Ola de retrasos en el aeropuerto de Praga por el impensado aumento de pasajeros
El número de vuelos y pasajeros en el aeropuerto de Praga continúa subiendo en 2022, mientras que muchos de los trabajadores del sector aún no regresaron a sus puestos. Esto está provocando problemas y retrasos.
Mientras algunos sectores de la economía luchan por regresar a los niveles de actividad de la prepandemia, otros se han recuperado a un ritmo tan acelerado que se ven superados por la afluencia de usuarios. Tal parece ser el caso de las aerolíneas, que observan el creciente número de pasajeros entre la satisfacción por la demanda y la preocupación por la falta de trabajadores en el sector, ya que muchos de los empleados no se han reincorporado a sus puestos o no encuentran reemplazo.
En efecto, el número de pasajeros del último mes ha superado todas las expectativas. Jiří Pos, presidente de la junta directiva del aeropuerto internacional de Praga, había expresado en 2021 a la Televisión Checa que se esperaba regresar a niveles similares a la prepandemia recién en unos cinco años.
“Las previsiones actuales nos sugieren que en 2025 o 2026 el número de viajeros puede volver a las cifras del año 2019. Esto puede ocurrir siempre y cuando se eliminen las medidas de restricción y la limitación de movimiento de personas, sobre todo, de países de fuera de la Unión Europea”.
En los últimos días, Klára Divíšková, portavoz del aeropuerto de Praga, expresó en declaraciones realizadas a ČTK que para este verano ya se espera un aumento de 120% de vuelos chárter con respecto a la época de prepandemia.
Mientras que el año pasado se contaron 4.4 millones de pasajeros en el aeropuerto Václav Havel, los números anteriores a la pandemia rondaban los 17 millones. Pero solo a mediados de este año, ya se cuenta unos 10 millones de viajeros, sin haber atravesado aún la temporada de mayor actividad, que comprende los meses de julio y agosto.
Consultado en su momento, Jiří Pos consideraba que la reactivación de la actividad dependería fundamentalmente de determinadas rutas clave, suspendidas o reducidas en gran medida durante la pandemia.
“Una de nuestras prioridades es volver a los 45 destinos clave que teníamos en Europa antes de la crisis de 2019. Nuestra segunda prioridad es la renovación de las rutas de larga distancia en el verano del próximo año a EE.UU. y Corea del Sur”.
A pesar de que aún no se encuentran disponibles vuelos directos desde Praga a Seúl, las posibilidades de volar hacia Estados Unidos desde la capital checa comienzan a reactivarse. Del mismo modo, la disponibilidad de conexiones entre Praga y otras ciudades europeas se encuentra a niveles de prepandemia.
Sin embargo, los números no solo son positivos para la industria. Con la tendencia creciente de la demanda, el aeropuerto de Praga ya registra decenas de retrasos diarios y, en menor medida, cancelaciones de vuelos. Mientras los pasajeros se muestran deseosos de regresar al aeropuerto, los trabajadores todavía se encuentran en niveles similares a los de la pandemia.
En este contexto, el tiempo de retraso promedio en el aeropuerto de Praga es de 50 minutos, aunque cada vez se cuentan más conexiones con horas de espera. Los casos más afectados son los de las aerolíneas que vuelan en dirección a Francia, España o los Países Bajos. Dependiendo de las condiciones del vuelo y su retraso, los pasajeros tienen derecho a una compensación, como refrigerios o hasta alojamiento durante la noche perdida. Del mismo modo, los pasajeros pueden reclamar una compensación económica.
El caso de retrasos y cancelaciones no se limita solo a República Checa, ya que la situación parece agravarse aún más aceleradamente en otros países europeos, como Francia, España o Portugal. Didier Bréchemier, director global de transporte, turismo y logística de la consultora Roland Berger, conversó con la Televisión Checa y aseguró que el fenómeno que se vive hoy en los aeropuertos de la región ha tomado por sorpresa hasta a los más optimistas.
“Ningún país del mundo se hubiera imaginado que la necesidad de volver a viajar iba ser tan imperiosa ni que se iba a ver acelerada de esta manera. La situación no ha brindado el tiempo necesario para contratar suficientes trabajadores ni tampoco para volver a poner los aviones en las condiciones de seguridad obligatorias”.
Las aerolíneas se vieron especialmente afectadas por las consecuencias del Covid-19 y, durante los peores momentos de la pandemia, estuvieron obligadas a realizar despidos masivos o, al menos, a mantener inactivos sus aviones y, junto con ellos, a todo el personal involucrado.
El aeropuerto de Praga, en particular, perdió a unos 600 trabajadores durante este período. Muchos de estos puestos aún no se han vuelto a cubrir. Las expectativas sobre un agravamiento de la situación aumentan si se tiene que en cuenta que aún no se han reactivado unas 40 rutas directas, por lo que la actividad podría continuar creciendo, mientras que el faltante de mano de obra se cuenta en varias decenas ya en la actualidad.
Con respecto la situación, Klára Divíšková expresó que, si bien el número de pasajeros tiene una clara tendencia hacia el aumento, algunos factores del contexto actual aparecen como nubes grises en la cabina de control. La portavoz del aeropuerto de Praga señaló que la actual guerra en Ucrania podría influir negativamente tanto en la disponibilidad de los vuelos como en las intenciones de viajar de los pasajeros, especialmente en caso de que el conflicto continúe agravándose. Del mismo modo, se mantuvo cauta al considerar que la pandemia aún no se ha superado y que, como ha sucedido en el reciente pasado, sus consecuencias son altamente imprevisibles.
Pero las complicaciones en el aeropuerto de la capital no se acaban en el creciente número de pasajeros y la falta de trabajadores. A esta combinación se le debe sumar que durante el 11 y el 15 de julio, fechas de máxima afluencia de pasajeros, el acceso a la terminal 2 estará parcialmente cerrado, debido a la presidencia checa de Consejo Europeo.
Las escenas de euforia por volver a acomodarse en los pequeños asientos de las aeronaves, de histeria en las filas de los controles y de irritación de los pasajeros demorados aparecen muy lejanas a aquellas de los aeropuertos vacíos y de pilotos haciendo de jardineros o de choferes para ganarse la vida durante el paro al que se vieron empujados por un enemigo invisible. El contagio, esta vez, es de ganas de viajar.