Científicos checos estudiaron a las focas en la Antártida
Un grupo de quince científicos de la Universidad Masaryk de Brno ha regresado a la República Checa después de una estadía de siete semanas en la isla James Ross, en la Antártida. El objetivo principal de esta décima expedición polar checa consistió en estudiar la influencia de los cadáveres de las focas muertas en el ecosistema local.
Los biólogos estudiaron la influencia de los cadáveres de las focas que mueren en la isla James Ross en el ecosistema, según recalcó Miloš Barták, miembro de la expedición.
”Quisimos determinar los lugares donde hay una mayor cantidad de focas muertas, y en qué se diferencian de otros en cuanto a la vegetación por ejemplo. Con la descomposición de los cadáveres de esos animales aparecen microorganismos que sirven de alimento para diversas algas, musgos, cianobacterias y líquenes, que se van proliferando. Estudiamos la diversidad de este tipo de vegetación, y la influencia de las focas muertas en los cambios del ecosistema de la isla. Nuestro colega que es químico analizó por su parte si las focas son portadoras de metales pesados como el mercurio, que pueden penetrar en su cuerpo junto con los alimentos del mar”.El biólogo checo recordó que en el mundo entero anualmente unas 3.000 toneladas de mercurio se evaporan en el aire, lo que se refleja negativamente en el medioambiente.
En cuanto a la cantidad de focas muertas en la isla, Barták aclaró que el principal motivo es que durante el invierno polar los animales tratan de trasladarse a través de la superficie a bahías con menos hielo. Una parte de los animales no tiene fuerza suficiente y muere por el camino. Lo interesante desde el punto de vista científico es, que en determinados sitios el número de focas muertas es mayor que en otros, señala Miloš Barták.
”Es muy típico de la isla de James Ross que en las zonas desheladas hay una gran cantidad de focas muertas y los cadáveres están en diverso grado de descomposición. Hemos evidenciado y estudiado hasta el presente unas 300 focas muertas”.
Otro de los temas de estudio de los científicos checos fueron los cambios de glaciación a raíz del calentamiento global de la Tierra.
La estación Johann Gregor Mendel en la isla James Ross, en la Antártida, tiene una capacidad para 20 personas y fue edificada en el año 2006 por la Universidad Masaryk de Brno. Su coste fue de 2,3 millones de euros y se prevé que podría servir de base a los exploradores del mundo entero durante unos 20 y hasta 30 años. En la investigación del continente blanco toman parte 31 países.