“Considerar a los ucranianos como mano de obra barata es lo peor que podemos hacer“
Los más de 200 000 refugiados que se han registrado en la República Checa desde el inicio de la guerra han recibido un estatuto especial que les abre el camino al mercado laboral checo. No obstante, el presidente de la Confederación de Sindicatos de Bohemia y Moravia, Josef Středula, advierte ante las consecuencias de considerar a los ucranianos manos de obra barata y llama a que se aproveche al máximo su cualificación.
Los datos demuestran que los ucranianos que trabajan a largo plazo en la República Checa cobran un salario medio que se sitúa muy por debajo del salario medio de la población mayoritaria, resume la experiencia laboral de esta minoría, el presidente de la Confederación de Sindicatos de Bohemia y Moravia, Josef Středula.
Según apunta, lo peor que Chequia puede hacer es contar con que las decenas de miles de Ucranianos que se incorporarán en el mercado laboral, solo sean mano de obra no cualificada.
“Tenemos que tener mucho cuidado. No consideremos a los que están llegando al país como mano de obra barata. Es lo peor que les podemos hacer. Si de verdad queremos que se integren, que puedan relajarse y sean activos, tenemos que garantizarles un trato digno”.
Según explica Středula, los sindicatos propusieron hace dos semanas al ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Marian Jurečka, que el formulario de admisión para los migrantes contenga asimismo un espacio para indicar la profesión de la persona, de manera que sea más rápido y fácil conseguirle trabajo. Cita un ejemplo particular que tuvo éxito en redes sociales.
“Alguien compartió que a Chequia llegaría una científica, experta en polímeros, una especialización muy estrecha. Y preguntaba si alguien no sabía de algún puesto para ella para que pudiera trabajar. La científica hablaba también inglés y ruso. E inmediatamente recibió varias ofertas. Ese es el objetivo y el valor añadido que podemos sacar de esta situación – aprovechar la cualificación de los ucranianos y desarrollarla”.
Středula agrega que aunque la persona decida quedarse en la República Checa, trasladarse a otro país o volver a su patria, se creará un vínculo placentero que se puede multiplicar.
Para que la experiencia sea positiva para todos, es importante asegurar que los ucranianos que están llegando a Chequia cuenten con las mismas condiciones que los checos, explica Středula.
“Es necesario que participe por ejemplo la Oficina Estatal de la Inspección de Trabajo o la Aduana que tienen el derecho de supervisar que se estén cumpliendo todas las medidas. Desde hace tiempo solicitamos también que la legislación jurídico laboral se traduzca al idioma de los que están llegando, para que la puedan leer y sepan cuáles son sus derechos y obligaciones”.
Que se trate de científicos o trabajadores en fábricas, Středula insiste en que hay que proteger su dignidad y ofrecerles un trato amigable. Esto no solo será prueba de que el Estado y la sociedad son conscientes de los pros y los contras del proceso, sino que también ayudará a prevenir que deteriore el clima entre la población.
Reconocimiento de cualificaciones
El 73% de los puestos que se ofrecen actualmente en el mercado laboral checo son empleos que requieren de educación básica o baja, de acuerdo con Středula. El jefe de los sindicatos enfatiza que sería un error asumir automáticamente que los ucranianos deberían asumir estos puestos, ya que muchos estarían sobrecualificados para ellos.
Al mismo tiempo, en la República Checa faltan a largo plazo trabajadores cualificados, en el sector de la medicina, por ejemplo, escasean médicos, enfermeras o estomatólogos.
Středula afirma que lo que hace falta hacer es verificar la educación y la experiencia de los refugiados.
“Cada profesión es distinta y requiere de algo diferente. Pero por ejemplo si llega alguien quien indica haber sido soldador de construcciones de acero en una fábrica, la prueba no tiene que ser complicada. Pero es importante, porque se trata de un oficio muy cualificado y no podemos arriesgarnos de que alguien cometa un error y contrate a alguien que no será capaz de hacer el trabajo. Nadie nos lo perdonaría”.
Středula insiste en que la verificación de la cualificación debe ser la misma que en el caso de los ciudadanos checos. Al mismo tiempo, el Estado no debe dar prioridad a los ucranianos ya que tal trato podría servir como detonador para el crecimiento de la xenofobia en la sociedad.
Impacto en el sistema sanitario y social
De acuerdo con el primer ministro Petr Fiala, la República Checa está lidiando muy bien con la crisis migratoria y lo que hace falta es seguir así. Středula coincide, pero advierte ante el impacto que la llegada de decenas de miles de ucranianos tiene y tendrá en los sistemas públicos.
“Hace falta asegurar que la capacidad de los sistemas sanitario, social y educativo sean suficientes. Y hay que tener en mente también la economía como tal. Estimamos que para superar la actual ola migratoria se necesitan, ya en este momento, alrededor de dos mil millones de euros. Y dependerá de cuanto la crisis se prolongue”.
En consecuencia, Středula afirma que hace falta modificar el presupuesto estatal, aún más porque los problemas que se registraban en Chequia antes del 24 de febrero, el día de la invasión a Ucrania, no han desaparecido con la guerra. Por ejemplo la inflación o la pobreza energética.
El sociólogo Daniel Prokop indica que la experiencia de varios conflictos armados sugiere que alrededor del 70% de los refugiados terminan quedándose en el país al que huyen. En este contexto, Středula advierte que los dos mil millones de euros no cuentan con el coste que supondrá alojar a los refugiados, más aún en un país que se enfrenta a una situación complicada en el mercado inmobiliario.
“Aunque se quedara un 50% de los refugiados, es una situación que debemos afrontar. No podemos contar con que se queden mucho tiempo en viviendas provisionales o incluso albergues o gimnasios. Es una pena que la República Checa tenga, a largo plazo, una actitud bastante adversa hacia la vivienda en alquiler. Y espero que este sea el momento oportuno para que, sobre todo el Estado, empiece a construir viviendas en alquiler de manera masiva para los ciudadanos checos. Y con ello no quiero excluir a los ucranianos, porque se pueden quedar en el país y convertirse en ciudadanos checos. Sería para todos”.
La Oficina del Gobierno estimó que para el día de la invasión, unos 195 000 ucranianos trabajaban en Chequia. No obstante, muchos hombres volvieron a su país para luchar contra las tropas de Vladimír Putin y los que están llegando son, en un 80%, mujeres y niños, por lo que es muy probable que la composición demográfica de la comunidad ucraniana en la República Checa cambie.
De acuerdo con Středula es importante supervisar que a los refugiados no les paguen menos y promover también la contratación directa de trabajadores por las empresas, sin la intervención de agencias en el proceso, para prevenir que se abuse de los ucranianos.
Pero más que nada, Středula llama a que no percibamos a los que están huyendo de la guerra como a trabajadores, sino como a personas que están intentando salvarse y a las que hay que proteger.