Vino caliente, atmósfera y puestos de regalos. Bienvenidos a los mercadosde Navidad checos
Cada año, el mes de diciembre marca el inicio de los mercados de Navidad checos, que empiezan a montarse en las principales plazas de cada ciudad. En Radio Praga hemos hablado con algunos checos que nos han contado las costumbres que tienen en torno a estos mercados y de qué manera los viven como parte de las celebraciones Navideñas.
“Normalmente me gusta ir por los mercados de la ciudad de Praga. A mí me gusta el ambiente, y beber un poco de vino caliente y escuchar la música”.
Es la misma opinión que tiene Kateřina, una profesora de español de 30 años.
“Voy para respirar un poco el ambiente navideño, que al final no me gusta porque hay cantidades enormes de gente. Pero voy. Voy a pasear y no a comprar, a pasear y tomarme un vino caliente. No śe, no voy de compras, me parece que son cosas que compran los turistas de recuerdo, y en realidad lo que se vende no me parecen regalos de calidad. No voy a comprar a los mercados, voy a tomarme un vino”.
Además, Kateřina insiste en que principalmente es un acto social, una manera de pasar la tarde.
“Voy con amigos. A veces sola pero más con amigos. En lugar de ir a un bar, paseamos y después vamos a un bar. Nos tomamos un vino caliente en la calle y después vamos a un bar”.
También otra Kateřina, esta vez secretaria y algo más mayor, considera que el principal atractivo es sentir que ya estamos en Navidad.
“Por el ambiente, pero también por beber el vino. Y comprar pequeños regalitos, como decoraciones para el árbol de Navidad, por ejemplo”.
Casi todos nuestros entrevistados han hablado del vino caliente, y es que esta bebida es una parte imprescindible de todo mercado.
De hecho, nada más llegar, lo primero que sentimos es un fuerte aroma a canela. Es el característico olor del vino caliente, una de las bebidas navideñas más típicas y parte insustituible de la atmósfera de cualquier mercado de Navidad checo.
Esta combinación de vino tinto puesto a calentar con canela, clavo, limón y azúcar se sirve en puestos de comida junto con otras bebidas que tampoco pueden faltar en estos días de nieve y bajas temperaturas.
Estamos hablando del grog, que es una combinación de ron, azúcar y agua caliente o el ponche, hecho con té, vino blanco, azúcar, clavo y canela.
Así, con un buen vaso caliente en nuestras manos, y algo de alcohol en nuestros estómagos, el frío se hace más soportable y la vuelta por el mercado mucho más agradable.
Y si además de bebida nuestro cuerpo nos pide algo más, no faltan los puestos donde se sirven algunos de los bocados de comida rápida más jugosos de Centroeuropa.
Estamos hablando, en primer lugar, de las salchichas y chorizos de todos los tipos y tamaños, producto habitual que por supuesto en Chequia se consume durante todo el año. En las planchas también se asan buenos pedazos de carne de cerdo y otras delicias ricas en grasa.
Pero hay dos productos con su propio establecimiento que impedirán que salgamos del mercado faltos de calorías. Se trata del langoš y el trdlo.El langoš es una masa de patata cocida y harina puesta a freír en aceite y sobre la que luego se restriega una buena cantidad de ajo crudo. Esta especialidad húngara se recubre a continuación de Ketchup y queso rallado. Ideal para que no se nos congele la lengua.
Y si nos va lo dulce, mejor un trdlo. Se hace de harina, manteca, leche, azúcar y mantequilla. La masa se pone a calentar en unos rodillos, de forma que el resultado final es una especie de cilindro hueco del tamaño de un bollo.
Un amplio abanico de productos
Pero, ¿qué productos podemos encontrar en un típico mercado navideño de la capital checa?
Como hemos comentado antes, para muchos checos los productos que se exponen no son el principal atractivo de un mercado. El por qué nos lo explica Tereza, estudiante de economía en Praga.
“Quizá porque es caro. Y también porque me parece que no hay cosas muy útiles, más bien objetos decorativos. Y puedo comprar gorros o bufandas en cualquier otro lugar. Pero me gusta la atmósfera, me gustan los mercados de Navidad, y las luces, el árbol de Navidad. Voy y me bebo un vino caliente. Pero eso es todo lo que me tomo. Puede que también un trdlo”.
Tereza incluso admite que nunca ha comprado ningún regalo en uno de estos mercados, aunque ha vivido en Praga toda su vida.“Bueno, una vez quería comprarme algo, pero al final no lo hice. Era una joya o algo parecido, pero luego cambié de idea. Me dije que mejor mirar en otro lugar, así que finalmente no me la compré”.
En el mismo sentido se expresa Kateřina.
“No estoy acostumbrada a comprar en mercados, en la calle en general. Creo que aquí no hay tanta tradición de mercados ni de comprar en mercados. Y para mí no son cosas de calidad que regalaría a alguien, aunque las joyas pueden ser bonitas o interesantes. Puede que alguna joya haya comprado alguna vez, pero nada más”.
También Draha prefiere hacer sus compras navideñas en otros lugares.
“Yo no voy a estos mercados para comprar cosas, solo por el ambiente. Prefiero comprarlas en las tiendas, en Internet, en los centros comerciales. Allí compro solo cosas pequeñas, pero normalmente no regalos”.
A pesar de estas opiniones, el caso es que los mercados navideños existen en Praga desde el siglo XIX, y siguen siendo un negocio rentable. Además, en una forma que desde hace años se mantiene inalterada.
Y es que, sea el mercado que sea, siempre encontraremos una muestra representativa de las mismas tiendas. Una de ellas, como no podría ser menos, es la de los adornos de Navidad.
Se trata de figuras y formas de mimbre, madera o cerámica, a menudo artesanales, que los checos utilizan para decorar el árbol de Navidad o en general sus hogares. La variedad es enorme: desde bolas pintadas con motivos tradicionales a ángeles de madera o campanas.Y si somos de talante goloso, nada mejor que un pan de jengibre, en checo perník. Consiste en un bollo, o a veces galleta, aromatizado con jengibre.
Esta especialidad se consume durante todo el año, aunque más, por supuesto en estas fechas. Con todo tipo de formas, desde un cerdito a un corazón, y de inscripciones, desde “Te quiero, cariño” a “Eres mi gatita”, este dulce es un regalo gracioso y económico para cualquier ser querido que no siga una dieta.
El pan de jengibre se vende junto a otros dulces, como mazapanes, caramelos o bombones, y realmente resulta difícil resistirse a la tentación de comprar una sola cosa.
Y ya que estamos gastronómicos, podemos comentar que es cada vez más habitual encontrarse puestos de alimentación, con productos de cierta categoría, como quesos y embutidos de calidad, elaborados artesanalmente.
Aunque quizá el alimento más frecuente en los mercados navideños de Praga es la miel. Además de las diversas variedades que se producen en la República Checa, podemos encontrar, y lo que es más importante, degustar, un par de productos derivados que no podemos pasar por alto.
El primero de ellos, la medovina, es un licor a base de miel que podemos tomar frío o, más sabroso todavía, bien caliente. El segundo es la medolada, un cruce entre miel y mermelada y que combina el delicioso sabor de este oro dulce con melocotón, ciruela o incluso nueces.Es precisamente este producto uno de los que Klára, estudiante de medicina, suele adquirir en los mercados de Navidad.
“Me gustan los que venden flores de madera y también los de cosméticos naturales, los que tienen sales, lavándula... Y por supuesto los puestos de comida. Y los de bebida. Siempre he comprado medovina para papá, para mamá flores de madera. Y normalmente me compro para beber un punč, por ejemplo, y a veces castañas asadas. Muchas veces compro también algún cosmético natural, para regalar en Navidad”.
Doblemente mágico
A ningún mercado navideño que se precie le puede faltar el árbol de Navidad, normalmente en medio de la plaza, ni tampoco el Belén, representado de las más diversas maneras, pero siempre presente, al igual que la suave melodía de los villancicos.Es por la noche, cuando el árbol está completamente cubierto de luces multicolores, y de cada puesto emana un cálido resplandor, el momento en el que el mercado alcanza su mayor encanto.
Si además ya han caído las primeras nevadas del invierno, la estampa no puede tener más magia. Ante nosotros se despliega un acogedor contraste de luz y oscuridad, color y nieve, frío y calor, aromas dulces y olor a humo. No es de extrañar que para la mayor parte de los checos, estos mercados sean, más que un lugar de compras, una experiencia íntimamente relacionada con la Navidad.
Los mercados de Navidad, aunque típicos de toda la zona centroeuropea y parte imprescindible de la tradición checa, son en sí mismos un fenómeno curioso por el hecho de que la cultura de este país no es especialmente propensa a los eventos al aire libre.Salvo en momentos puntuales como el carnaval o la vendimia, los checos no suelen celebrar casi nada en plena calle, y eso solo en ciertas áreas rurales. Y, por supuesto, mucho menos en invierno, cuando las bajas temperaturas empujan a la gente al cálido interior de cafés y tabernas.
Por eso, por su carácter excepcional, los mercados navideños resultan doblemente mágicos.
Un mercado en prácticamente cada barrio
En Praga prácticamente cada barrio cuenta con su propio mercado. Y por supuesto, cuanto más antiguo sea el vecindario, mayor será el encanto que nos encontraremos.
El problema es el hacinamiento. En el mercado de la plaza de la Ciudad Vieja (Staromětské Naměstí), a la presencia habitual de praguenses se añaden los miles de turistas de todas las nacionalidades que toman la plaza como epicentro de su visita a la ciudad.El marco es incomparable, pero realmente resulta trabajoso moverse entre los puestos con tanta cantidad de gente. Lo mismo sucede con el mercado de la plaza de Venceslao.
La variedad de puestos es enorme, el escenario es de cuento de hadas, pero no se puede decir que sea muy auténtico. Para encontrarse con mercados frecuentados por checos, y que además se hallen en un escenario bonito, hay que alejarse un poco, no demasiado, de los circuitos turísticos.
Es la opinión de muchos praguenses, por ejemplo Kateřina, que a pesar de todo, sigue acudiendo.
“Pues voy a la plaza de la Ciudad Vieja, pero es un desastre y estuve el fin de semana, y había tanta gente que no se podía pasear ni tomar nada. Y voy allí siempre, para ver cómo es el principal mercado de Praga, con el árbol enorme, tan feo normalmente. Y creo que son mucho más bonitos y más tranquilos los más pequeños, que están por ejemplo en la plaza de Jiřího z Poděbrad... Creo que hay más y son bastante más agradables. En la plaza de la Paz (Náměstí Miru) hay uno que es bonito también, al lado de la iglesia, y es mucho más tranquilo que el más grande”.
El árbol de Navidad que pone el Ayuntamiento cada año no le parece tan feo a Tereza.“Voy a la plaza de la Ciudad Vieja y a la plaza de Venceslao, aunque está siempre lleno de gente. Pero en la Ciudad Vieja está ahora ese árbol tan bonito, así que voy por eso”.
Para Klára, estos dos mercados siguen siendo los principales, y además una tradición familiar.
“Mi mercado favorito es el de la plaza de la Ciudad Vieja, y después también el de la plaza de Venceslao. A los otros antes no iba nunca, porque no los conocía. El de la plaza de la Paz no lo conocía cuando era pequeña, por ejemplo. Mis padres me llevaban al de la Ciudad Vieja y el de Venceslao”.