Upfront: el fotorreporterismo de guerra, más precario y fragmentado que nunca
La exposición Upfront en la galería DOX de Praga presenta el trabajo de 23 fotorreporteros de guerra, la mayoría de ellos de países hispanohablantes, llamando la atención al mismo tiempo sobre la avalancha de imágenes que recibimos a diario y nuestra falta de preparación para procesarlas. Sobre la muestra hemos hablado con el comisario de la exposición, el director del Instituto Cervantes de Praga, Ramiro Villapadierna.
Se trata, además de una muestra artística, de un homenaje a estos nuevos fotógrafos de guerra a los que les ha tocado hacer su trabajo en un contexto mucho más inestable, más peligroso, y con nuevos interrogantes, pero que a pesar de todo destacan por su excelencia, explica el comisario de la exposición, Ramiro Villapadierna.
“Manu Brabo ha sido elegido fotógrafo del año en Londres. Están recabando los World Press Photo y tal. Tenemos desplegados por el mundo que ya no trabajan para medios locales, trabajan para medios locales. El caso de Olmo Calvo es muy particular, pero el resto… Aunque yo provengo de ese mundo en mi vida pasada, he intentado que no haya nadie que yo haya conocido nunca, lo que era fácil, porque he elegido la última generación, los que nacen después del 11 de septiembre, con lo que yo llamo el nuevo desorden mundial que se ha creado y que coincide con la crisis mundial del periodismo. El sector está cambiando, ya no se sabe lo que vale y no vale, si hace falta mandar corresponsales”.El mismo Villapadierna fue en los años 90 fotorreportero en Europa Central y los Balcanes, y siente con mayor fuerza el cambio que se ha producido en la profesión. El avance tecnológico, con cámaras digitales y teléfonos móviles en los rincones más recónditos del planeta, y la naturaleza política de los nuevos conflictos armados, más hostiles hacia el periodista, ha desembocado a su entender hacia una globalización y, al mismo tiempo, difuminación del oficio.
“Curiosamente tenemos la generación más global, pero la más precaria. Es decir, en tiempos cuando yo trabajaba tenías un destino, trabajabas para un medio, tenías una cobertura de algún modo. Hoy día es un mundo rodeado de imágenes permanentemente, en cinco minutos en un día se hacen más fotografías que en todo el siglo XX. Este alud constante de imágenes crea una situación en la que los fotógrafos se abaratan de un modo precario. La situación en la que hay ahora también es la más peligrosa. Es decir, son los más globales, los que más arriesgan, los más precarios. Van con su mochila, su cámara y a ver si venden alguna foto. Pero al mismo tiempo, ¿La alternativa cuál es? ¿No nos enteramos de lo que está pasando en Siria o en la frontera entre Estados Unidos y México? La alternativa solo puede ser seguir informando”. La fotografía que ilustra el cartel publicitario de la muestra: un francotirador de la guerra de Siria, es obra del español José Manuel López, que se halla desaparecido en la zona desde julio del año pasado junto con otros dos compañeros. Sea en el Oriente Medio del Estado Islámico, el México de los narcos o el Afganistán de los talibanes, el riesgo siempre está ahí. Es por ello por lo que la necesidad de responsabilidad moral por parte de los fotógrafos es ahora mayor que nunca, subraya Villapadierna.“Salen de casa una mañana cerrando la puerta y diciéndose: no sé cuándo volveré, no sé cómo llegaré allí, tengo dinero para el billete de ida pero no sé si para el de vuelta, no sé cómo voy a mandar las fotos de vuelta, mi teléfono móvil o por satélite no sé si funcionará allí o si voy a tenerlo… Pero desde luego o voy yo a o todo esto no lo sabrá nadie. Sigue siendo la obligación moral del periodista de ir. ¿Cómo? Es lo que hay que repensar a medida que cambien las condiciones”.
El discurso fragmentado de la guerra
Las más de 70 fotografías que componen ‘Upfront’ se encuentran expuestas en una sala en penumbra, sobre paneles luminosos, en un ambiente ligeramente tenebroso acentuado por la presencia de una suave música ambiental. Las imágenes se presentan agrupadas en conjuntos de tres o cuatro, siguiendo un criterio temático o narrativo. Pueden reflejar momentos distantes en el tiempo y en el espacio, pero el ojo del observador crea entre ellas una línea que las une y les da coherencia.Así un hombre que levanta las manos en México puede sentirse amenazado por el miliciano sirio que apunta desde la fotografía de al lado, el muro que separa Israel de los territorios palestinos encontrar su similitud con la verja de Melilla, o unos niños que bailan entre unas ruinas de Estambul enlazar con la ciudad de Alepo devastada por la guerra.
El objetivo es mostrar al visitante lo engañoso del discurso mediático, y la indefensión del espectador ante el alud de imágenes fragmentadas, sucesivas y superpuestas, que son fácilmente malinterpretadas, afirma Villapadierna.
“Si vivimos en un nuevo lenguaje de la imagen permanente, la pregunta es. ¿Usted sabe leer esa imagen? Como si vivimos en un mundo en inglés y preguntamos ¿usted sabe inglés? Porque si no, no se va a enterar de la mitad. La imagen te viene. Tú no la pides. Y una vez que te viene tu cerebro actúa de una manera o de otra. De ahí las fotos virales, los fakes y todo esto porque te pueden engañar. Y no es que te pueda engañar el editor de un medio, o el fotógrafo, o el periodista, que nos contamina. Pero no, son tus propios condicionamientos, cuando dicen: mira a ese que dispara y a esa señora que sufre. Tú ya has hecho una conexión y te estás autoengañando”.Es necesario por tanto desarrollar mayor disciplina visual, encontrar modos de valorar, certificar e interpretar la información visual que nos llega de todos los lugares del mundo.
“Cuando las ves dentro del mercado global de la imagen, una red social por ejemplo, tú no sabes si esa foto viene de Reuters, o de cualquier agencia de propaganda, que las hay por todas partes, o de cualquiera de estos que se dedican a manipular fotos para hacer ruido mediático. Entonces a ti te llegan como si vas al mercado: oye, necesito que alguien me diga si estas manzanas están podridas o no, porque parecen iguales que estas”.Las primeras impresiones creadas por las fotografías y por la asociación entre ellas se desvanecen al leer el pie de foto y la explicación correspondiente, que sitúa a la imagen en su contexto real, en su verdadero significado. De hecho uno se siente ante ‘Upfront’ como ante una simulación de la experiencia diaria ante los medios de comunicación: las imágenes de Afganistán, Honduras, Liberia o Libia aparecen mezcladas e indistintas, y solo un examen ulterior permite encuadrarlas correctamente.
Cultura a coste cero
La exposición, sobresaliente en cuanto a calidad de las fotografías y prestigio de los artistas participantes, es un proyecto itinerante iniciado por el Instituto Cervantes de Praga, del que Ramiro Villapadierna es director, y creado, como confirma orgulloso, a coste cero. El proyecto cuenta con la colaboración de la Embajada de España y de la Agencia Española de Colaboración Internacional (AECID), además del apoyo de otras pequeñas entidades.
En opinión de Villapadierna, la muestra es una prueba de que se pueden hacer cosas de calidad aún en tiempos de crisis, con un presupuesto para la cultura considerablemente mermado.“Estamos en una gran crisis, pero podemos hacer cultura. ¿Cómo? Poniéndonos de acuerdo, uniendo fuerzas. Esta es la primera vez que el Cervantes de Praga está en DOX, con toda la reputación que tiene, a coste cero. Solo nos ha costado creatividad, esfuerzo, contactos, unir gente, buscar una esponsorización. Se puede hacer cultura en tiempos de crisis, solamente hay que cambiar el modelo”.‘Upfront’ permanecerá en el DOX de Praga hasta el 23 de mayo. Su próxima parada será el Centro Internacional de Fotografía de Milán.