Tráfico ilegal de animales

El tráfico ilegal de animales ha adquirido en la República Checa una alarmante envergadura. La protección oficial de las especies protegidas es todavía deficiente tanto en Chequia como a nivel internacional.

Con el fin de combatir el tráfico ilegal de animales, la República Checa se sumó hace tres años a la convención internacional CITES. Sin embargo, dicha convención no resuelve satisfactoriamente el problema. El documento declara protegidas unas 35 mil especies vegetales y 2000 animales, pero no prohibe terminantemente su comercialización - tan sólo pretende controlarla. El número de especies animales cuya comercialización está prohibida por la convención CITES es relativamente limitado, abarcando tan sólo una cuarta parte de los animales protegidos.

Rigiéndose por lo estipulado en la convención CITES, el Ministerio del Medio Ambiente autorizó el año pasado importar a la República Checa casi 30 mil animales protegidos, tres veces más que hace cinco años. La mitad de los animales legalmente importados fueron capturados en su hábitat natural.

El comercio legal con animales protegidos es apenas la punta de iceberg de este lucrativo negocio. Entretanto, el comercio clandestino rinde igual que el narcotráfico. El contrabandista, a diferencia de los narcotraficantes, no corre el riesgo de ser condenado a muchos años de cárcel.

Las importaciones ilegales de especies animales a la República Checa suponen no sólo el saqueo de la Naturaleza tropical y subtropical sino también malos tratos- a veces espeluznantes- infligidos a los animales. La necesidad de esconder a los animales ante los funcionarios aduaneros convierte su transporte en un horror.

Durante un control, los empleados aduaneros checos encontraron en una caja 16 compartimentos secretos del tamaño de una cajetilla de cigarrillos. En cada uno de los escondites, llenos de excrementos, vómitos y restos de plátanos podridos, estaba escondido un ejemplar del minúsculo mono vietnamita. Las hembras estaban preñadas, pero por miedo, estrés y desnutrición todas abortaron. Hoy en día los animales se encuentran en el zoológico praguense.

Hace medio año, los aduaneros decomisaron en la frontera checo- eslovaca a nueve papagayos, procedentes de Sudamérica. El contrabandista los transportaba en un escondite, instalado cerca del motor de su vehículo de manera que faltó poco para que las aves, deshidratadas y expuestas a alta temperatura, resultasen literalmente asadas.

En otra oportunidad, los aduaneros checos abrieron un sospechoso paquete procedente de África del Sur. El envío contenía 60 tortugas, sin agua ni comida, inmovilizadas por cinta adhesiva. Una tortuga estaba muerta y también sus compañeras estaban a punto de perecer. El contrabando de animales no está suficientemente penalizado en la República Checa. El contrabandista es amonestado, como máximo, con una multa de 100 mil coronas, equivalente a 2500 dólares. Las autoridades checas se dan cuenta de que tales medidas son insuficientes. El Gobierno checo prepara por tanto una ley que castigará el tráfico de animales con hasta tres años de cárcel.