Cincuenta manifestantes bielorrusos se curan en hospitales checos de la brutalidad policial de Lukashenko

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Las protestas contra el régimen de Aleksandr Lukashenko desde mayo arrojan un saldo aterrador de víctimas de la violencia policial. Cincuenta de ellas se están recuperando en Chequia de heridas graves, tanto físicas como psicológicas.

Cinco meses duran ya las protestas en Bielorrusia contra el régimen de Aleksandr Lukashenko tras las últimas elecciones presidenciales, que la oposición democrática y muchos países consideran ilegítimas. El balance por las incesantes protestas desde entonces y la brutalidad con la que el Estado responde es ya de 20 000 detenidos, miles de heridos de balas de goma o por las palizas de la policía y varios muertos.

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Unas cincuenta víctimas de la violencia de las fuerzas del orden bielorrusas se tratan en la República Checa de sus heridas gracias al programa MEDEVAC del Ministerio del Interior.

Algunos, como Aliakséi, contaron su caso a la Televisión Checa.

“Me detuvieron, me metieron en un autobús de la Policía y entonces escuché cómo uno decía: ‘corre las cortinas para que no se vea’. Entonces supe lo que iba a pasar. Y en cuanto corrieron las cortinillas empezaron a darme puñetazos, patadas y con todo lo que pudieron por todas partes. Luego me sacaron del autobús, me retorcieron el brazo, me metieron en un edificio, me tiraron al suelo y me dieron dos golpes en la cabeza, uno en cada lado en la zona de la oreja. El diagnóstico fue de conmoción cerebral, hematomas, fractura de tibia, contusión del riñón izquierdo y fractura oculta de la segunda y la tercera vértebras lumbares. Lo último que me encontraron fue perforaciones en los dos tímpanos. Uno hubo que operarlo”.

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Todas las historias de estos pacientes son estremecedoras. Unos hablan de disparos a la pierna una vez detenidos y tendidos en el suelo o conductores que recibieron disparos con balas de goma a bocajarro por portar una bandera en apoyo de las manifestaciones.

A Aleksandr le impactaron dos pelotas de goma por increpar a la Policía, cuenta.

“Estaba gritándoles. Les dije de todo. ¿Cómo podían disparar así a la gente? Escucho otro disparo y me da a mí. Aquí tengo una bala. Entiendo que la cosa es grave. Me doy la vuelta, y me disparan otra vez en la espalda”.

Aleksandr ya ha pasado por una colostomía y está esperando a otra operación este mes para seguir reconstruyéndole el intestino y poder dejar de vivir con una bolsa pegada al abdomen.

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El portavoz del Ministerio del Interior, Ondřej Krátoška, explicó a la Televisión Checa el tipo de atención médica que requieren los pacientes llegados a Chequia desde Bielorrusia.

“Cada uno de ellos fue reconocido individualmente en función de sus lesiones y se les puso un tratamiento. Algunos solo necesitan ir a rehabilitación, otros necesitan operaciones pero, por supuesto, la mayor parte de ellos requieren ayuda psicológica”.

De lo que todos están convencidos es que su lucha no ha sido en vano. Aliakséi se pregunta cuánta gente deberá morir aún para que se entienda que ya no hay vuelta atrás.

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Sobre el fin del miedo de la sociedad bielorrusa también habló para la Televisión Checa Dzmitri, que se cura de dos balas de goma, una le llegó al pulmón y la otra le pasó justo al lado de la aorta.

“La gente durante 25 años vivió en el miedo y hablaba de Lukashenko solo en la cocina, pero en agosto todo cambió”.

La violencia policial ha conseguido el efecto contrario al perseguido por el régimen, opina Yana, bajo tratamiento psicológico en Chequia.

“Las palizas, los disparos, las explosiones son solo para asustar a la gente y que todos tengan miedo. Pero la reacción es la contraria, la gente deja de tener miedo y cada vez más se levantan. La injusticia es tan grande que ya no entra en la cabeza”.

Mientras, en Bielorrusia, el que muchos consideran el último régimen autoritario de Europa sigue sin dar su brazo a torcer gracias al apoyo de Rusia. Sin embargo, analistas no descartan que en un momento dado a Putin le convenga dejar caer a quien ha sido un gran aliado desde que ascendió al poder.