Café Clementina, un nuevo bar de autor con nombre de perro en Malá Strana
Su nombre se lo dio una hermosa Retriever de Chesapeake que, aunque suele robar un poco de comida, es muy querida por todos los clientes. Ubicado en una de las zonas más distinguidas de Praga, el Café Clementina es una verdadera caja de sorpresas. Pero, sobre todo, un entrañable bar que tal como nos cuenta su dueña, Jana Scheiderová, está inspirado en la cultura italiana.
En pleno corazón de Malá Strana, una de las zonas más exclusivas, turísticas y majestuosas de la capital checa, se encuentra un nuevo y acogedor café que invita a un merecido descanso tras una intensa caminata. El Café Clementina podría ser considerado un bar de autor: hasta el más mínimo detalle de su decoración y concepto fue pensado por Jana Scheiderová, una especialista en marketing que no bajó los brazos hasta ver cumplido el sueño de abrir su propio bar.
“Probablemente fui italiana en una vida pasada”.
Jana Scheiderová
“En efecto, la idea se me ocurrió, por primera vez, hace ya muchos años en Italia. Al ver los cafés de allá y todo eso. Pero en ese entonces era solo una idea, se me ocurrió como un pasatiempo. Luego trabajé para Fiat y en el Hospital Universitario de Brno hasta que volví a sentir que disfrutaría mucho de ser barista. Pero a la vez pensé que nadie me contrataría, así que empecé a inventar mi propio espacio”.
Como era una persona totalmente ajena al rubro, asegura Jana que las dificultades que tuvo que ir superando fueron múltiples. Sin embargo, esa misma exigencia le brindó la oportunidad de aprender muchas cosas nuevas. Pero, en su opinión, algo realmente clave fue haber conseguido un espacio, luego de mucho tiempo de búsqueda, nada menos que en Malá Strana, su zona favorita de Praga.
“En realidad, es probable que eso esté relacionado con mi relación con Italia, que aparece ya en el nombre de la calle de mi bar porque, en checo antiguo, Vlašská quiere decir italiana. Vlašská fue construida por italianos y todo lo que la rodea es realmente italiano. Todas esas casas y, por supuesto, el Instituto Italiano de Cultura de Praga. Me siento bien aquí, probablemente fui italiana en una vida pasada”.
La ladrona favorita
Además de incorporar ese espíritu italiano que hace sentir a los clientes como si estuvieran en su casa, Clementina ofrece muchas otras sorpresas. Una de las más evidentes tiene que ver con la constante presencia de una encantadora y fiel anfitriona que, ya desde el principio, Jana tenía muy en claro que iba a dar nombre al bar.
“A ella le encanta estar aquí todos los días, ya tiene once años, pero en realidad está conmigo desde que nació, en cada uno de los trabajos que he tenido, en todas partes, ella siempre ha estado conmigo y lo sigue haciendo las veinticuatro horas del día. Entonces, también viene aquí y la gente siempre se emociona al verla, pero como es una Retriever de Chesapeake siempre se la pasa comiendo y robándole a alguien un poco de croissant o panini, pero la verdad es que la quiere todo el mundo”.
Aunque Clementina es la reina absoluta, este nuevo café de Malá Strana cuenta con otro integrante del reino animal que también suele llamar la atención de la gente. A tal punto que, tal como cuenta Jana, más de un cliente ha entrado por primera vez al establecimiento impulsado por la curiosidad.
“Tengo esta tortuga en casa con dos gatos porque me encantan los animales, y como hay días que me quedo aquí en el bar desde la mañana hasta la noche con Clementina, no quería que Zuzanka se quedara sola en casa, así que le hice construir este terrario, que le permite estar conmigo y hasta, a veces, salir a caminar juntas”.
Manjares del mundo
Revela Jana que, en un noventa por ciento, trabajan con turistas. Sin embargo, hay también una pareja checa que los visita con mucha frecuencia. Y aunque el bar ni siquiera lleva un año abierto, reconoce su dueña que, por el momento, no les resulta nada fácil atraer a la clientela checa. Ella misma explica que uno de los motivos puede ser el hecho de encontrarse en un entorno muy turístico, en el que incluso los pocos locales que aún viven en la zona suelen viajar mucho. En todo caso, para estar en sintonía, el café ofrece en su menú varias delicias internacionales como el café italiano y los famosos pasteles de Belém que, en su opinión, ya se ganaron un merecido lugar entre las preferencias gastronómicas de la sociedad checa. Otro manjar que ella misma recomienda a nuestros oyentes es el rollito New York o Cromboloni, un pastelito mucho más novedoso que ha ganado una enorme popularidad en redes sociales.
“Todos los días, al menos una vez al día, tengo algún cliente hispano y eso es genial”.
Jana Scheiderová
“Puede ser dulce o salado, aquí lo hacemos sobre todo salado y creo que en Chequia no es tan conocido. Yo lo he estado estudiando mucho: es como algo francés, pero se lo conoce también con el nombre de New York Roll. La gente lo prueba y en general les gusta mucho y hasta vuelven por él. Eso y los paninis son los productos que más vendemos y la clave son nuestras materias primas italianas: tenemos mozzarella y otros excelentes quesos como Asiago y Taleggio para hacer los Cromboloni”.
Aunque afirma que pocos rubros son tan exigentes como el gastronómico, Jana también está convencida de que el contacto con la gente termina siendo muy gratificante y le ayuda a recargar energías. Al parecer se trata de algo mutuo, porque la mayoría de los clientes de Clementina suelen regresar y algunos terminan apareciendo casi todos los días, aunque solo sea por un café. Lo cierto es que los clientes se sienten tan a gusto en el bar que, según ella misma cuenta, en algunos casos hasta le dejan las maletas cuando deben irse del hospedaje. Pero el caso que más recuerda es el de una señora de Taiwán que la fue a saludar especialmente antes de irse al aeropuerto a tomar el avión de vuelta y, una vez instalada en su hogar de Taipéi se siguió comunicando con ella para no perder el contacto. Muchos de los clientes son, por supuesto, italianos, pero asegura Jana que también trabajan con una gran cantidad de hispanos.
“Hoy mismo la pasé genial con una compañía muy agradable de cuatro damas que vinieron de Madrid, pero la verdad es que creo que todos los días, al menos una vez al día, tengo algún cliente hispano y eso es genial”.
Situado en la concurrida calle Vlašská de Malá Strana, uno de los lugares más visitados de la capital checa, entrar al menos una vez a este café para saludar a Jana, Clementina y Zuzanka es casi una obligación que corre el riesgo de convertirse muy pronto en un placer culposo.
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