Chequia contará con 38 monumentos nacionales más, para el horror de sus propietarios
El patrimonio nacional checo se ampliará en 38 nuevos monumentos nacionales a partir de junio, cuando se haga firme la decisión tomada este lunes por el Gobierno. La medida supondrá, sin embargo, un lastre para sus propietarios.
Con estos nuevos 38 monumentos nacionales la cifra de objetos y edificios protegidos de la República Checa llegará a los 274. En la mayor parte de los casos se trata de palacios y castillos propiedad del Estado, en otros, de edificios particulares u objetos singulares.
Por ejemplo, entre las nuevas inserciones en la lista destacan el hotel funcionalista Avion, en Brno, y la casa cubista de la Madre de Dios Negra situada en Praga. También llama la atención la presencia de la
traducción al latín de las Crónicas de Dalimil y la locomotora conocida como la Bala Eslovaca.Se trata de un dudoso honor, ya que a partir de junio los propietarios de los monumentos van a tener que enfrentarse a un mayor volumen de gastos, como explica el arquitecto Jan Kratochvíl.
“Más que el prestigio de ser propietario de un monumento nacional, se trata de complicaciones, sobre todo de mayores gastos. Sucede por ejemplo que si uno decide restaurar el edificio, este figura de protección le obliga a contratar a una empresa que tenga permiso para reconstruir monumentos, que será más cara, lo que significará un desembolso mayor”, señaló.
Por otro lado, el Estado tiene la obligación de compensar estas mayores responsabilidades del propietario con ayudas económicas. No obstante, Kratochvíl señala que en la práctica los dueños de los monumentos se encuentran desprotegidos.
“Las dotaciones que puede pedir el propietario de un monumento cultural, o nacional, no son muy altas. Y últimamente muchas solicitudes de ayuda han sido negadas debido a problemas financieros. Así que en mi opinión el Estado ni en el pasado ni en la actualidad es capaz de encargarse de todos los monumentos y supone más bien una complicación y un repelente para los inversores”, afirmó.
Aunque el propietario se encuentre disconforme, el proceso para borrar un monumento de la lista es muy complicado y casi imposible. En opinión de Kratochvíl, es necesario que el Estado proteja los edificios singulares en nombre del interés general, pero debería encontrar un equilibrio para no perjudicar los intereses de los particulares.