la última pieza aún no está instalada, lo estará dentro de tres semanas: una mano y una pierna sostienen parte de la estructura. Luego está la mujer y la cuarta pieza será una mano sobresaliendo del acceso del metro y esa mano también se moverá”.
A todo esto, David Černý acaba de ser padre y cuando se le pregunta si el nacimiento de su hija podría condicionar su trabajo artístico responde, simplemente, que seguirá volando pero, desde ahora, más cuidadosamente. De todos sus trabajos dice tener cierta predilección por el caballo de Lucerna y, por el contrario, asegura que, con el paso del tiempo, empezó a odiar una obra sobre Saddam Hussein que solo hizo por diversión pero llegó a exponerse en un museo de la censura en la ciudad de Barcelona. Por otro lado, cuenta que recientemente el club de fútbol Sporting Lisboa le propuso hacer una estatua del futbolista Cristiano Ronaldo.
“Les dije que no haría la cara de Ronaldo pero sí tal vez algo como el bus londinense que realicé en las Olimpiadas del año 2012 y ahora voy a crear otra obra para el equipo olímpico checo que competirá en París en 2024. No soy especialista en fútbol pero lo de Cristiano Ronaldo puede llegar a ser divertido”.
Además de Lisboa, cuenta Černý que, hace apenas unas semanas, aprovechó también para visitar Mallorca, ya que siente especial atracción por España.
“España es hermosa y antes de este viaje ya había estado en Madrid y Barcelona. Por otro lado, un amigo acaba de comprar una casa en Málaga y mi esposa estudia Artes en España”.
A pesar de que Praga se convirtió en su galería individual y sus obras, por lo tanto, en parte esencial de la capital checa, España le gusta tanto que Černý no descarta mudarse a ese país en el futuro, sobre todo teniendo en cuenta los índices de la inflación.