Carolina Ferrer: “El autor de literatura checa más citado en el mundo es Kafka”
Entre la ciencia y la literatura, la investigadora chileno-canadiense Carolina Ferrer brindó una de las conferencias del coloquio internacional K de Kafka, organizado por la Universidad Carolina de Praga. Mediante una novedosa metodología que emplea gráficos y distintas bases de datos, afirmó que Kafka es el decimoquinto autor más citado del mundo, aunque la gran mayoría de esos análisis fueron escritos en inglés.
Una de las presentaciones que más llamó la atención del coloquio internacional K de Kafka, organizado por el departamento de estudios románicos de la Universidad Carolina de Praga, tuvo, en algún punto, más gráficos que palabras. Mediante una novedosa metodología que se propone cruzar distintas bases de datos para analizar las menciones que reciben a nivel mundial los escritores, la investigadora chileno-canadiense Carolina Ferrer ofreció una aproximación distinta a la obra del gran escritor praguense.
“Siempre me interesaron las relaciones interdisciplinarias, pensé inicialmente en estudiar física y al final decidí estudiar economía porque tiene una mezcla más grande entre matemáticas y ciencias sociales, eso fue lo que me llevó a la decisión de estudiar economía”.
Poco antes de cumplir treinta años, la vida de Carolina Ferrer cambió considerablemente de rumbo al decidir dedicarse a la literatura. Hizo una maestría en la Universidad Católica de Chile, y en su tesis realizó una comparación entre algunos cuentos del escritor argentino Julio Cortázar y los principios de la física subatómica. Recuerda que uno de esos relatos era, por ejemplo, Axolotl.
“El hecho de que, en la física subatómica, cuando observas un fenómeno lo modificas... Me parece que hay una analogía que se puede establecer con lo que sucede en Axolotl, por ejemplo. El personaje que va y de tanto observar al axolotl se transforma en el axolotl”.
Luego se doctoró con una tesis que ponía en relación la teoría del caos, que Ferrer ya había conocido como economista, con una serie de novelas hispanoamericanas.
Es decir que Ferrer fue profundizando cada vez más en esos vínculos entre ciencia y literatura: en Estados Unidos, por ejemplo, descubrió una asociación que trabaja las relaciones entre esas disciplinas y luego conoció a un grupo de académicos de Francia y Canadá que habían desarrollado el concepto de epistemocrítica, lo cual se propone mostrar que, en la ficción, suelen circular distintos discursos científicos. Con algunos de esos investigadores, realizó un posdoctorado en Montreal, Canadá, donde sigue viviendo. Lo que más destaca del ámbito académico de ese país es la libertad para trabajar y las supuestas diferencias culturales no le resultaron tan difíciles.
“No tanto, siempre viví como extranjera, en Chile todo el tiempo me decían que era extranjera. Por lo menos en Canadá era verdad”.
De todas formas, reconoce que el camino de la inmigración no suele ser fácil, aunque en su caso la investigación la ayudó siempre a seguir adelante. Sobre todo, cuando conoció la cienciometría que podría definirse como la medición, a partir de bases de datos, de la actividad científica y tecnológica para analizar, por ejemplo, la cantidad de veces que fue citado determinado artículo y en qué idiomas. Explica Ferrer que para la cienciometría las ideas circulan de un modo similar a la propagación de las epidemias. Su aporte consistió en establecer una especie de vínculo y trabajar esa misma metodología pero en el ámbito literario.
“Entonces, yo me dije que esto nadie lo ha hecho en literatura. ¿Se puede hacer o no? Y necesitaba un autor que fuera citado en ciencias y en literatura, y ese autor era Borges”.
Ferrer cuenta que enseguida descubrió que Borges era citado para dar cuenta de modelos conceptuales vinculados, por ejemplo, a la memoria en física, matemática, geografía, derecho internacional y hasta psiquiatría. Criticometría es el nombre que le dio a este novedoso enfoque que intenta medir la actividad crítica a partir de distintas bases de datos. Una de sus conclusiones es que en la literatura tiene mucho peso la idea de homenaje y, por lo tanto, el punto más alto de análisis de los autores suele coincidir con el centenario de su nacimiento. Luego realizó una investigación similar con la literatura hispanoamericana, en la que obtuvo como resultado que su autor más citado es Borges, aunque la obra más mencionada es Cien años de soledad, de García Márquez. El siguiente paso lo comenzó hace cuatro años y fue nada menos que armar una cartografía de la literatura mundial que cuenta con 1 800 000 referencias divididas en 187 literaturas nacionales. Todo lo concerniente a Franz Kafka, el decimoquinto autor más citado del mundo, es lo que presentó en su exposición.
“Los idiomas de publicación de la bibliografía crítica sobre Kafka difieren de los de la literatura nacional checa, cuyos principales idiomas de publicación son inglés (39%), alemán (30%) y checo (13%), mientras que en el caso de Kafka los idiomas son inglés (47%), alemán (35%), francés (7%) y castellano (3%)”.
Lo que más sorprendió a Ferrer es que, entre los análisis sobre Kafka, casi no hay estudios en checo, ya que solo llegan al 0,4 % del total. A su vez, Kafka es el autor más estudiado de la literatura checa (lo siguen Rilke y Freud) y, gracias a su enorme cantidad de menciones, Chequia ocupa nada menos que el puesto número doce en el ranking mundial de literaturas nacionales que encabeza Reino Unido, seguido por Estados Unidos y Francia.
Por otro lado, el alto porcentaje de análisis en alemán le pareció a Ferrer esperable teniendo en cuenta que el autor escribía en ese idioma y destaca que el predominio del inglés (más alto incluso de lo habitual) se explica, en parte, porque existe una revista dedicada a Kafka que es el Journal of the Kafka Society of America y concentra una enorme cantidad de artículos sobre el autor praguense. Ferrer afirma que hay que tener en cuenta el peso de las instituciones que son las que crean y desarrollan las revistas donde se publican los artículos. En cuanto a su metodología, tiene la sensación de que, en algunas ocasiones, genera mucha resistencia y hasta enojo por parte del público.
“Hago una broma siempre y es la siguiente, porque no es la primera vez que presento gráficos y mapas ante literatos, y hay tres tipos de reacciones: un tercio de la sala empieza a ver los gráficos y simplemente se va, el otro tercio se desmaya sin alcanzar a salir y el otro tercio se queda y hace preguntas pero con rabia: ‘¿Me estás diciendo que los hispanoamericanos no citamos más a Borges, o a Kafka, o al que sea?’
Sin embargo, ese tipo de reacción que recuerda a la famosa frase de matar al mensajero, no fue lo que ocurrió en el coloquio internacional K de Kafka que, además, le dio a Ferrer la oportunidad de visitar por primera vez una ciudad tan vinculada al escritor como es Praga, algo que valora mucho porque le permitió seguir las huellas del escritor y conocer mejor su ámbito. Incluso explica que tuvo la misma sensación al visitar París luego de haber leído los cuentos de Cortázar, porque, en algún punto, muchos lugares se conocen de antemano gracias a los libros.
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