Cheb tiene la capilla románico-gótica más antigua de Chequia

La capilla románico-gótica de San Erhardo y Santa Úrsula, foto: CzechTourism

La ciudad de Cheb era culturalmente más avanzada que la capital checa en la Edad Media. Una muestra de ello es la capilla románico-gótica más antigua del territorio checo, situada en el patio del castillo local. La urbe presume también del mayor museo “retro”, dedicado al estilo de vida checoslovaca en diferentes décadas del siglo XX. Estos lugares les invitaremos a conocer en la nueva edición de 'Radioviajes'.

La capilla románico-gótica de San Erhardo y Santa Úrsula,  foto: CzechTourism
La ciudad de Cheb, situada en el extremo occidental de la República Checa se convirtió en 1146 en parte del imperio, dominado por el aristocrático alemán Federico I Barbarroja.

La adquisición significó para la urbe un mayor avance cultural respecto al resto del territorio checo, según señaló para la Radiodifusión Checa el administrador del Castillo de Cheb, Tomáš Dostál.

“Mientras que los edificios del Castillo de Praga estaban en aquel entonces hechos de madera, la ciudad de Cheb ya presumía de arquitectura gótica”.

Federico I Barbarroja
Uno de los monumentos más emblemáticos es el Castillo de Cheb. Su origen data del siglo XII, a cuyos finales fue reedificado por Federico I Barbarroja en una región imperial. Siglos después fue convertido en una ciudadela barroca, pero sus orígenes mediavales los recuerda la Torre Negra, construida con el tufo volcánico, procedente del cercano Komorní Hůrka, uno de los volcanos checos más jóvenes.

La joya más valiosa, que recuerda la Baja Edad Media, es la doble capilla románico-gótica de San Erhardo y Santa Úrsula, una obra única de este tipo, afirma Dostál.

Tomáš Dostál,  foto: página web oficial de la ciudad de Cheb
“Se trata de la única capilla de este estilo en el territorio checo. Detrás de ella se esconde un torso de un palacio románico que recuerda a los gobernantes de Hohenstaufen, Federico I Barbarroja y a su nieto Federico II”.

El interior de la capilla está decorado con estatuas. Sus pilares de granito contienen grabados que representan ángeles y vicios.

La capilla guarda otro ejemplar único: las primeras evidencias de bóvedas de crucerías construidas en el territorio checo, prosigue el administrador Dostál.

“Es interesante que los arcos de la bóveda ya estuvieran perfilados. Se dice que representan los primeros arcos de una bóveda de crucería talladas en el territorio checo”.

Cheb,  foto: Miloš Turek
Desde la capilla conduce una escalera de caracol que desemboca en un antiguo laboratorio alquimista.

Federico I Barbarroja no es el único personaje histórico que se aficionó al Castillo de Cheb. Las crónicas registran asimismo frecuentes visitas del Padre de la Patria, Carlos IV, su hijo Segismundo de Luxemburgo o Jorge de Poděbrady, conocido también como el rey husita.

El Retromuseo explora la historia del estilo de vida checoslovaco

La plaza que lleva el nombre de Jorge de Poděbrady alberga el recientemente abierto 'Retromuseo' ('Retromuseum'), una sala de exposiciones dedicada al estilo de vida y al diseño checoslovacos de las décadas de los años sesenta a los noventa del siglo XX.

De acuerdo con el director del museo, Marcel Fišer, la exhibición está delimitada con dos acontecimientos fundamentales.

Foto: Martina Schneibergová
“Uno de ellos es la participación de Checoslovaquia en la Exposición Universal en Bruselas en 1958, que representó un cambio significativo respecto al diseño. Otro acontecimiento es la Revolución de Terciopelo en 1989, que supuso un cambio total de la sociedad, así como del arte y del diseño”.

Los visitantes pueden admirar un numeroso parque de vehículos, que ofrece joyas como Velorex, un vehículo de tres ruedas de fabricación checa procedente de la década de los años cincuenta.

Decenas de televisores, magnetófonos, aspiradoras, secadores de pelo o aspiradoras conforman una colección del diseño checoslovaco de posguerra. Los artefactos proceden de museos de todo el país, sobre todo del Museo Tecnológico de Praga.

Foto: Martina Schneibergová
La evolución del diseño de los muebles queda documentada en las réplicas de pisos y oficinas en tamaño real, con instalaciones típicas para las diferentes décadas, explica Fišer.

“Los visitantes pueden sentarse en un sillón en una sala de estar de los años sesenta, escribir algo en la máquina de escribir o hacer una llamada desde el antiguo teléfono con el disco de marcar a otro piso. Así pueden viajar en el tiempo”.

Los visitantes podrán recordar los antiguos tiempos asimismo a través de revistas y periódico, envases de alimentos, y fotografías que captan diferentes sucesos que marcaban el estilo de vida en el socialismo como los festejos del Primero de Mayo, del Día Internacional de la Mujer o eventos deportivos conocidos como 'spartakiadas'.

Se muestran fotografías de los típicos destinos vacacionales de los checoslovacos como el lago húngaro de Balaton y se exploran las aficiones de los checoslovacos, sobre todo el bricolaje, en el que destacaban supuestamente por la escasez de productos en la época del comunismo.

Una parte de la muestra está dedicada a los juguetes, la ropa y los zapatos y no falta una sección dedicada a la arquitectura y a la música, sobre todo de género popular.

10
50.077787100000
12.375781600000
default
50.077787100000
12.375781600000