Un robot ayuda a entender los procesos de aprendizaje de los niños pequeños
La Universidad Técnica Checa de Praga (ČVUT), cuenta con la primera unidad en el país del robot iCub. A través de sensores colocados en todo su cuerpo, tiene lo que se podría considerar un desarrollado sentido del tacto. Su capacidad para aprender movimientos y comportamientos ayudan a los científicos a saber más sobre el propio cerebro humano.
Varias universidades europeas crearon el robot iCub, del que el Instituto Italiano de Tecnología ha construido unas 50 unidades. Una de ellas está desde junio en la Universidad Técnica de Praga.
Tiene cámaras en los ojos y micrófonos en los oídos, pero la mayor particularidad de este robot humanoide de dimensiones parecidas a las de un niño de cuatro años, son los miles de sensores diseminados por su cuerpo y extremidades, según lo presentó a la Radio Checa el estudiante de la Facultad de Electrotecnología Lukáš Rustler.
“Este robot escucha y ve, que es lo básico. Pero, además, tiene en el cuerpo un montón de sensores, así que tiene tacto. Hay muchos robots que pueden moverse y hay muchos robots humanoides, pero este tiene piel. Los sensores táctiles forman pequeños triángulos, en cada triángulo hay 12 sensores que funcionan como la pantalla de un teléfono, cuando alguien lo toca, el robot lo siente”.
El iCub también es capaz de hablar, pero no es este su punto fuerte. Puede hacer posturas de yoga o agarrar pelotas del suelo, controlar su fuerza y no chocar contra objetos en movimiento. También puede tirar con arco e ir mejorando su puntería, pero lo más importante de todo es su capacidad para, a través de la información que reúne con sus sensores táctiles y la interacción con personas, aprender movimientos y perfeccionarlos. Esta es la faceta más interesante para el director del equipo de trabajo de robótica humanoide, Matěj Hoffmann.
“Nosotros lo usamos, sobre todo, porque se comporta como un niño, y nos interesa saber cómo se desarrolla un niño y cómo el cerebro se esfuerza por saber cómo dominar el cuerpo, conocer qué dimensiones tiene su cuerpo, qué puede hacer o cómo aprende un niño a echar mano a los objetos. Nos interesan, básicamente, los dos primeros años de vida, y cómo un niño pequeño puede aprender tantas cosas en ese periodo”.
iCub, cuyas siglas en inglés hacen mención a su “cuerpo universal cognitivo”, nació precisamente para estudiar la hipótesis de la cognición del cuerpo, esto es, la capacidad de aprender de los niños a través de los sentidos y las extremidades y la interacción con su entorno. En las investigaciones no solo participan expertos en robótica o inteligencia artificial, sino también psicólogos del desarrollo y neurocientíficos.
Este robot nació hace ya más de diez años, pero su evolución es constante. La investigación con iCub debería ayudar a humanizar el comportamiento de todos los robots en general. En el futuro, estos deberían ser un aliado indispensable en los hogares, moviéndose de manera autónoma y sabiendo qué tienen que hacer en cada momento, dice Matěj Hoffmann.
“Uno de nuestros desafíos es que el robot aprenda a entender las señales y sepa dónde están las cosas y la importancia que tienen para él. Serán los mejores compañeros en el hogar, porque también la comunicación con ellos es buena”.
Queda aún bastante, no obstante, antes de que estos robots se muevan por nuestras casas como si nada, y también deberán resultar más económicos para entonces, ya que según la Universidad Técnica de Praga, en la actualidad cada unidad de iCub sale por unos 250 000 euros.