Un encuentro con Metallica en el Aeropuerto de Praga

Foto: Anna Královcová

A primera vista, el Aeropuerto Internacional de Praga, ubicado en el distrito de Ruzyně, es una terminal aérea como cualquier otra con sus edificios acristalados, pistas de asfalto y decenas de aviones. Sin embargo, esa importante puerta de entrada a la República Checa tiene una gran historia y en la actualidad es considerado uno de los mejores aeropuertos del mundo. En la presente edición de Radioviajes visitaremos este lugar donde la seguridad y precisión van de la mano con la cultura y diversión.

Terminal 1 y 2,  foto: Anna Královcová
Filas interminables, controles de seguridad desagradables y largos minutos de espera y de aburrimiento. La mayoría de los viajeros conocen las terminales aéreas como sitios donde se vive mucho estrés y molestias. Sin embargo, un aeropuerto puede ser también un lugar apasionante donde uno aprende mucho, tanto sobre las distintas tecnologías relacionadas con el transporte aéreo, como sobre su propio país. Eva Krejčí, portavoz del Aeropuerto Internacional de Praga Ruzyně, relata la interesante historia de la terminal.

“El aeropuerto de Praga Ruzyně fue inaugurado el 5 de abril de 1937, así que este año celebra el 75 aniversario. Al construirse, Ruzyně era único, uno de los aeropuertos más modernos en Europa. Expertos del mundo entero lo visitaban para aprender cómo construir una terminal aérea. El antiguo edificio, obra del arquitecto Adolf Benš, ganó la medalla de oro a la mejor construcción en la exposición mundial en París en 1938”.

El antiguo edificio del aeropuerto,  foto: Anna Královcová
Al abrir, el aeropuerto contaba con un terreno de 108 hectáreas, cinco pistas de aterrizaje y despegue de hierba y una terminal. Hoy se extiende sobre unas mil hectáreas, tiene dos pistas modernas y tres terminales, enumera Eva Krejčí el crecimiento de Ruzyně en los últimos 75 años y añade que en la actualidad el aeropuerto juega un papel importante desde el punto de vista del transporte aéreo europeo.

“El aeropuerto de Praga es uno de los aeropuertos más importantes en Europa Central. Despacha unos 12 millones de personas al año, con lo que ocupa el lugar 27 en Europa. Es el aeropuerto internacional más importante en la República Checa. El 93% de vuelos realizados en el país salen de aquí”.

Desde el punto de vista mundial, el aeropuerto de Ruzyně ocupa también un lugar importante. Aunque no puede competir con las terminales gigantescas como Heathrow o Atlanta, Ruzyně ha sido declarado el mejor aeropuerto del mundo en cuanto a la calidad de los servicios y el desarrollo tecnológico, explica Eva Krejčí.

Foto: Anna Královcová
“En 2011, el aeropuerto de Ruzyně ganó un prestigioso premio llamado Eagle Award por el desarrollo más dinámico a nivel mundial. Fue apreciado también por su política de motivación superior y el alto nivel de la atención al cliente y a los transportadores aéreos y otros socios”.

El jurado, integrado por expertos independientes, apreció también que el aeropuerto de Praga fue el primero en el mundo en introducir la tecnología Wheeltug para el movimiento de aviones en tierra con el impulso de un motor eléctrico. Aplaudió también la introducción de los paneles automáticos de facturación de los pasajeros y el cumplimiento riguroso de las medidas de protección del medio ambiente.

El aeropuerto ofrece, además, un rico programa cultural. En las terminales se organizan exposiciones de distintos géneros artísticos como fotografía o pintura y otras actividades más, señala Eva Krejčí.

Foto: Kristýna Maková
“En el pasillo entre las terminales uno y dos se encuentra una sala de cine, accesible a todos de manera gratuita. Presentamos ahí películas importantes tanto checas como extranjeras. Cooperamos también con arquitectos. Por ejemplo uno de los radares fue diseñado por el arquitecto Vlado Milunić, conocido como autor de la Casa Danzante de Praga”.

Los aficionados que quieren conocer el aeropuerto por dentro pueden asistir a excursiones especializadas que tienen lugar prácticamente cada día. El punto de encuentro está en la Terminal 3, reservado a vuelos privados y a visitas diplomáticas que llegan a Praga desde países extranjeros. Desde la Terminal 3 viaja también el presidente, el Gobierno y los deportistas checos que representan al país en los encuentros internacionales, explica a un grupo de visitantes la guía Milena Podhorská.

Antes de empezar la excursión, todos los participantes tienen que presentar sus identificaciones y pasar por el control de seguridad como cualquier otro viajero. Sin embargo, esta vez no abordarán un avión, sino un autobús, que los llevará a ver desde muy cerca cómo funciona el aeropuerto. Una vez a bordo, los visitantes recorren los lugares más importantes del aeropuerto como por ejemplo el departamento de protección biológica. Milena Podhorská explica su papel.

Milena Podhorská,  foto: Anna Královcová
“El departamento de Protección Biológica cría aves rapaces que ahuyentan a las bandadas de pájaros que podrían chocar con el avión, romper las aspas del motor o hasta reventarlo y causar la caída de la nave. En Praga tenemos halcones, azores, cernícalos y águilas”.

Después la guía muestra los hangares donde se realizan pequeñas reparaciones y, cada diez años, las revisiones generales de los aparatos. Sigue la Terminal 1, construida en los años 90 y la más moderna Terminal 2, inaugurada en enero de 2006, donde se despachan vuelos a países de la zona Schengen.

El autobús se detiene un rato al lado de los aviones estacionados. Ahí se puede observar cómo se cargan y descargan las maletas, cómo se realizan las revisiones prevuelo y cuáles son los procedimientos de salida. Los pilotos de la aeronave abren la ventanilla de la cabina y saludan con la mano a los participantes de la excursión.

En la temporada veraniega, un total de 50 compañías aéreas vuelan desde Praga de manera directa a 130 destinos, explica Milena Podhorská, y añade que el más lejano es Seúl, capital de Corea del Sur.

Foto: Anna Královcová
El autobús se pone otra vez en marcha y se estaciona a pocos metros de la pista principal, que sirve tanto para los despegues como para los aterrizajes. B: Milena Podhorská señala uno de los aviones de las Aerolíneas Checas, estacionado al lado de la Terminal 2. En el techo del aparato se acaba de prender un foco rojo, lo que significa que obtuvo el permiso para despegar.

En un momento más el avión pasa zumbando por la pista, despega y al rato desaparece detrás de las nubes. Unos niños preguntan por la velocidad del aparato y Milena Podhorská les da una explicación extensa.

“La velocidad al despegar es de unos 250 kilómetros por hora, dependiendo de cuantos viajeros hay, cuantos litros de gasolina lleva el avión, de la temperatura ambiental. Para una hora de vuelo, el avión necesita tres toneladas de gasolina. El aeropuerto cuenta con grandes tanques de combustible que contienen siete millones de litros. Esos cubren las necesidades del aeropuerto por una semana”.

En el horizonte aparecen unas luces amarillentas que señalan que se está acercando otro avión. Pero la mayoría de los visitantes están mirando a dos conejos, brincando al lado de la pista, comiéndose hierbas. Desde arriba los observan los cernícalos, pero no los atacan. Los conejos no representan ningún peligro, indica Milena Podhorská y apunta al avión que acaba de posarse en la pista. Además del ruido insoportable, la fricción de las ruedas sobre el asfalto produce también una nube de humo blanco. La guía no tarda con la explicación.

Cuartel de los bomberos,  foto: Anna Královcová
“Algunos de los aviones dejan sobre la pista hasta cinco kilogramos de goma de los neumáticos. Los aparatos más grandes, llamados Jumbo pierden hasta ocho kilogramos de goma al aterrizar. Por eso, tenemos que limpiar las pistas varias veces al año”.

Al despegar el cuarto avión, cambia la dirección del viento y los demás ascensos se realizan en sentido contrario. Las aeronaves tienen que despegar siempre contra el viento, indica Milena Podhorská e invita a los participantes a visitar el cuartel de bomberos, la última parada del recorrido. El autobús pasa debajo de la gran inscripción ‘Praga Ruzyně’ y un visitante pregunta a la guía por la nueva denominación del aeropuerto que llevará a partir del 5 de octubre de 2012 el nombre del ex presidente Václav Havel, fallecido en diciembre del año pasado.

“Para mí, Ruzyně será Ruzyně para siempre. Creo que el nombre del ex presidente conviene mejor a una plaza pública o una escuela”.

La visita al cuartel de bomberos con impresionantes máquinas de última generación se hace rápidamente. El tiempo de la excursión se acabó y el autobús se apresura para regresar a la Terminal 3. Los participantes agradecen con un aplauso las explicaciones sabias de Milena Podhorská. Se despiden y dentro de poco, la sala queda vacía.

Foto: Anna Královcová
“Tengo otra excursión más en la tarde”, dice sonriendo la guía. Sobre el aeropuerto, donde trabaja desde el año 1969, sabe más que muchos otros empleados. Los primeros cinco años trabajó de azafata en las Aerolíneas Checas y conoció el mundo entero, según dice. Sin embargo, hoy día los aviones le dan miedo y no tomaría ninguno.

Desde 1974 hasta jubilarse, Milena Podhorská trabajó en el departamento de información del Aeropuerto Internacional de Praga en la Terminal 3. “Es un trabajo interesante, he visto llegar a muchos políticos, gente famosa”, dice y añade que, siendo alumna de una escuela primaria ubicada cerca del aeropuerto, solía ir junto con su maestra y sus compañeros de clase a dar la bienvenida a importantes mandatarios que visitaban la Checoslovaquia comunista, como Nikita Jruschov o Fidel Castro.

El flujo de los recuerdos de Milena Podhorská interrumpe un ruido que suena desde la puerta de la terminal. En la sala está entrando un grupo de personas con gafas de sol, cargando cajas negras con instrumentos de música. “Es Metallica”, dice la guía, “tocaron ayer en Praga”. Al escuchar el nombre de su banda en la terminal casi vacía, los músicos se voltean y se ríen. La excursión al Aeropuerto Internacional de Praga no pudo haber terminado mejor.