¿Con qué sueñan los adolescentes checos?

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Nacieron un año o dos después de la Revolución de Terciopelo. Ahora están terminando la secundaria y deciden qué van a hacer con su vida. Sobre los sueños e ilusiones de los adolescentes checos conversamos en este A Toda Marcha.

Es la primera generación de checos nacidos en plena democracia. Nunca han experimentado el comunismo y su vida no está marcada por el brusco cambio que supuso la caída del régimen totalitario. Lo que sus padres soñaban, ellos lo pueden hacer realidad. Si quieren. Son ellos quienes deciden sobre su futuro.

Quizás la tendencia más fuerte de los últimos años es que cada vez más jóvenes desean cursar estudios superiores. Las universidades checas registraron el año pasado más de 150.000 solicitudes de ingreso. Cerca del 70 por ciento de los aspirantes fueron aceptados.

Para Přemek, un joven de Praga, los estudios universitarios son la principal meta ya que los considera indispensables para triunfar en el futuro.

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“Por supuesto presentaré más de una solicitud para aumentar las probabilidades de ser admitido por alguna facultad. Me gustan Derecho o Economía. Son dos carreras con las que siempre puedes encontrar trabajo y, además, bien pagado”, sostiene Přemek.

Su compañera de clase, Petra, también optará por estudios de Derecho aunque, quizás, por otro motivo.

“Me gustaría trabajar con la gente, ayudarle a resolver sus problemas. No sé exactamente en qué me especializaría, creo que en derecho civil o familiar”, indica Petra.

A la tercera encuestada, Lucie, le da igual cuánto gane, lo importante es que le guste el trabajo.

“Yo quiero estudiar sociología y antropología. Me parece muy interesante viajar, conocer otras culturas con sus estilos de vida y compararlas con la nuestra centroeuropea”, subraya Lucie.

La generación de treintañeros, a los que la Revolución de Terciopelo alcanzó en plena adolescencia, se caracteriza por valorar el trabajo por encima de todo. Con el fin de conseguir el éxito profesional, muchos esperaron hasta una edad bastante avanzada para formar familia y algunos han decidido renunciar a ella.

En cambio, los jóvenes de hoy saben bien que la vida familiar puede conciliarse perfectamente con el trabajo y no están dispuestos a sacrificarla. Petra, por ejemplo, nunca abandonaría su familia por una oferta de trabajo en el extranjero.

“Para mí, tener éxito significa encontrar a un esposo bueno y cariñoso y tener una familia feliz. El trabajo también es importante, pero nunca sacrificaría cosas y personas a las que quiero. Por ejemplo, si me ofrecieran un empleo en el exterior y yo tuviera que dejarlo todo aquí, les diría que no”, recalca Petra.

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Přemek está dispuesto a viajar si su trabajo lo exige, siempre y cuando esto no perjudique su vida familiar.

“Si mi profesión afectara negativamente a mi familia, la dejaría. De vez en cuando, el trabajo puede estar por encima, pero no siempre ni durante mucho tiempo”, opina Přemek.

Los tres jóvenes que han compartido con nosotros sus sueños e ilusiones son alumnos de escuelas secundarias. Tienen entre 18 y 19 años y son residentes de Praga.