Aumenta el número de niños que sufren de síndrome post-COVID
El número de menores que se contagian del coronavirus va en aumento al igual que el de pequeños pacientes con síndrome post-COVID. Este causa fiebre y otras dolencias que suponen una gran carga para el corazón.
A partir de este lunes se pueden vacunar en Chequia también los niños de entre 5 y 11 años. Expertos recomiendan aplicar la vacuna, dado que protege a los menores contra el contagio y ni estudios clínicos ni la experiencia de otros países han revelado secuelas de carácter más serio.
Los menores se han convertido en uno de los grupos más afectados por la pandemia. El virus se propaga con mayor intensidad en las escuelas en las últimas semanas, de acuerdo con el Ministerio de Salud. La incidencia en el grupo de entre 6 y 11 años supera la del grupo de personas mayores.
El pediatra René Hrdlička explica que la vacuna la administrarán principalmente los pediatras de cabecera y son también ellos los que pueden ayudar a los padres a aclarar dudas o tomar decisiones en casos particulares.
No obstante, de acuerdo con el médico, hay casos en los que es mejor no vacilar.
“Se trata de niños con enfermedades crónicas de las vías respiratorias, del aparato respiratorio en general. También los que sufren de problemas neurológicos y por supuesto los que reciben tratamiento citostático intensivo. En esos casos los padres deberían consultar con los médicos o expertos que tratan a sus hijos. Pero son más bien casos aislados”.
En general, Hrdlička destaca que los efectos secundarios que pueden experimentar los niños son similares a los que sufren los adultos y no suponen un peligro para los menores.
Los niños pueden tener dolor de brazo, de cabeza o músculos o les puede subir levemente la temperatura, pueden estar cansados, pero los síntomas deberían desaparecer en unos pocos días.
La única mayor preocupación de los médicos son las reacciones anafilácticas a la vacuna. Estas aparecen inmediatamente tras la aplicación, aunque solo de manera muy excepcional. Por esta razón la vacuna se administra bajo la supervisión del personal sanitario.
El inexplicado síndrome post-COVID
Además del creciente número de niños que dan positivo por coronavirus, sube también la cantidad de los que necesitan tratamiento médico por síndrome post-COVID, conocido también como MIS-C por sus siglas en inglés. Este afecta aproximadamente a uno de cada 1100 menores que se contagian del virus.
Uno de ellos ha sido Kryštof, que terminó hospitalizado en la unidad de cuidados intensivos del Hospital Universitario de Motol en Praga tras sufrir fiebre de 40 grados durante varios días que no logró resolverse con antibióticos.
Su madre cuenta que más tarde le apareció una erupción en los brazos y las piernas. El niño estaba cansado, debilitado y reaccionaba de manera no siempre coherente.
“Actuaba de manera extraña, como si su cerebro dejara de funcionar. No hablaba, solo lloraba. Y cuando decía una frase en todo el día, tenía algo de sentido, pero estaba completamente fuera de contexto, no correspondía al tema del que estábamos hablando”.
Tras la hospitalización, Kryštof ha vuelto a casa, pero los médicos realizarán más exámenes y seguirán monitoreando su estado de salud. Sobre todo su corazón, dado que el síndrome post-COVID supone una gran carga para el órgano.
De acuerdo con Jan Lebl de la Clínica de Pediatría del hospital de Motol, el número de niños que terminan hospitalizados por el síndrome es más alto que antes.
“Prácticamente en cada turno ingresamos a un niño con síndrome post-COVID. Los síntomas suelen aparecer entre tres y cuatro semanas después del contagio. Ahora se está manifestando la ola actual de la pandemia que culminó hace dos o tres semanas”.
Ningún niño ha muerto por causa del síndrome en Chequia, los médicos saben cómo tratarlo. En comparación con el año pasado, ha mejorado asimismo el diagnóstico y el personal es capaz de reconocerlo más rápido. Eso es clave para prevenir que se desarrollen síntomas más graves.
De acuerdo con Lebl, ayuda asimismo la vacuna contra el coronavirus. No siempre es capaz de prevenir el contagio, pero reduce la carga viral entre los niños y, en consecuencia, el número de menores que pueden llegar a sufrir del síndrome post-COVID.