Antonín Dvorák y su "Nuevo mundo" - II parte
Estimados amigos, en el marco de los festejos del Año de la Música Checa les ofrecemos a continuación el segundo capítulo de la serie, dedicada a la vida y la obra del mundialmente conocido compositor checo, Antonín Dvorák. Este gran autor musical celebró su primer éxito en 1874, cuando fue estrenada su segunda ópera "El rey y el carbonero".
Después del estreno de "El rey y el carbonero", Dvorák tuvo la gran suerte de recibir una beca que la monarquía austro-húngara concedía a talentosos compositores sin recursos. Impulsado por este éxito, Dvorák compuso, entre otras obras, "Serenatas para cuerdas" y "Cantos Moravos a dos voces".
A la nueva demanda de beca, Dvorák adjunta el año siguiente los "Cantos moravos", inspirados por la poesía popular de Moravia. Esta composición provocó un verdadero entusiasmo por parte del pianista y compositor alemán Johannes Brahms, que fue miembro del jurado. Brahms recomendó esta composición al renombrado editor Fritz Simrock, de Berlín. El éxito fue rotundo.
Entusiasmado por la calurosa recepción de su obra, Dvorák comenzó a componer las "Danzas eslavas", inspiradas en la música popular checa. Gracias al lirismo emocional, a la extraordinaria musicalidad y al ritmo excitante, esta obra musical pronto dio la vuelta al mundo, otorgándole así a Dvorák una fama europea.
Dvorák sintió fuertes vínculos con la gran familia eslava, lo que le impulsó a componer también las "Rapsodias eslavas" y a las óperas "Vanda", sobre un tema polaco, y "Dimitri", para la que se inspiró en la historia rusa. "Dimitri" representa una excelente obra dotada de un dramatismo extraordinario, con la que finalizó la "época eslava" en la obra de Dvorák.
La buena reputación de Dvorák crecía y todo parecía ir por buen camino. No obstante, la vida le dio a Dvorák duros golpes. En un corto plazo de tiempo murieron tres de su hijos. Dominado por un dolor profundo, Dvorák terminó una de sus obras claves: el oratorio "Stabat Mater", que fue el presagio de sus futuros triunfos a nivel mundial. La obra fue recibida de manera extraordinaria por el público, sobre todo, en Gran Bretaña, donde fue presentada por primera vez en 1883.