Dan Hrubý, el escritor checo que sabe ver la antigua Praga en la ciudad actual
Además de periodista, es el creador de la exitosa serie Historias praguenses, que ofrece una especie de memoria viva de la capital checa. En esta entrevista, Dan Hrubý nos adelanta cómo es su flamante libro sobre la Ciudad Vieja y nos explica cómo hacer para acceder a la esencia de Praga, más allá del turismo y la proliferación de los Airbnb.
“Creo que jamás me habría puesto a escribir sobre la antigua Praga si no hubiera tenido con ella semejante vínculo emocional”.
Praga es, sin lugar a dudas, una ciudad sobre la cual han escrito innumerables autores de buena parte del mundo, inspirados en su atmósfera tan especial. Sin embargo, es cierto también que muchos de los escritores que dedican sus libros a revelar aspectos desconocidos de la capital checa tienen en común haber nacido, justamente, en pleno centro de Praga, como si no pudieran sustraerse a su mágica impronta. Ese es el caso, por ejemplo, de Alena Ježková, Magdalena Wagnerová, David Černý y también Dan Hrubý, un periodista y escritor checo que, entre otros galardones, obtuvo en dos oportunidades el premio Egon Erwin Kisch.
“Así es cómo la ciudad nos afecta, tiene un efecto enorme en nosotros y yo recuerdo, incluso, a la gente con la que me encontraba en la infancia porque, por supuesto, de niños tenemos una sensibilidad muy grande aun cuando quizás uno no se dé cuenta. Todo eso me da mucha felicidad y creo que jamás me habría puesto a escribir sobre la antigua Praga si no hubiera tenido semejante vínculo emocional”.
Considera Hrubý que, en efecto, aquello que impulsa a una persona a ponerse a escribir no se aprende en la escuela, sino caminando una y otra vez por las calles de la ciudad. Sin ir más lejos, durante su trayectoria periodística, él solía tener una sección dedicada a Praga en la que llegó a desarrollar un mapa con consejos y recomendaciones útiles acerca de qué sitios visitar, dónde caminar y en qué lugares sentarse a tomar un café o una cerveza. Ya en el año 2015 publicó En el camino de Malá Strana, el primer libro de la serie Historias praguenses (Pražské přiběhy) que terminó motivando nada menos que la creación de una editorial.
“La serie de libros de Historias praguenses surgió a partir de varios de esos artículos que fui publicando en el semanario Reflex. Cuando vi que tenían cierto éxito empecé a pensar en la idea de convertirlos en un libro, pero debo decir que otra cosa que jugó un rol importante en su creación fue que, en 1990, yo tenía 23 años y a esa edad las personas van mucho a las tabernas, los bares y las cafeterías”.
Al igual que Bohumil Hrabal, que solía inspirarse en muchas de las historias que escuchaba en algunos de los bares que frecuentaba, asegura Dan Hrubý que él empezó a visitar esos sitios mucho antes de ponerse a pensar en escribir cualquier tipo de libro o artículo. El motivo es que, desde muy joven, había conocido en algunos de esos lugares a personas muy extrañas y bastante locas que le daban mucha curiosidad y ganas de saber más sobre su vida.
“Iba mucho porque soy del casco antiguo, de la zona junto al río Moldava, y allí había muchos bares. Uno se llamaba U Staré školy, otro De los atletas, un nombre bastante curioso para una taberna. También estaba el de U Staré synagogy. Había muchas tabernas en esa zona a la que iba cualquier vecino en busca de una simple cerveza”.
Explica Hrubý que, en checo, se utiliza con frecuencia el término “postavičký” para hacer referencia a esos personajes bastante exóticos y hasta bizarros que poblaban la ciudad durante su infancia y, con el tiempo, han comenzado a desaparecer, ya sea por fallecimiento o mudanzas, y agrega que, en algún punto, han sido reemplazados por esas aves de paso que son los turistas. Por otro lado, si bien esas antiguas tabernas ya no existen, dice Hrubý que aún quedan en Praga algunos enclaves que mantienen su mística: por ejemplo, U Hrocha que, si bien abrió recién en la década del noventa, reúne a muchos lugareños y U kocoura, que suele mantener un interesante equilibrio entre locales y turistas. De todos modos, él no tiene dudas de que capital checa ha experimentado un cambio drástico en las últimas décadas.
“El cambio más importante fue la finalización del régimen comunista que, entre otras cosas, abrió las puertas al negocio, el capitalismo y otras cuestiones que no me agradan tanto, como la proliferación de Airbnb. Pero, por supuesto, los pros superan claramente las contras. Hoy no sé cuánta gente recuerda que esa antigua Praga era gris, sucia y fea. No era lo que se dice una ciudad kafkiana, olía a podrido y se caía a pedazos. Era una ciudad apestosa que no tenía nada de kafkiano, eran puras ruinas”.
En contraste, más allá de los problemas que aquejan a cualquier otra ciudad turística del mundo, Hrubý está convencido de que, en la actualidad, Praga es una ciudad inmensamente viva, que, en su opinión, incluso ha logrado hacerle frente a la embestida del turismo y los Airbnb que, sin embargo, aún se hacen notar en algunas zonas. Pero él asegura que gracias a la resistencia y creatividad de algunos praguenses hoy es posible sentarse con tranquilidad en varios cafés ubicados en pleno corazón de la capital checa. Por lo demás, afirma que también cada persona cuenta con la posibilidad de hacer de Praga un poco su propia ciudad.
“Creo que la influencia de Meyrink, Kafka y todo ese tipo de literatura plagada de descripciones expresionistas aún sigue estando vigente. A veces resulta un poco complicado verlo más allá del brillo turístico, pero a veces basta con levantarse temprano a la mañana o caminar por la noche y habitar nuestro propio mundo interno. En ese caso, si hay o no muchos turistas es lo de menos. Es decir que, a veces, no depende tanto de la ciudad sino de uno mismo, de cómo uno ve las cosas. Y si logras hacerlo, dejan de importar los turistas, los McDonald´s y las publicidades”.
Otra forma de acceder a esa ciudad antigua es, por supuesto, leyendo los libros de Hrubý. Dividida, hasta el momento, en cuatro obras, su exitosa serie Historias praguenses ofrece una especie de memoria colectiva de Praga que incluye una gran cantidad de fotos inéditas, información sobre edificios y casas concretas de Malá Strana o el barrio del Castillo y hasta anécdotas deliciosas como las de la señora Chalupová, una famosa farolera de Malá Strana. Es decir que, en los libros de Hrubý abundan esos mismos personajes checos, judíos o alemanes que lo deslumbraban en la infancia: borrachos, actores, camareros, suicidas, famosos y perfectos desconocidos; un verdadero desfile, en definitiva, de héroes olvidados.
“Mi nuevo libro es sobre la Ciudad Vieja, traté de retomar las antiguas historias praguenses que tuvieron lugar en las calles de la ciudad antigua en los últimos cien o 150 años, y la verdad es que muchas de las historias están conectadas con el destino judío de las personas que vivían aquí. Espero haber encontrado historias que aún hoy no son muy conocidas. Pero, por supuesto, como soy nativo de la ciudad, conozco la mayoría de sus libros. Es aquí donde puse todo mi conocimiento, por ejemplo, de sótanos o pasadizos. Toda esa vida que pasamos aquí en estas calles, sótanos y casas que, antes, ni siquiera se cerraban con llave. Así que podías trepar por todos lados y eso hacíamos desde que salíamos del colegio hasta la noche. Espero, al menos, haber transmitido algo de todo eso”.
“Creo que la influencia de Meyrink, Kafka y todo ese tipo de literatura plagada de descripciones expresionistas aún sigue vigente”.
El flamante libro de Dan Hrubý y cuarto tomo de Historias praguenses acaba de llegar a las librerías checas y se llama El mundo perdido de la Ciudad Vieja. En efecto, se concentra, sobre todo, en ese extinto laberinto de casas, patios y callejuelas que conformaba el antiguo gueto judío, pero también recorre con lujo de detalle algunos rincones inolvidables de la Ciudad Vieja como, por ejemplo, las todavía vigentes calles Rybná o Týnská. En un tour plagado de romanticismo pero, a la vez, exento de excesos de nostalgia, el lector podrá conocer también a algunos de los antiguos vecinos que poblaron esa zona emblemática de Praga en la que hoy no parece vivir nadie: escritores, pintores, estafadores, borrachos y hasta un mago excepcional.
“Descubrí la historia de un famoso mago alemán llamado Herbert Levin que, en 1933, emigró a Praga, Se instaló aquí, estableció una red de siete tiendas muy exitosas de productos de magia que se llamaban Hokus Pokus. Aquí formó su familia: su esposa y un hijo, aunque lo esperaba un destino trágico en los campos de concentración. Sin embargo, logró sobrevivir gracias a la magia tanto en Terezín como en Auschwitz, ya que entretenía a los guardias realizando trucos de magia. Después de la guerra regresó y se enteró de que ni su mujer ni su hijo habían sobrevivido a la guerra. Entonces se fue con una hermana a Estados Unidos donde más tarde se convertiría en un mago rico y famoso”.
Aunque la búsqueda incesante de la antigua Praga no le deja mucho tiempo y considera que algunas de las historias son quizás demasiado locales, dice Hrubý que, últimamente, está empezando a considerar la idea de traducir sus libros al inglés, español y francés. De hecho, se le ocurrió empezar con una antología que resuma toda la serie para que también los extranjeros puedan encontrar la antigua Praga en la ciudad actual.
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